Hace tiempo, los desvergonzados Aron y Paul se adentraban en las frondosas llanuras de los alrededores de sus casas. Tras mucho andar, esquivar ardillas voladoras, y ser perseguidos por chatarreros, se toparon con un majestuosa pirámide.
Ambos se quedaron perplejos ante tal extraña arquitectura, se miraron entre si y pensaron lo mismo. Necesitaban un helado.
Tras tiempo deambulando por los parajes que recorrían, con sus respectivos helados ya en mano, dispusieron a volver a aquella pirámide. Una vez escapar por segunda vez de los chatarreros volvieron a esa estructura tan peculiar.
Paul terminó su helado como si se tratase del primer bocado en años, mientras que Aron lo disfrutaba debido al calor que hacía. Paul comenzó a subir por la pirámide, y Aron lo mirada incrédulo. El valor que tenía Paul ante semejante proeza era inaudito. Aron quiso terminar su helado cuanto antes para subir con él.
Una vez que estuvieron los dos arriba, admiraron las fértiles tierras que los rodeaban, pero Aron quería llegar más y más alto, rasgar el cielo con sus dedos, ser el único que admirase tal esplendor desde tan arriba. Miró con desprecio y maldad a Paul y lo empujó pirámide abajo, borracho de gloria. Paul cayó entre las numerosas cuerdas, golpe tras golpe, fue bajando poco a poco hasta caer de cabeza en el suelo de aquel parque.
Así Aron se convirtió en el rey de la pirámide, aunque a Paul le crearía una discordia sin igual para con este, pero eso, es otra desventura.
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Las desventuras de Aron y Paul
HumorAquí narraré las desventuras vividas por mi primo y por mi, con un toque humorístico y ficticio. El caso es descubrir en qué momento la realidad se vuelve ficción humorística.