—¿Y ahora qué sigue? —Le pregunté por primera vez, incluso la pregunta daba miedo de por sí, no sabía si aquel atardecer significaba el final de todo o la continuación de una historia a medias.
Ella calló.
Su silencio no decía nada, pero tampoco me decía algo su mirada. Era como si, muy en el fondo, supiese la respuesta sin saber cómo decirla. Y entonces comprendí que no todos lo silencios duelen, algunos intentan sanarte, o evitar destruirte. Una paz que jamás había experimentado se asomó a aquel lugar y sólo se escuchaba cómo el viento intentaba llevarse las hojas de los árboles y ellos se resistían a que se las llevase. Y pienso que lo mismo nos pasa a nosotros: nos da miedo desprendernos de algunas partes, porque son nuestras, tan nuestras que nos aterroriza perderlas.
Intentaba ahogarme en el vaso que ya no tenía, porque me importó más verlo, que sentirlo. Y ahora cómo decir que lo siento, siento tanto no haberte visto cuando esa nube negra cernió sobre ti y desde entonces no paras de relampaguear.
—No hay nada que perdonar. —Me dijo, como si me hubiese leído el pensamiento—. He sido invierno —apartó su mirada, llevándola hacia aquella estrella que comenzaba a sobresalir en el cielo medio oscuro. Y mientras anochecía, solía brillar, pero no aquella noche. Algo pasaba. El magnetismo se rompió, de repente.
No era necesario tener un reloj para darse cuenta de que era demasiado tarde, ya el tono de su voz lo decía todo, incluso lo que jamás me dijo.
Seguían nuestras manos entrelazadas, y recuerdo la vez que nuestras vidas hicieron lo mismo. Y me entristezco al pensar que no volveré a verla mañana, ni a oler su perfume, ni a moderle sus labios algodón.
—¿Sabes? —Me dijo—. Jamás me olvidaré de nosotros. —Una lágrima recorría su hermoso y triste rostro. Y tan de pronto se convirtió en tormenta.
—Yo tampoco me olvidaré de lo nuestro. —Le prometí mientras nuestras manos empezaban a desenredarse por sí solas.
Y, al final, comprendí que después de haber soltado cierta mano, uno jamás vuelve a agarrar igual.
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Pensamientos congelados 2#
PoesíaVivimos para ser nosotros no para agradarle a los demás.