En Death City, mientras la noche hacía acto de presencia, un par de jóvenes caminaban con serenidad por las calles de la ciudad. Un joven alvino de ojos rojos y una chica rubia cenizo de ojos verdes. Soul Eater y Maka Albarn. Ambos caminaban con helados en sus manos, la chica tenía una gran sonrisa en su rostro mientras lamía de su postre, el chico caminaba con un semblante serio mientras lamía su postre y, al mismo tiempo, observaba la carita de felicidad de su compañera.
- Si te ha gustado, te puedo comprar otro sin problema - dijo Soul notando que Maka ya había terminado y que al parecer tenía ganas de más. Esta miró a Soul a los ojos y le sonrió muy contenta.
- No, gracias. - dijo Maka sonriendole a su arma, quien continuo comiendo de su postre - Caminemos más rápido, que hoy me toca hacer la cena y la quiero preparar temprano - dijo caminando un poco más rápido dejando un poco atrás a Soul.
- Si hubieramos venido en la moto hubiese sido más rápido, pero descuida, sé que quieres bajar de peso porque notaste que estás engordando - dijo Soul con voz burlona, con intenciones de molestar a su tecnico, y lo estaba logrando; pues la misma se había detenido para ''esperarle'' - no vayas a jugar sucio, Maka.
- Ya tendré mi oportunidad para vengarme - pensó Maka para luego continuar caminando, ya podía ver un poco más adelante el apartamento donde ellos vivían.
Habiendo llegado al apartamento, cada uno se dirigió a su habitación para, después de haber tomado un baño, cambiarse de ropa y ponerse algo más cómodo para estar en casa. Pues no tendrían tantas cosas encima y ya había la confianza suficiente entre ellos para andar con poca ropa por la casa. Maka tenía una falda blanca y una blusa de tiros azul celeste, con su pelo suelto acompañado por un listón negro. Soul tenía un pantalón y una camisa desabrochada color blanco. Ambos tenían sandalias.
Maka terminó la cena más rápido de lo normal. Soul estaba sorprendido, la cena lucía muy bien, mucho más que los platillos anteriores de la rubia. Y no solo lucía también su sabor era mejor que antes, era como si ubiese cocinado otra persona. La sorpresa era presente en el rostro de Soul, cosa que hacía muy feliz a Maka, quien tenía una enorme sonrisa en su rostro. - Delicioso - fue la pequeña pero a la vez gran palabra que salieron de los labios de Soul, un pequeño sonrojo se posó en el rostro de la muchacha quien se sentó a cenar junto con Soul.
- Sabes... - comenzó a hablar la chica, llamando la atención de Soul - hoy... discutí con mi papá. - dicho estas palabras, Soul dejó de comer y llevó su mirada a los ojos de Maka, quien parecía estar un poco triste.
- ¿Qué sucedio? - preguntó Soul directamente sin despegar su mirada de la chica.
- Lo de siempre, mientras hablaba con él vino una chica y comenzó a coquetearle aún en frente de mi - dijo ella mirando a otro lugar - yo solo me enojé con él y le grité que... yo no lo quería... y me fuí del lugar. Lo escuché llamarme pero no le hice caso... siempre es lo mismo - dijo ella observando esta vez su plato, no lo pudo evitar y derramó unas cuantas lágrimas.
Antes de que ella pudiera secar sus lágrimas, ya sentía las delicadas y tibias manos de Soul haciendolo por ella - no me gusta verte así - dijo mientras continuaba secando las lágrimas de las chicas, pudo ver también como un pequeño rubor se hacía presente en las mejillas de la chica. Tomó un pañuelo de algodón con un poco de agua y lo pasó por el rostro de ella, eliminando rastro alguno de que en esa blanca carita hubieron lágrimas una vez.
Maka siempre terminaba feliz cuando hablaba con Soul. Él siempre tenía palabras de consuelo perfectas para calmar su tristeza y salvarla de la oscuridad. Él siempre estaba ahí para ella, y ella se lo agradecía con el alma. Una sonrisa se posó en su rostro. Alzó su vista para ver a Soul, quien había tomado un vaso de jugo. - Gracias - susurró Maka de un modo casi poco audible, pero por la sonrisa que se posó en el rostro de Soul pudo ver que él lo había escuchado.