Eres como mi peor migraña.
Desapareces y apareces en mi mente sin avisar.
Tienes tus temporadas, tus días y tus horas.
Duras tus minutos y a veces incluso semanas.
Pero cuando te vas me dejas con secuelas
tan penetrantes como el perfume que seguro que llevas
y nunca me dejaste oler.
- Has mentido a mi madre – dije riendo mientras andábamos hacia ninguna parte
- No me siento orgulloso de ello – intentaba no sonreír, pero mi risa era tan contagiosa que conseguí que sus labios se curvaran un poquito cuando terminó su frase. - Debes prometerme que no volverás a saltarte ninguna clase más – tomó un tono de voz más serio, y entonces noté la gravedad del asunto. Él estaba dando la cara por mi, y ni si quiera sabía realmente porqué se arriesgaba tanto.
- ¡Pero si esta vez fue culpa tuya! - bromeé
- Yo no sabía que habías estado saltándote las clases durante una semana – fingió un gesto de enfado, pero también bromeaba. - ¿Qué te apetece?
Su cabeza se halló girándo se hacia derecha e izquierda buscando algún local donde sentarnos y quizás tomarnos algo de beber o un helado.
- No quiero que me invites a nada
- ¿Quién ha dicho que voy a invitar yo? Quiero que me compres un helado de chocolate, de esos que llevan galleta por encima
Sus ojos me miraron, y esta vez su boca no dudó en mostrarse en forma de sonrisa. En ese momento la temperatura de mi alrededor se subió y yo sentí que la culpa era suya por ser tan jodidamente mono.
- ¿Vamos a allí? - señalé una cafetería que se encontraba a una calle de distancia. Era una cadena de cafeterías a la que me gustaba ir con mis amigos cuando estaba en Carolina
Él no dijo nada, solo sonrió y me llevó hasta allí. Él pidió un café y yo pedí un batido de fresa, que pagó sin ningún tipo de impedimento.
- Me haces sentir como un bebé – dije refiriéndome a las bebidas que habíamos elegido cada uno de nosotros
Los dos reímos durante unos segundos que usualmente serían incómodos, pero esta vez reunían el silencio de forma relajante y calmada. Exactamente lo que necesitábamos.
- ¿Hablarás con el director?
- Y con tu profesor de historia; con quien haga falta. No quiero que te expulsen
- ¿Por qué lo haces?
Eso último se me escapó. Tenía miedo de que me dijese que le gustaba o algo parecido. Eso traería más y más problemas; y aunque quizás me gustase oírlo, no era lo que yo quería. Me distraje observando las demás mesas colocadas por la cafetería. No quería mirarle a los ojos y él ya se había dado cuenta. Sonreía dulcemente viéndome sufrir aquel ataque de nervios perfectamente disimulado. El silencio volvió a aparecer y yo aprovechaba observando los cuadros de las paredes, las sillas de madera tallada, a cada persona sentada en ellas. Había una chica pelirroja acompañada de una niña pequeña en una de ellas, y un hombre mayor en la mesa de al lado. También estaba una pareja en la mesa de la esquina y un chico sin ningún tipo de compañía e en la mesa de enfrente. Su pelo largo recaía sobre su rostro mientras leía detenidamente algo en su móvil. Me había evadido completamente de aquella conversación y ya no sabía si Nil estaba hablándome o no. Me concentré en aquel chico de pelo largo y vaqueros rotos en las rodillas. Levantó su cabeza por fin, y desde esa perspectiva solo podía verle el perfil moteado en pecas que en sitios específicos se acentuaban en color.Seguramente la sensación de mi mirada sobre él se le apoderó,porque justo en el momento en el que me fijaba en sus pecas, su cuello se giró hacia mí y pude ver aquellos ojos de los que había estado enamorada todo el tiempo que había vivido en Carolina.
- Bueno, quizás suene raro, pero ... - Nil paró de hablar cuando me vio levantarme bruscamente de la silla
- Debo irme
Observé como Nash se levantaba también de su silla sin desconectar su mirada hacia mí y el instinto de huida se me activó. Cogí mi bolso que yacía en el suelo y salí lo más rápido posible de la cafetería. Eché un último vistazo hacia el interior del local y aún estaba Nil sentado, perplejo de lo que acababa de pasar y observando cómo Nash también corría detrás de mi.
Esquivé cada persona que se interponía entre mi camino y el crucé entre la acera por la que andaba y la de enfrente. Él no podía estar allí. No podía volver a verle, no podía volver a permitir que me hiciese daño otra vez.Sin percatarme de si el semáforo me permitía cruzar por aquella avenida tan transitada de Seattle, corrí rápidamente mientras todo a mi alrededor iba increíblemente despacio.
- ¡Lea! - giré mi cabeza y era Nash el que me gritaba desesperado, con cara de miedo y terror.
Durante unos interminables segundos mis sentidos se agudizaron y pude oír el rápido latido del corazón de Nash, el mío, que también era acelerado, y el motor de un coche rojo que no me vio en medio de su camino hacia ninguna parte. Otra vez oí mi frecuencia cardíaca, lenta, como el paso de un caracol, que se vio interrumpida por la voz del chico de ojos azules.
- Lea... – Su sentimiento de impotencia le impidió decir nada más
El tráfico se había parado alrededor de mi cuerpo tendido en la calzada. Mi bolso había ido aparar a cualquier otra parte de la calle y todos los peatones que andaban por allí cerca gritaban mientras llamaban a una ambulancia.
Yo, durante esos interminables segundos, me ahogué en el mar de arrepentimiento de aquellos ojos que me miraban mientras me dormía.
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Lo siento, he tenido problemas con este capítulo. Creí que se había subido y no lo había hecho...
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2da TEMPORADA (Nash Grier) CANCELADA
Teen FictionNi una llamada. Ni un mensaje. Nada. Nash Grier se olvidó de mi completamente. Y yo de él ... o al menos eso intentaba.