Posiblemente era horriblemente reiterativo decir lo aburridas y monótonas que eran las mañanas, sin embargo este sábado sería algo diferente. Era casi una rutina ir por las cosas que hacían falta en mi vacío refrigerador, pasar el día en una cafetería llena de gente posiblemente intentando escapar de su rutinaria vida o de las personas que tanto gustan entrometerse. Al caer la tarde me gustaba ir al teatro o al cine de vez en cuando, siempre y cuando algo llamara mi atención. Pero hoy mi rutina cambiaria por la caprichosa idea de realizar una fiesta de cumpleaños, no para mí, sino que para aquellos que llamaba amigos.
Nunca me gustaron mucho los Froot Loops, a mí me gustaban esos cereales de miel con forma de pequeñas estrellitas. Siempre comí de esos, hasta que Daisy llegó a mi vida y cuando cumplió tres años mis padres decidieron que ella elegiría el cereal. La pequeña siempre escogía froot loops y durante un año fue una costumbre comerlos todas las mañanas, junto a risas acompañadas del claro y brillante sol de la mañana entrando por las cortinas de encaje.
Puedo visualizar a mis padres riendo, a Daisy derramando la leche con aquellos anillos de colores sobre la mesa, un delicado beso de mi madre en la nariz de mi hermana antes de irse a trabajar y como luego de eso mi padre la levanta en sus brazos con vigor, su risita inunda todo mi apartamento, ellos no me ven, como si fuera invisible, como si ellos estuvieran desayunando en otro lugar tan lejano que nunca podre alcanzar. Aunque pueda pensar que ellos me cuidan, que me acompañan como lo hacen la mayoría de las personas que han perdido a un ser querido, sé que es mentira, solo es un bálsamo para calmar mis heridas, los muertos no nos miran desde un lejano lugar. Estoy solo y lo seguiré estando. Ellos ya se fueron y no volverán, no me reuniré con ellos al final de mi vida porque todo termina cuando morimos.
Suspiré fuerte, intentando que aquel nudo en mi garganta desapareciera. Comencé a respirar hondo, el dolor que día a día crecía dentro de mí era difícil de soportar y me hacía imposible aguantar las lágrimas cada que pensaba en mi familia.
Estar siempre solo dolía, quien no sabía lo que era la soledad era tan afortunado. Mantenerse alejado de la luz y la felicidad, de la risa y la alegría que los demás te entregaban te comenzaba a hundir cada día mas y mas y al final... lo único que te mantenía viviendo era el seguir siendo infeliz, para no herir a los demás, para no regalarles esos hermosos y efímeros momentos que rápidamente se transformarían en un horrible sufrimiento.
Si amas, tienes que quedarte con el dolor de la ruptura. Si tienes amigos, debes prepararte para verlos partir en compañía de gente mas interesante que tu. Si luchas por subir a la cima de tus sueños entonces debes soportar el impacto de la caída. Si te quedas en el centro experimentaras ambas cosas, pero cuando le temes al dolor, cuando la caída que sentiste fue tan fuerte entonces te vas al camino completamente opuesto, te mantienes al margen y aunque la soledad y la oscuridad sean mayores en tu mundo, nunca más volverás a sufrir de manera tan horrible.
El mercado era el mejor lugar para encontrar frutas y verduras frescas. Ahí los mercaderes ponían sus puestos y vociferaban alto lo que vendían. Casi no podías caminar por las pequeñas calles atestadas de gente con carritos repletos de cosas. Los puestos del mercado estaban en su mayoría repletos de frutas y verdura, pero eso no significaba que no podías encontrar desde ropa de segunda mano hasta películas pirata.
Caminé despreocupado pensando en algunas recetas para que los amigos vegetarianos que tenía pudiesen comer. Me dirigí al puesto donde solía comprar desde que era un niño, observando unas grandes berenjenas.
―No entiendo lo que me dice... ¿Qué quiere? ― decía la mujer del mercader, mirando aproblemada a mi vecino de al frente.
No había pasado ni un día desde que lo había tratado de manera tan descortés y ahora podía ayudarlo en lo que sea que necesitara, aunque no lo esté haciendo por él, sino que para aliviar el remordimiento y la culpa que me recorría. Aunque costara aceptarlo, los seres humanos somos criaturas egoístas, que solo piensan en su propio bienestar.
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El Mundo Del Silencio Eterno
Short StoryGregor Reed es un violinista que ha perdido la pasión absolutamente por todo en la vida. Aun así continúa viviendo una vida sin color, donde las danzantes notas que alguna vez llenaron su corazon y existencia ya no lo hacen sonreir. Gregor Reed dese...