Iba de camino a la siguiente clase charlando con mi amigo Dan.
-¿Qué tal va lo vuestro con Hanna?-pregunté sin mucha curiosidad.
-Bueno, vamos bien, sin contar que la semana pasada hubo un pequeño problema, pero ya lo hemos solucionado-respondió.- ¿Y a tí? ¿Hay alguna chica que te guste?- preguntó en tono sarcástico.
Bufé. Él siempre me chinchaba y más últimamente porque había conseguido, por fin, que Hanna saliese con él. Fue una historia bstante graciosa ya que ella llevaba rechazándolo casi dos años.Entramos en clase y fui a sentarme en mi sitio, que estaba al final del aula...a la derecha de "ella". ¿Por qué no la llamo por su nombre? La respuesta es simple: no se como se llama. Ni yo, no nadie, incluyendo al director. Los demás le habían puesto un montón de apodos como: "misteriosa", "la que va de negro", "la chica sin nombre"...
Algo que si se es que ella intentaba pasar desapercibido pero lo que en realidad lograba es que se interesaran más en ella. Nunca lo lograría ya que ella es más inteligente que el resto y muchas más cualidades que no me voy a poner a nombrar ahora.
Empezó la clase de Matemáticas. Desconecté a los tres segundos de que el profesor se pusiera a explicar el tema nuevo. Miré de reojo y vi que ella tampoco estaba prestando atención, en vez de eso estaba mirando por la ventana. Hoy hacía un día nublado...
-Señorita, la del fondo-dijo el profesor en tono enfadado, refiriéndose a ella.- Veo que está muy atenta. ¿Podría explicar el tema a sus compañeros por favor?
Ella, lentamente se levantó de su asiento y se quitó la capucha que le tapaba casi toda la cara. Después de eso, con su voz suave y ronca a la vez dijo:
-Permítame recordarle que esa función le está asignada a usted como profesor y, con todo mi respeto señor, me gustaría aconsejarle que antes de sacar conclusiones apresuradas, al menos, compruebe que sus sospechas son verdaderas. ¿Cómo sabe usted que no estoy prestando atención?
Todos los alumnos se dieron la vuelta y dejaron de mirarla a ella para ver la cara del profesor que, en ese momento, parecía un tomate. Volví a mirarla a ella, que permanecía de pié esperando la respuesta del profesor.
-Bueno pues no le importaría resolver este problema, ¿verdad?- respondió el profesor. Cogió una tiza y empezó a escribir números y letras que para mí no tenían ningún sentido. Cuando terminó, se giró y le ofreció la tiza a la chica. Ella la cogió y en menos de tres minutos la pizarra estaba llena de números trazados con una caligrafía perfecta.
-Aquí tiene señor-dijo al terminar.
Los ojos del hombre estaban saltando de la cara de la chica a la pizarra a rebosar de números.
Para suerte del profesor en ese momento sonó el timbre. Ella recogió sus cosas ignorando los murmullos de los alumnos y salió del aula.
Como siempre fui a dejar mis cosas en mi taquilla. Esperé a Dan, que venía con Hanna y fuimos a la cafetería.
-Me he enterado de lo que ha pasado en tu clase-dijo Hanna con una nota de curiosidad en su voz.-¿Es verdad?
-No se como lo hace esa chica, pero parece todose temen, incluso los profesores-respondí.
En ese momento ella entró en la cafetería a su lento y ágil paso, como un depredador acechando a su presa. Un chaval se quedó mirándola demasiado tiempo pero ella, simplemente lo ignoró y fue a coger una bandeja. Nosotros permanecimos en nuestra mesa contemplando disimuladamente. Ella solo cogió una botella de agua y fue a sentarse en una mesa vacía en la esquina del comedor.
-No se que problema tiene esa chica-dijo Dan. -Sólo se que intimida, y mucho.
Hanna asintió.
Al acabar de comer, estábamos dispuestos a salir y dirigirnos a clase pero algo nos llamó la atención. Sam, el tío popular del insti y su grupito de acercaron a la mesa donde ella estaba leyendo un libro. Hay que tener cojones para hacer eso. Ella ni siquiera levantó la mirada.
-Hola guapa-comenzó a decir.- Me preguntaba si algún día querrías salir a dar una vuelta conmigo. Ya sabes, esta oportunidad no la tiene cualquiera-dijo.
Me tensé, temiendo que su respuesta fuese positiva.
-No-respondió en tono seco.
Solté un suspiro, a lo que Hanna y Dan me miraron a la vez. Yo sólo los ignoré.
-¿Que no?-preguntó Sam sorprendido.- Mírame pequeña.
Ella lo miró sorprendida para después decir:
-¿Me estás hablando a mí o te la estás mirando?
Ahora la mitad de las personas del comedor se estaban riendo por lo bajo.
-Oye seguro que no lo dices enserio-respondió Sam acercándose a ella mientras estiraba la mano para tocarle el muslo.-Se que estas deseando pasar una noche loca conmigo...
Ella lo pilló de imprevisto, más bien nos pilló de imprevisto a todos. Se levantó bruscamente, lo cogió del cuello y lo estampó contra la pared.
-Vuelve a tocarme y te juro que te quedas sin tu polla microscópica-estaba sujetandolo con tal fuerza que él se quedaba sin aire.-No salgo con capullos como tú Sam. Ve a buscar zorras sin cerebro que quieran acostarse contigo pero, yo no soy como todas ellas. Me vuelves a tocar y lo lamentas. ¿Entendido?
Él asintió luchando por aire. Lo soltó y se fue a clase.
Las dos últimas clases pasaron muy rápido. A la salida me encontré con Dan esperándome en la puerta. No dijimos nada. Bajamos las escaleras y vimos una limusina negra aparcada en frente. Nos miramos confusos. ¿A quien estarán esperando? Miré a mi alrededor y pude comprobar que la moto de la chica sin nombre no estaba en ningún sitio. Entonces la vimos saliendo del edificio y dirigiendose a la limusina. Un hombre alto y vestidi con traje salió del asiento del conductor y le abrió la puerta. Ella lo miró malhumorada y se metió dentro.El resto de la tarde pasó como siempre. Dan se vino a mi casa, terminamos los deberes, jugamos un rato a la play y finalmente, cuando éste se fue, me dormí pensando en lo que había visto hoy.