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Harry Styles,  27 años, jefe de policía en la estación principal de Londres. A sus cortos 23 años de edad había empezado a trabajar en su trabajo tan soñado desde que era un pequeño niño.
Él admitía que no había sido nada fácil el poder llegar hasta el lugar donde se encontraba ahora y todo se lo debía al apoyo de su madre, de su hermana y de su novio Nickolas.
Cada día que salía de su casa a trabajar, trataba de dar lo mejor de sí para hacer Londres mucho más seguro, esperaba mantener la ciudad tranquila para su pequeño sobrino que vendría el camino e incluso para sus futuros hijos.
— Buen día, señor Styles.
Saludó su compañero de patrulla que usualmente lo recibía con una caja de donas, su café de siempre y una amplia sonrisa. Harry se sentía muy tranquilo con él a su lado, además que ya lo conocía mejor que a nadie.
Su recorrido era tranquilo, como solía serlo, hasta que una voz por la radio los sacó a ambos de su burbuja.
— Patrulla 745, adelante patrulla 745.
— Aquí patrulla 745 habla Styles. 
— Señor, lo necesitan urgentemente en la estación, el comandante lo busca.
Harry y su compañero se miraron algo desconcertados, ya que no tenían nada programado para hoy.
— Estaré ahí enseguida.
Pocos minutos después Harry estaba bajando de su patrulla, ordenándole a su compañero que esperara dentro ya que no esperaba que la junta durara demasiado.
— Te irás a Doncaster.
Harry pensó no haber escuchado bien aquello.
— ¿Disculpe?
— Necesitamos llevarte a Doncaster, hay una gran cantidad de tráfico de drogas, te necesitamos allá.
— Pe-pero… No puedo irme, estoy por pedirle la mano a mi novio, no puedo irme ahora. — Tartamudeó incrédulo de aquello que estaba escuchando.
— Lo siento, Harry. Es una gran oportunidad para ti. Además, ¿no querías hacer a Londres más segura?
Harry se quedó sin palabras, simplemente cerró sus ojos meditando y al abrirlos su rostro no vacilaba más.
— Sí, señor.
Una amplia sonrisa adornó el rostro del comandante.
— Así me gusta, Styles.

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— ¡Louis! ¿A dónde crees que vas? — Su madre se encontraba de brazos cruzados enfrente de la puerta, observando como su hijo estaba a punto de salir de la casa.
Louis rodó sus ojos mientras colocaba el gorro de su suéter, sacó un cigarrillo de su bolsa y lo encendió ahí frente a su madre.
— Saldré con mis amigos, muévete.
Escupió el humo sobre el rostro de su madre, sus hermanas observaban todo desde las escaleras, sin atreverse a acercarse al mayor de los Tomlinson.
— Hijo… — Su madre acunó el delgado rostro de su hijo entre sus manos. Él se tensó algo nervioso por el tacto de su madre, pero tampoco protestó. — Te amo, te amo muchísimo. Me duele verte así, ver en lo que te estás convirtiendo. ¿Crees que a tu padre le hubiera gustado?
— ¡No hables de él! ¡Tú no lo conocías, no lo atendiste, por eso se fue molesto y murió! — Sus ojos azules tomaron un tono oscuro, el enojo comenzaba a llenar sus venas y apartó las manos de su madre como sí quemaran. — Muévete, Jay.
Ella obedeció con una sonrisa en su rostro, a pesar de aquellas lágrimas que adornaban sus ojos.
— Detesto ésta basura de familia.
Louis salió de la casa azotando la puerta detrás de sí, terminó su cigarrillo de una sola aspirada y sacó el humo por su nariz sintiéndose relajado de repente.
Aun deseando más sacó una pequeña pastilla de su pantalón metiéndola en su boca. Carraspeó un poco y emprendió su camino a casa de Steve, su mejor amigo.
— Estúpida familia, ellos no entienden nada. — Pateó una piedra tan fuerte que fue a parar hasta la ventana de una casa. — Lo que faltaba.
Decidió no correr, estaba cansado de todo, estaba listo para lo peor siempre.

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— Lo siento, bebé, son órdenes. — Suspiró Styles, tratando de consolar a su novio que lloriqueaba contra su hombro.
— Pero Harry, no pueden llevarte. Debes de negarte, quédate conmigo.
Harry se sentía morir aguantando las ganas de llorar mientras abrazaba con fuerza al hombre que ama.
— Lo siento, ya acepté, no puedo retractarme ahora.
— ¡Entonces yo no te importo! ¡Aceptaste sin preguntarme antes! — Nickolas apartó a su novio, levantándose del cómodo sofá donde estaba llorando segundos antes. — Lárgate, ve a cumplir tu patético sueño.
Harry sintió una punzada en el fondo de su corazón ante aquellas palabras.
— ¿Patético…? ¿Crees que es patético, Nick? — Apretó sus gruesos labios, respiró profundamente y ya tenía la situación controlada con un semblante serio. — Bien, me iré, estaba a punto de salir. Sólo venía a despedirme de ti, Nickolas.
Nick no respondió nada, se quedó de espaldas a él sin atreverse a observarlo. Le dolía que Harry se fuera, pero no podría pedirle que se quedara.
— Vale.
Y así, Harry salió de la casa de la persona que tanto amaba antes, que ahora le había roto el corazón.
Listo para llegar a Doncaster, subió a su auto y arrancó, sin saber que esperar allá.

Heroine. |l.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora