Capítulo I
Cuando era una niña siempre me preguntaba a mi misma el significado de la muerte y creé un gran miedo al paso del tiempo. Miedos como que no me quedara tiempo para hacer las cosas que quería, que al cumplir 40 años mis padres no estuvieran para apoyarme. Pero esos miedos se guardaron dentro de mí como bombas a punto de estallar, y lo olvidé para no hacerme daño a mí misma. A pesar de esto, mantuvieron una influencia permanente en mi cabeza a tal punto que todo lo que hacía giraba en torno a eso. Me hizo tomar malas decisiones teniendo una adolescencia algo sufrida. ¿Qué pasaba realmente? Quizás no tenía que ver con mis padres o mis hermanos, o con nada externo, quizás todo estaba en mí esperando la posibilidad, que le daba cada nueva experiencia, de salir y de recobrar fuerza. Comencé a tener cambios de humor muy bruscos, de repente amaba a todo el mundo y al rato no quería salir ni de mi habitación. Fui a tres psicólogos diferentes pero solo duraba una o dos sesiones, en el psiquiatra fue distinto porque me dio medicamentos que luego dejé. Más tarde, fui a otro psiquiatra junto mi mamá porque me había surgido la idea de tener algún tipo de trastorno bipolar, a lo que el psiquiatra contesto que era baja, de todas formas como decisión con mi mamá intentamos olvidarlo y dejarlo solo en "inestabilidad emocional ya que eso era lo usual en adolescentes". Continué mi vida y tuve amigos buenos y malos, el problema de eso es que me influía en demasía cualquier problema con otras personas estaba disminuyendo mis capacidades de relacionarme sanamente con las personas, estaba actuando de una cierta manera para agradarles, ya no era yo si no un personaje que había creado para que la gente me quisiese porque de lo contrario no lo harían. No armaba mayores líos, me limitaba a comportarme alegre todo el tiempo y cada vez que tenía algo muy importante que decir me lo guardaba pensando en lo que podrían pensar de mi. Todo lo contrario era en mi casa, me convertía en una persona totalmente diferente, era contestadora y por cada detalle armaba un gran conflicto que hacía pelear a todos en la casa. Recuerdo que cada vez que mis papás querían salir (a mi me encantaba la idea en realidad) decía que no quería ir y me encerraba en mi pieza gritando y llorando por la misma razón. Mis papás no tenían otra respuesta que reprenderme y sacarme a fuerzas de la casa. Era llorar todos los días, llevando mis problemas del colegio a la casa, mi madre estaba ya casi todos los días consolándome hasta que en octavo básico comencé a agredirme a mí misma, había generado tanta rabia dentro de mí que las cosas iban de mal en peor. Mi papá actuaba fríamente como si no tuviera mucha influencia en realidad. Mi mamá por su parte, intentó conversar con un cura para pedirle consejos del tema, por lo menos así me lo comentó, me estaba escondiendo los cuchillos pero ya no me pegaba como antes lo hacía, ella comenzó a demostrar mayormente su depresión me manifestaba que "no era feliz" a lo que yo solo respondí sacando nuevamente su cuchillo. Todo estaba siendo por mi culpa y mientras mi madre continuaba haciendo intentos, mi padre lo ignoraba. Hasta que dejé de hacerlo, claramente por mi madre y el daño que le estaba causando pero el daño ya estaba hecho tanto a mi misma como a ella y las cosas siguieron empeorando.
b5
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¡Hola! Sería lindo si dejas un comentario acerca de que pensaste al leer este capítulo. Se vienen aun muchas más cosas, espero que te mantengas al tanto y cualquier cosa puedes enviarme un mensaje.
Cariños <3
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Escribe sobre mí.
EspiritualAutora: Mel. Cuando la vida se estaba haciendo cada vez más insoportable sin ella, Clarisa intentará sacar la fuerza que necesita en su recuerdo para encontrarse y aprender a vivir.