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Lo prometido es deuda.

*~*~*

Me levanté temprano y me apresuré a tomar una ducha fría. Para las 6:55 yo ya estaba frente al salón de entrenamiento 201. Me dispuse a entrar, pero al cruzar la puerta sentí una patada en la espinilla y luego estaba tirada en el piso, con un pie sobre mi garganta.
-Llegas tarde. -Alcé la mirada y me encontré con el temible -y apuesto- Soldado del Invierno.
-Llegué antes.
-Pero no antes que yo. -Retiró su pie de mi garganta, para que yo pudiera ponerme de pie, esperé a que me ayudara, pero eso no sucedió, así que tuve que hacerlo sola. -Dime, ¿cómo es que has terminado en el piso?
-Usted me ha tomado por sorpresa.
-¿Y cómo es que he logrado hacerlo? -Lo miré confundida, ¿qué clase de pregunta era esa? -Tú me has dejado el camino fácil. Estabas tan confiada en tu puntualidad que no creías que yo pudiera llegar antes que tú. -Se paró de frente a mí y me miró fríamente a los ojos. -Nunca debes confiarte en una pelea. -Me ofreció la mano. -Soy Barnes, seré tu maestro hasta que estés lista para cumplir con tus misiones.
-Romanoff.
Mi primer día de entrenamiento siguió normal, aunque él era un poco más duro que otros. Era más estricto y no tenía miedo de lastimarme. Terminé el día con varios moretones y magulladuras. Pasaron horas y yo me pregunté si él no necesitaba salir a comer, aunque pensé que tal vez a él le sucediera algo parecido a mí. El entrenamiento debió haber durado doce horas, con descansos para comer y beber un poco de agua, pero el soldado Barnes no me lo permitió, debía endurecerme, eliminar mis debilidades.
A las 20:00 en punto me dejó salir. Dijo que necesitaba cenar y que nos veríamos mañana.

Red Room Academy - Winterwidow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora