El parque Dante

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Nos conocimos en el parque Dante en Nueva York, yo tenía 20 años y acababa de ingresar a Julliard la prodigiosa escuela de artes de Nueva York, mi pasión era tocar el piano y yo era de las mas destacadas de mi ciudad, antes de ir a Julliard yo vivía en Puebla que esta en México.

Tome clases particulares de piano desde los 5 años y a los 19 ya había ganado varios concursos y participado en algunas presentaciones cuando decidí mandar mi audición para Julliard quienes solo aceptan un 7% de los estudiantes.

Esos últimos días no habían sido muy buenos, yo solía sentir y escuchar la música en todos lados pero de pronto esa chispa en mi se apago y me era muy difícil tocar sin inspiración. Mi desempeño estaba bajando y ya me lo habían advertido muchos de mis maestros.

Ese día corrí lejos de la escuela y mis problemas, tenía miedo de lo que podía pasar ya que la escuela es de alta exigencia, fui al primer parque que se me vino a la mente y recordé que en mis primeros días en Nueva York con mi familia recorrimos el Parque Dante (Dante Park) que estaba frente a un teatro.

Al llegar corrí alrededor del parque escuchando los árboles sonar con el viento, cerré los ojos por un momento mientras corría pero de pronto choqué con una persona, ambos caímos al piso, abrí los ojos y me levante de inmediato para ayudar a quien sea que yo había tirado. Era un chico mas o menos de mi edad, traía unos libros y un estuche (de un violín seguramente), supongo que era estudiante pero cuando reaccioné dije:

-Ay, lo siento, no me fijé en el camino.- Lo ayudé a levantarse y a recoger sus libros.

-No importa, si no le pasó nada a mi violín.-Yo expreso preocupación, porque si es un violín profesional puede llegar a ser muy caro pero el sonríe y me dice:

-¡Es una broma!, no te preocupes, para ser honesto yo aveces también cierro los ojos al correr, solo por inspiración.- Me dice intentando animarme, se pone de pie con sus cosas y me mira esperando una respuesta o comentario, pero con mi animo yo solo sonrío. Y el vuelve a hablar.

-Que callada, no es de mi incumbencia pero noto que estas preocupada por algo.- No sabia que decir, no lo conocía pero estaba siendo muy amable con migo y dije:

-Pero... ¿tu eres?...- Hago una pausa de suspenso y el reacciona y me dice:

-¡Si claro! yo soy Michael, estudio música en Julliard y me parece que te he visto antes.- Entonces me sentí mas confiada de hablar y contarle todo.

-Vaya coincidencia, yo también estudio música en Juliard.-

-Y ¿se puede saber que te ocurre?-

-Bueno, he perdido la inspiración y me está yendo mal en la escuela.- Después de eso vinieron más preguntas, y más, yo desahogué mis penas con "Michael".

Antes de eso me parecía todo perdido pero después de caminar y hablar por el parque con el escuché música en los árboles, en las calles, con la gente que pasaba a nuestro lado, volví a sentir ese toque de felicidad que la música me daba y en seguida me di cuenta de que me había enamorado.

Vi la hora y ya me tenía que ir y el me dijo:

-Ya es hora de separarnos señorita.- Yo reí por su amabilidad pero sabía que si nos separábamos era poco probable que nos volviéramos a ver y le dije:

-Y... nos podemos ver en el colegio.- Pero el se mostró en desacuerdo, seguro es muy aplicado, con el desempeño que la escuela exige no lo dudo.

-Me quiero enfocar en mis estudios y con tigo ahí me voy a distraer mucho.- Yo me rio un poco apenada. "No puede ser, estoy perdida" Pensé porque en verdad estaba enamorada.

Después de esto mi cerebro por fin se prendió y propuse.

-Porque no nos vemos mañana aquí mismo.- El accedió esta vez y así empezó todo, fue como nos conocimos y como nos empezamos a enamorar.

Cuando estaba con el admiraba su rostro, su carisma, su amabilidad, su sentido del humor, su risa y podía ver el amor en sus ojos. Cada día que pasaba con el me enamoraba más, pero también me sentía más segura de mi misma y escuchaba la música a donde quiera que iba.

Un día de tantos en el parque caminando nos encontramos con un guitarrista de esos que tocan por dinero, el le dejó unos generosos 20 dolares y después se paró junto a el, se acomodo bien, abrió su estuche, sacó su violín y se puso a tocar haciendo un dueto con el guitarrista. Yo no paraba de reírme discretamente hasta que llegó el punto en que ya no lo pude contener más, des concentré un poco a Michael quien me dijo.

-¡Ven, anímate, unetenos!- Lo dijo tan animado pero yo le dije sarcásticamente.

-¡A claro! me voy a traer un piano desde el colegio o mi casa y me voy a poner a tocar aquí en el parque.- Me reí un poco más, el también y la canción por fin se acabó. El acomodó si violín con mucho cuidado y en orden, luego siguió caminando con migo y me comentó:

-Así que, ¿tocas el piano?- Yo me expreso con algo de enfado pero con gracia y le digo insistente:

-¡Si! ya te lo había dicho.- El hace memoria y me dice:

-Ya lo había olvidado.- Yo me rio ciertamente de su ignorancia y el comenta:

-Piano... es un instrumento complicado.- Y yo agrego:

-También el violín, pero si soy muy buena con el piano.- Ambos reímos.

Nunca olvidaré como reí ese día ni la melodía de el guitarrista callejero en conjunto con su violín.

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