Pensó que todo iba a ser como cada día. Despertarse, verla pasar, resignarse y llorar. Ver como se abrazaban y odiar no poder ser él quien la tuviera completamente.
Fue cuando inesperadamente lo pensó, la cogió y le miró. No pudo evitarlo y simplemente le habló:
-No me puedo resistir- respondió mientras le miraba fijamente.
-Idiota, no entiendo como puedes hacerlo- bajando su mirada.No pasó mucho desde ese momento en el que se separaron, cada uno a un lado de la cama de esa pequeña habitación, donde, cada recuerdo era una tortura, cada vez más grande. Pudo respirar, y continuar:
-Lo necesito, cada vez son más- mientras le daba la espalda.
Ella se giró y le contestó: -Prefiero que te olvides de mí- y se acostó, cogiendo ese cojín gris, en el que tantas lágrimas él había derramado.
De repente, se giró, y con aire un poco brusco, le agarró de la mano, le levantó, y le besó. Ella no podía creerselo, era un sueño y una pesadilla. Pero no resistió y le volvió a besar. De ahí, todo cambió. Todo se comenzaba a esfumar poco a poco.
De repente todo su castillo comenzó a caer, pedazo por pedazo. En cuanto más lo construía, más se derrumbaba y no pudo entenderlo. No sabía que hacía mal, o en que fallaba, sabiendo que para ella, él era la perfección. Pero no quería darse cuenta. Andrés nunca fue capaz de luchar completamente por ella, simplemente cuando veía que las cosas fracasaban, se venía abajo, igual que todos sus esfuerzos.
Justamente habían pasado ya varios días después de que hubiera sido su primer beso, aunque Lucía aún seguía con él, no quería dejar pasar ese tren que le llevaría a la felicidad, pero tampoco quería salir de aquel que le hacía sentirse bien, o almenos con el que ya se había acostumbrado.
Andrés nunca supo porqué teniendolo, ella se fijó en él. No era el más guapo, ni tampoco el mejor valorado entre sus amigos, simplemente era un chico adinerado y engreido de poca edad, que creía que todo se solucionaba con un abrir y cerrar de ojos.
Aquella noche, después de haber estado con sus amigos, Lucía salió con Juan -Su novio, al que Andrés siempre se refería como "él"- y un par de amigos para celebrar su cumpleaños. Ya estaban los dos en la misma edad, así que Andrés ya no se podía sentirse superior.
-¿Qué pasa?- preguntó ella sin acercarse aún.
-Nada, dejame- Respondió él mirandole a la cara.-Andrés, dime que te pasa. ¿Por qué te pones así?- Ya se había levantado del banco.
-No es nada Lucía, ya te lo he dicho, ¡Nada!- y volvió a mirar adelante.
Ya estaba comenzando a oscurecer y no aparecía ni rastro de aquellos besos que tanto habían hecho furor en ella, parecía como si el sueño, hiciera derrumbar la torre de Babel.-Te conozco, algo te pasa- cogiendole de la mano.
-Lucía, vale. Simplemente no quiero que estés a su lado- dijo sin poder mirarle y a punto de llorar.-¿Por qué te molesta tanto?- decía mientras acariciaba su cabeza.
-Porque no soporto compartirte- y se echó a llorar.Andrés no podía aguantar el hecho de que ella quedara ni un solo minuto con Juan, para él todo era una amenaza, pero ahora que los celos no podían consigo mismo, que todo había cambiado, la vida no le quería dar esa segunda oportunidad.
-Voy a estar con él, quieras o no- se levantó y caminó pocos metros.
-¡Espera! Lucía- cogió las bolsas y le siguió.
-No quiero que te pongas así cada vez que quede con él, es mi novio. Entiendelo ya, joder- mientras comenzaba a enfadarse.
-Es tu novio, ¿Pero entonces yo que soy?, ¿tu juguete?- tiró las bolsas, le agarró de la mano y le besó.En ese momento iban justo por la calle 23, poco faltaba ya para llegar al portal. De repente Lucía comenzó a distanciarse de él, y no tubo más escapatoría que ponerse a fumar.
-O te decides o me perderás- gritó Andrés.
-No puedo, lo quiero a él- mientras encendía un cigarro.
- ¿Entonces que hago yo aquí?- no podía ni respirar.
- No lo sé, pero os quiero a los dos- apagó el cigarrillo y se marchó a casa.Andrés vió como se marchaba y desaparecía entre la niebla, recordandole como su madre había desaparecido también, solo que de Lucía sabría mucho más.
Ya era alrededor de la media noche cuando el móvil de Lucía sonó:
-Hola- era Andrés
-Andrés, lo siento- bajando la voz.
-¿Puedes hablar ahora?- preguntó alegremente.
-Estoy con él, no creo que sea el mejor momento- cada vez más bajo.
-Solo quería decirte que te quiero- mientras comenzaba a llorar.
-Andrés, y yo. Llamame cuando puedas- Y colgó.Lucía iba junto a Juan camino al lugar de reunida con todos. De ahí salieron a disfrutar de lo que sería una de las noches que Andrés nunca olvidaría. Ya era hora de que llamara, pero decidió no hacerlo. En su mente cada llamada era una molestía para ella, cosa que no era del todo cierta. Pero en si, ya tenía millones de llamadas suyas, no creía que pasara nada por cuatro más.
Andrés ya había sentido sobre que esa noche Lucía quedaría con Juan, no era una idea que le gustara mucho, pero tenía que aguantarlo, al menos así no se mostraría débil delante de ella.
Fran había tomado la iniciativa y le llamó:
-Andrés, vente conmigo y con Laia, iremos a dar una vuelta- tan alegre que ni le reconoció.
-¿Fran? Si, ya bajo- y colgó.Andrés se secó las lágrimas, cogió su chaqueta gris, la que a ella tanto le gustaba, y corrió hacía la estación donde siempre se encontraba con él. Ahí fue donde por primera vez, comenzaron a fumar y beber juntos, era su circulo interno, una guarida para cuando estaban mal. Laia sabía todo lo que pasaba en esa estación, así que le había prohibido volver a ir. Andrés esperó media hora, y al ver que no llegaba le llamó:
-Fran, te estoy esperando- temblando de frío.
-Hostia, ya salgo esperame- sonaba un poco cansado.Se había entretenido follando con su novia. No era lo más raro del mundo, siempre antes de cada salida lo hacían, así aseguraban estar felices toda la noche y que no hubieran atracciones por otras personas. Eran así de raros y precabidos.
En ese momento, María -la mejor amiga de Andrés- bajando las escaleras de la estación, se lo encontró tirado en un banco y fumando.
-¡Andrés! Tira eso ya- odiaba la idea de que él fumara aunque ella lo hacía.
- María solo es uno, te lo prometí- mientras tiraba el cigarro.
-Ni uno ni leches. Piensa que de la hostia no te salvas enano- se sentó junto a él y lo abrazó
-¿Es por ella?- conociendo sus motivos. María más que una amiga era una madre para él, conocía cada gesto, y cada paranoia que se creaba.-Que crío, sabes perfectamente que no va a dejar a ese desecho que tiene como novio, solo por irse contigo- directa y sin tapujos.
María no se callaba nada, y si algo tenía que decir lo decía. Muy poco le importaba lo que la gente pensara de sus opiniones y aportaciones a la sociedad, algo que en sus palabras -Se la sudaba-.
-¿Y por qué después de todo sigue a su lado, no soy suficiente?- no podía dejar de temblar.
-No Andrés, eres suficiente y más, solo que las mujeres somos tan idiotas que nos quedamos con lo peor, y dejamos ir a lo mejor- se giró y comenzó a beber su cerveza.
Andrés le miró y comenzó a llorar. Se fue corriendo mientras atravesaba los andenes de las estación. Quería salir de ese mundo, no quería seguir viviendo y aguantar todos los día una historia diferente.
Corrió hasta llegar a la cima de la montaña donde se veía toda la ciudad, algo así como una Torre Eiffel. Y ahí llamó a Lucía:
-Lucía, no te pienso olvidar- llorando y sin parar de gritar.
-Necesito que sepas todo lo que siento por ti. No quiero que te equivoques y pienses que soy como todos te lo han contado- sin parar de llorar.-Tranquilizate Andrés, no pienso olvidarme de ti- un poco confusa con lo que pasaba.
-Pues más te vale que sea así, porque espero que recuerdes porque vivía- Colgó y se tiró por el barranco.
Esa noche, no era la más cálida, el frío inundaba cada rincón del cuerpo de las personas que aún así el suelo pisaban, para ir a cenar o simplemente dar un paseo. Andrés pudo dejar de vivir, pero solo por una noche.
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El diario de Lucía
RomanceLa siguiente no es una história cualquiera, ni un cuento de hadas. Es una realidad complicada, tanto para él, como para ella. Andrés, un chico de clase alta, poco sútil y muy engreido, conoce a Lucía, todo lo contrario a él. Una chica más tranquila...