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Miré la bandeja, ni siquiera tenía idea de qué rayos me servían de comer, sólo daba mi nombre y ellos me daban una pequeña bandeja de metal. Un vaso de agua que seguro contenía algo para mejorar nuestro rendimiento y una mezcla extraña en un tazón. No sabía mal, pero tampoco sabía bien.
Estaba sentada sola en una mesa, todo estaba planeado para que pudiéramos hablar con nuestros entrenadores y otros participantes en el proyecto. El problema era que nadie quería sentarse con la pupila del Soldado del Invierno, mucho menos ante la perspectiva de que él apareciera. Todos le temían.
Comí la mitad de mi cena robóticamente, ni siquiera necesitaba masticar. Alcé la vista y ahí estaba él, sentado frente a mí, observando mis movimientos. Noté que en su bandeja había algo muy diferente a lo que yo tenía. No sentí su llegada, a pesar de lo agudos que eran mis sentidos, prácticamente podía oír las conversaciones de las mesas al otro lado de la cafetería, pero no escuché cuando él llegó, no lo vi, y no lo sentí. Era como si de repente hubiera aparecido frente a mí.
-Deberías terminar eso, se supone que compensa la energía que perdiste en el entrenamiento y es especial para lo que necesita mejorar tu cuerpo.
-¿No podemos tener una conversación que no se relacione con el fin de estar aquí? -Él se molestó, lo vi en su mirada. No me importó. -¿Qué edad tienes?
No respondió. Después de un rato, concluí que no íbamos a conversar. Él terminó su comida, dejó su bandeja en el contenedor y se marchó.

Red Room Academy - Winterwidow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora