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Dando pequeños saltos, con alegría y vitalidad.

La joven de cabellos azabache llegaba del instituto, como cualquier otro día.

Tomo sus llaves y las inserto en el cerrojo, escuchándose pisadas rápidas por las escaleras.

- Llegue a casa. –Dijo en un suave grito y quitándose los zapatos en la entrada.

- ¡Onee-Chan! –Grito una niña de apariencia similar, con el cabello más corto.

La pequeña se lanzó a los brazos de la mayor, estrujándola con todo cariño.

- Hola, Ayano –La mayor sonrió, devolviéndole el abrazo.- ¿Papá está en casa?

- Sí, ¡te estaba esperando! –La menor hizo un puchero, jugando con los bordeados de su vestido

- ¿A Si? ¿Por qué? –Dijo la mayor caminando a su recamara

- Dijo que quería que lo ayudaras con algo en una máquina. –Respondió la menor siguiéndole

- Ah, Ya veo. –La mayor se deshizo de su uniforme escolar, guardándolo con extremo orden.

Fue a su armario y se puso su ropa de trabajo, mientras la pequeña se balanceaba en sus tobillos.

- Está en el sótano ¿Cierto? –Pregunto poniéndose una banda en su cabello, recogiéndolo.

- Mhm –La pequeña musito, asintiendo.

La mayor bajo las escaleras apresurada, siendo seguida al mismo paso por su hermana pequeña.

Llegaron al sótano, donde se podía apreciar a un hombre trabajando con ardua determinación.

-Padre, ¿Me necesitabas? –Llamo la mayor.

Al querer voltearse, el mencionado se golpeó accidentalmente con la máquina.

- Auch –Se quejó el padre de ambas, sobando su cabeza.- Ah, Hija, ya llegaste.

- Ayano dice que necesitabas ayuda. –La mayor tomo una llave inglesa.- Y bien, ¿Qué es hoy día?

- Estaba pensando en una última invención, ya sabes, antes de que nos mudemos –Respondió el padre buscando piezas en una caja.

- Mm, Muy bien –La mayor sonrió, buscando más cajas con piezas.

- ¿Puedo ayudar esta vez? –Pregunto la menor jalando el brazo de su padre, tratando de llamar la atención.

- A ver, déjame ver si ya estas mejor. –Dijo el padre limpiando sus manos con un pañuelo.

La menor se bajó la calceta larga y extendió su pierna a su padre, el padre le examino, debido a que semanas antes se había caído de las escaleras accidentalmente.

El hombre le apretó no tan fuerte la pierna a la niña, quien no hizo quejido como la vez anterior, dando a entender que estaba bien.

- Bien, puedes ayudar. –El hombre se levantó y le dio un pequeño beso en la frente a la menor.

- ¡Yay! –Grito de forma alegre y se fue a cambiar.

Mientras Ayano se iba a cambiar los dos restantes se dedicaron a buscar piezas funcionales.

El padre de ambas chicas era un inventor exitoso, quien había recibido una promoción para mejorar sus invenciones, por lo cual, en un par de meses la familia se mudaría.

Debido a la trágica muerte de la madre al tener a su segunda hija, ambas son el tesoro de este hombre.

La ayuda de ellas en su trabajo es de esperarse, debido a que es la única actividad en que están todos juntos.

[. . .]


- Bien, creo que es suficiente por hoy. –Dijo el mayor exhausto.

- *Huff* Si, supongo. –Respondió la mayor de las hermanas.

- Supongo que Ayano no dio para tanto. –El mayor acaricio la cabeza de la niña, quien se encontraba dormida en una colcha que se encontraba allí.- ¿Podrías llevarla a su habitación?

- Seguro. –La mayor se acercó Ayano, cargándola en su espalda.

La llevo todo el camino hasta una puerta con varios motivos de Sailor Moon, Candy Candy y demás.

Le acostó en su cama y le quito las prendas sucias, poniéndole en su lugar un pijama y cubriéndola con una manta.

Le dio un beso en la frente y se dispuso a irse.

- Mmhm, ¿Onee-Chan? –La llamo la menor con un bostezo de por medio.

- Ah, Ayano, es hora de dormir –La mayor le acaricio el cabello.

- ¿Prometes que *bostezo* Mañana jugaremos? –Pregunto con los ojos entrecerrados.

- . . . Seguro. –La mayor sonrió y le abrazo con delicadeza.

Sin nada mas que hacer, dejo la habitación.

.

.

.

Así que, ¿Te gusta divertirte?

A mí también.

[ Mʏ Uɴɪᴠᴇʀsᴇ || YᴀɴᴅᴇʀᴇSɪᴍ || Fᴜɴ ɢɪʀʟ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora