Acurrucarme en tu recuerdo

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Rodeado de botellas de licor, dejado caer de cualquier manera sobre la butaca de cuero que tanto te gustaba de mi apartamento, sólo hago que pensar en ti mientras las lágrimas amargas recorren mi rostro. No hago nada por detenerlas, no merece la pena, nunca se detienen.

Siempre que me siento aquí es lo mismo, el corazón se me encoge y un nudo se instala en mi garganta. Y lo único que parece deshacerlo es el alcohol. Hace meses que sólo bebo cosas fuertes, sólo su ardor logra mitigar un poco este dolor que me consume por dentro cada vez que pienso en ti.

Los recuerdos asaltan mi cabeza como una cruel tortura de tu ausencia.

Recuerdo con pesar el día que nos conocimos. Nunca me gustó la lluvia, pero desde que aquella tormenta me obligó a refugiarme bajo una parada de autobús en la que tú te encontrabas, empecé a apreciarla. Ahora la odio con toda mi alma. Cada vez que veo llover, tu rostro empapado acude a mi mente, como un recordatorio de que ya no estarás nunca más a mi lado.

Recuerdo que siempre que mencionaba el tema, me decías que todo aquello parecía sacado de una película rosa mala. Demasiado cliché. Pero yo siempre te respondía que había sido una forma bonita de conocernos, muy romántica. Y tú siempre reías llamándome cursi. Al final, terminábamos riendo los dos, porque sí, siempre supe que era un poco cursi y, aunque te rieras de ello, yo sabía que en el fondo te gustaba, porque nunca pudiste ocultar tu felicidad o emoción cada vez que yo tenía uno de esos detalles cursis contigo, como aquel reloj grabado que te regalé cuando hicimos un año, o cuando descubriste que mi fondo de pantalla era una foto nuestra, o el día que te pedí matrimonio parados en lo alto de la noria de aquel parque de atracciones en Tokyo. Sí, muy cursi, pero jamás olvidaré tus lágrimas de emoción de aquel día.

Esa fecha ahora me atormenta, ¿sabes? Esperaba ansioso que los días pasaran con rapidez para que llegara el día señalado... Ahora rezo porque ese día no llegue jamás, suplico porque el tiempo se detenga porque no sé como seré capaz de enfrentar ese día con entereza. Ni siquiera sé cómo sigo con vida todavía. No sé como soy capaz de seguir adelante sin ti a mi lado, sabiendo que jamás volverás a mí. Que ya nunca lograré verte de nuevo, acariciarte, abrazarte, besarte...

Tu recuerdo en el hospital es otro que no parece alejarse nunca de mi mente. Atesoro cada momento que pasé contigo, pero odio ese con toda mi alma. Recuerdo con angustia el día que recibí la llamada. Las palabras de la enfermera jamás marcharán de mi cabeza:

"Le llamo del hospital general de Seúl. El dueño de este teléfono ha sufrido un accidente de coche, usted es el último contacto en su lista de llamadas."

Mi corazón se detuvo en ese momento, no hacía ni diez minutos que había hablado contigo. Tardé cerca de cinco en reaccionar y salir de la oficina a toda prisa para ir hacia allí. Fue demasiado tarde.

La siguiente semanas son una nube borrosa en mi cabeza, recuerdo vagamente el funeral, recuerdo recibir el pésame de decenas de personas junto con tus padres, pero no recuerdo el rostro de ninguna, demasiadas lágrimas.

Lo que sí recuerdo con dolorosa claridad, fue ver mi cama vacía aquella noche. Nuestra cama en aquel cuarto tan lleno de recuerdos tuyos. Mirara dónde mirase, todo me recordaba a ti. Tu escandaloso despertador en la mesita derecha. Tu pijama pulcramente doblado a los pies de la cama. Tu portátil encima del escritorio que compartíamos. Una fotografía nuestra encima de la cómoda...

No podía entender como el mundo no se detenía. ¿Cómo podía seguir el mundo adelante cuando tú ya no estabas? Todavía sigo sin comprenderlo...

A veces, todavía espero verte en cualquier esquina, creer que aquello nunca sucedió me da fuerzas para seguir adelante, es la única forma que encuentro de seguir con mi vida. Pero tu recuerdo siempre me sacude con fuerza y a veces sólo pensar que nunca te tuve a mi lado es lo único que sirve para poder continuar adelante, pero me odio cuando pienso así porque siento que te traiciono, imaginarme que nunca exististe, que nunca estuviste a mi lado, que nunca compartimos aquellos preciosos momentos juntos... Me siento la peor persona del mundo.

Y la única forma que encuentro de enfrentarme a esta disyuntiva es beber. Emborracharme cada vez me cuesta más también, las botellas junto a la butaca aumentan mientras mis lágrimas no se detienen, cada vez saben más amargas y sólo el alcohol logra borrar ese sabor de mi garganta con su quemazón.

Todas las noches acabo durmiendo ahí. Mi espalda se resiente y mi cabeza parece a punto de explotar a la mañana siguiente, pero no me importa. Dormir en esa butaca es lo único que consigue calmarme. Todavía conserva tu olor de tanto tiempo que pasaste en ella. Dormir ahí me hace creer que todavía estás a mi lado. Tu olor me envuelve y parece que te tengo entre mis brazos todavía. Rezo por no despertar y regresar a mi sueño en el que todavía estás aquí conmigo, en el que todavía puedo besarte.

A veces me parece realmente sentir la calidez tus labios sobre los míos. Durante el día me cuesta recordar cómo sabían tus besos, pero cuando duermo parece que realmente me estés besando. Como si bajaras del más allá para estar a mi lado cuando más te necesito, cuando más te añoro, cuando más perdido estoy en mi soledad.

Pero al despertar el golpe es más grande, porque tú no estás conmigo y no volverás a estarlo jamás. El Sol de la mañana me sacude como un golpe de realidad. Mi cabeza está a punto de estallar y una última lágrima recorre mi mejilla antes de levantarme de esa butaca con gran esfuerzo. Nada me apetece más que sentarme ahí y no levantarme nunca, acurrucándome en tu recuerdo, pero sé que tú nunca querrías que hiciera eso. Tengo la certeza de saber que jamás me perdonarías si terminara con mi vida ahora, incluso cuando es lo que más deseo.

Por eso me pongo en pie y me fuerzo a seguir adelante, porque sé que es lo que querrías, porque sé que es lo que deseas e incluso sin estar a mi lado, incluso si no vuelvo a verte nunca, lo único que quiero es hacerte feliz. Y sé que la única manera de hacerlo es continuar adelante, seguir viviendo como tú querrías que lo hiciera.

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