Conciencia.

42 3 1
                                    

Me desperté abrazado a su torso, pegado a su espalda desnuda, respirando su olor y alimentándome de su calor. La luz del medio día entraba por los ventanales de mi habitación. Era consciente de lo que ella causaba en mi y eso me intimidaba. Me senté en la cama envuelto en las sabanas blancas y observe a través del cristal, la ciudad se movía bajo el cielo azul. La observe dormir y cinche un poco las sabanas para poder contemplar sus curvas. Comenzaba a verla de una forma diferente, casi como una abominación. Su rostro terso y su piel fresca, envuelta con ese brillo mágico que siempre la envolvía. ¿De donde salia tanta perfección?

La atracción no era tan solo física, ella tenia la capacidad de nublar cada uno de mis sentidos, al estar con ella no podía concentrarme en nada mas que no fuera satisfacerla. Ella me hacia sentir como esos días en los que te sientes extremadamente feliz sin razón alguna, como en esas tardes de sol en las que no hay ni una nube en el cielo, así era ella, incluso cuando el día anterior hubiera sucedido una tormenta.

Prepare café y me deje caer en un silla, que por cierto me congelo las piernas. Bebí un sorbo mientras la cabeza se me llenaba de preguntas. Sentía resaca, como si la noche anterior hubiera estado tomando una cantidad exorbitante de alcohol.

Apareció ante mi vistiendo solo mi remera, que le quedaba bastante grande,  e intentando atarse una cola en el cabello. 

-Prepare café- Le sonreí al verla.

-Hey- Sonrió -Buenos días cariño- Me tomo de las mejillas y me beso los labios.

-Eh.. Creo que deberíamos hablar sobre lo que paso anoche- Dije mientra se servia una taza de café.

Se sentó frente a mi, con la mesa como única separación entre nosotros y sonrió. Casi como un psicópata, sin poder contener sonrisas en momentos equivocados, pero allí estaba en mi, brotando ese amor desenfrenado por sus labios y sus perfectos dientes blancos.

-¿Estamos en una relación seria?- Pregunto y dio un gran sorbo de su taza sin dejar de verme a los ojos.

-No...- Dudé.

-¿Entonces cual es el problema con lo de anoche?-

Con tan solo dos preguntas y sin haber siquiera tocado el tema realmente, había refutado mi indignación. No podía enojarme con ella por que ademas de tener razón simplemente me resultaba imposible. A partir de este punto me di cuenta que lo que ella causaba en mi y en las de mas personas no era para nada normal.

Tuve que, obligado, enfrentar un largo día lleno de rutinas, sin poder sacarla de mi cabeza, no podía pensar mas que en que ella podría estar con otra persona. No me sentía completo, ya no era yo mismo.

Obsesión (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora