Era una hermosa tarde nublada en Londres, el clima era perfecto y parecía que no habría rastro de lluvia. Esto a Harry no pudo haber animado más, ya que hoy sería su último examen antes de salir de la universidad.
Toda su vida había soñado con ser un policía, desde aquel día a su corta edad de 9 años donde un policía le salvó la vida a él y a su madre. Harry comenzó a tener cierta adoración hacia las personas con éste oficio, tratándolos como una clase de superhéroes.
El tener la oportunidad de haber entrado a la mejor escuela de policías no podía tener a Harry más que feliz y emocionado. Ansiaba el poder terminar ese estúpido examen para poder empezar el verdadero trabajo que tanto había soñado.
Entró al inmenso salón donde pocas personas se encontraban. No entendía como a la gente no le gustaba éste trabajo, arriesgar su vida por los demás siempre le había parecido lo mejor.
Casi a la noche de ese mismo día Harry estaba regresando a casa, exhausto y algo nervioso por los resultados. Estaba seguro que la prueba física la había pasado fácilmente, pero muchas de las respuestas que había dado no lo convencían.
Caminaba por las calles de Londres pensando seriamente aquellos problemas que atormentaban su mente debido a aquel examen. ¿Cómo sacar a unos rehenes? ¿Cómo detectar droga? ¿Cómo detendrías un robo?
Sentía que sus repuestas habían sido muy estúpidas, pero adecuadas.
»»»»»»««««««
— ¡Louis Tomlinson, ven aquí enseguida!
El mayor de los chicos Tomlinson, con apenas 17 años, bajó con algo de fastidio. Caminaba arrastrando sus pies con pereza y se cruzó de brazos en un gesto de molestia.
— ¿Qué pasa, madre?
Jay miró a Louis con el ceño fruncido, un habitual gesto de ella cuando estaba bastante molesta.
— Acordamos que mejorarías en la escuela, Louis, ¿por qué no cooperas? Desde que tu padre murió has actuado tan rebelde y diferente, te desconozco.
— Así soy yo, mamá, sólo que trataba de mostrar lo mejor de mí a mi padre.
— ¿Y a mí no?
Sin responder aquella pregunta, Louis salió de su casa, odiaba que todos siempre le recordaran a su padre, que siempre lo compararan a como era antes. Sus amigos lo hacían todo el tiempo, por eso dejó de estar con ellos y encontró a gente que de verdad lo entendía.
Le mostraron cosas que lo hacían sentirse mejor, cosas que hacían que olvidara el dolor, sus amigos eran de verdad.
