Prólogo

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"Tu alma gemela no es alguien que entra en tu vida en paz, es alguien que viene a poner en dudas las cosas, que cambia tu realidad, alguien que marca un antes y un después en tu vida. No es el ser humano que todo el mundo ha idealizado sino una persona tal vez tan rota como tú, o más, que se las arregla para revolucionar tu mundo en un segundo.

Manhattan,
New York.

La contaminación acústica estaba poco a poco gastando las pocas energías que llenaban el cuerpo de Lauren Jauregui. No era una mujer paciente. Nunca lo fue. Y Dios sabe cuánto odiaba el tráfico antes del trabajo. Solía levantarse cada mañana una hora antes del amanecer, así tenía tiempo de ducharse, alistarse, desayunar, y como no, conducir tranquilamente sin ningún tráfico. ¿Porque quien en su sano juicio estaría conduciendo hasta el centro de Nueva York a las seis de la madrugada? Pocas personas, pero entre ellas estaba Lauren.

El orden en su vida era algo fundamental. Por eso cuando está mañana su reloj no hizo su función, por un cortocircuito que afecto todo su barrio durante unos minutos en mitad de la noche, simplemente se volvió histérica. No es que le afectará llegar tarde al trabajo, después de todo ella era la jefa, no, lo importante era seguir su rutina tan precisamente organizada.

Los pocos días malos que tuvo Lauren a lo largo de su vida fueron precisamente aquellos en los que su rutina era ligeramente desviada. Al menos desde que cumplió los dieciséis.

Si tan solo fuera la impaciencia, tal vez Lauren hubiera podido aguantar, pero también eran los diferentes ruidos exteriores que le impedían abrir la ventana a pesar del calor que empezaba a hacer cerca de las once de la mañana en mitad de Manhattan. Los gritos, los claxones, los idiotas jugando con el motor de sus coches.

El vaso de plástico en el que se podía leer, con una ortografía algo desagradable, el nombre de la pelinegra era su única diversión en aquél infierno. Rozaba el vaso rodeándolo cada segundo un poco más rápido haciendo así de su larga espera algo más entretenido. Al menos hasta que su móvil empezó a sonar dentro de su bolso en el asiento pasajero e hizo que se sobresaltara derramando el café sobre su traje de Zara a tres mil euros recién comprado.

—Te odio. —Dijo a penas contestar a la llamada de su mejor amiga, Normani Kordei.

—Siempre me ha encantado hablar contigo, a todos nos gustan las personas desagradables desde por la mañana. —Contesto la morena con ironía, mientras la pelinegra tan sólo rodaba los ojos suspirando en silencio.

—Bien, ¿que quieres?

—¿Dónde estas? Tenemos reunión con el secretario general en menos de veinte minutos.

—Oh, estaba dándome un pequeño baño relajante. Ya sabes, siempre me ha gustado llegar tarde.

—Mh.. Noto ironía en tu voz, ¿me equivoco? —Por segunda vez del día, Lauren rodó los ojos.

—Llegaré lo más pronto posible, entretenles.

La pelinegra suspiró antes de empujar el claxon lo más fuerte que pudo, y tuvo que esperar unos diez minutos más hasta por fin empujar el acelerador para llegar solo unos minutos antes de la reunión.

Cuando Lauren Jauregui, al fin, entró por las puertas de su empresa, cuatro horas y casi veinte minutos en retraso, todos en absoluto la observaron con la boca entre abierta y los ojos como platos. Y si había otra cosa importante que saber sobre ella, a parte de su impaciencia, era sin duda el hecho que odiaba ser el centro de cotilleos de los demás. Y en eso, precisamente, se había convertido al llegar tarde por primera vez en cuatro años.

Gonna Get BetterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora