2do Capitulo: Un relato de FE

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Hace algunos meses conocía a un ruso cerca de un viejo río llamado "Tho", donde muchas flores bellas se pasean a centímetros cuanto más pueden cada vez, siempre me pregunte ¿por qué siempre son tan cariñosas esas cositas refinadas? Y fue muy notorio ver al ruso dándoles vida con tanta calma que las horas se notaban entre su sudada y sucia ropa pero no en su sonrisa, me acerqué poco a poco hasta estar muy notablemente cerca y me senté recostándome a un árbol algo joven, me senté a esperar la noche hasta que todo tomará un solo color, ese era el destino que había escogido...  Se acercó a mí y me sonrió sujetando su carrera, siguió su camino por unas rocas con relieve inexactos pero cómodos y siguió con la satisfacción de haber dado vida. Me levante y vi por última vez esas bellas flores y las compare con el dibujo que había hecho de ellas para ellas, seguí mi camino a casa y me reguarde del mundo en mi cuarto, ahí donde todo es tan poco, pero para mí es todo.

¡Día tras día! Se volvió muy divertido ver al ruso contarles chistes a las plantas que podía entender yo también. En una ocasión el ruso se acercó y me dio algo de refresco, era un día cuyo calor podía hacerme deambular con colores reales y no darme cuenta, se sentó a mi lado y con un tono muy forzado para hablar en mi idioma me dijo: ¡A mi hija le gustan muchos estas flores! Y me contó que fue ella quien las había plantado en un principio pero que su impaciencia fue tan tosca que daño cada tallo y que no pudo darle suficientes cuidados a la tierra. También dijo que sintió incómodo al verme sentado observándolo ese día y cuando debía irse supuso que por la intriga debía obtener información sobre el desconocido que solo sonreía y rayaba, pero al acercarse noto ni dibujo tan horrible que no pudo sostener su risa... "El problema no era si estaba horrible o no tu dibujo, el punto es que qué tan poca imaginación te permitía hacer flores tan disparejas en contorno con muchos círculos" esa fueron sus palabras exactas. El humor del ruso era muy notorio, después del primer día en el que hablamos siempre tenía chistes nuevos que hasta se me hacía imposible recordar algunos de la semana pasada. Su nombre es Errtech, su figura exacta de hombre trabajador lo hacía verse más joven y más que escaseaban las canas en su cabeza, pero  tiene 43 años. Después del primer día en que me topé con la acción natural de Errtech nos unimos poco a poco entre las horas que sol me permitía llegar hasta mi casa.

Llego a mi cuarto y me tiro de reversa sobre mi cama a recordar que tan bellas parecían creerse por sí solas las flores, tanto que cada mañana dan lo mejor de sí mismas para que alguien las vea y viven para ella o tal vez solo son bellas sin esfuerzo y sin más no son egocéntricas, ni éticas narcisistas porque nunca lo serían tan amadas actrices. Mi techo es de madera oscura, me gustaría ver tras el ya que las estrellas si se ven bonitas y creo que todos la pueden ver cómo yo, de noche, de noche quiero salir para ver las estrellas y no desde mi ventana secundaria de los tropiezos con los objetos que en la oscuridad no puedo ver, deseo salir y ¡lo haré!...

Tome una lámpara con cuerda elástica que mi papá solía ponerse en la cabeza cuando no había luz en casa y empezaba a hacer cuentos tontos que el si se creía, pero yo no. Camine sin prudencia, solo camine y camine, habían más luces que me acompañaban y de esperanzas camine y camine, apague mi luz y me senté en una banca frente a una tienda algo pequeña, y la banca estaba en frente de tanta luz, solo me acomode lo más responsable que puede y evite gritar de alegría, era como un ciego logrando percibir el cambio del sol y la luna, era la primera vez que me afrentaba a lo que todos decían que sería divertido menos yo. Empezó a salir mucha gente y las luces se apagaron, ya era algo tarde, encendí la luz y empecé a caminar de regreso a casa con las manos en los bolsillos. Hubiera deseado estar más tiempo incumpliendo la orden que mi bienestar impuso, pero debía rescatarme a mí mismo entre risas esa noche y aún así me perdí, no podía distinguir nada aunque hubieran luces ahí, creo que el miedo atacó lo salvo en mi mente que permitía mantenerme sereno y ahora desprecio la idea que tuve de ver las estrellas porque ni eso pude ver después de tanta lujuria por salir. Camine hasta llegar a la parte más oscura del camino que había emprendido y no quise regresar a tras y pensar que así estaría bien, me senté en el piso cerca a una pared que mi lámpara aviso, no sería hasta que llegara que sol que podría reubicarme, entonces apague la luz y cerré los ojos en cuanto ya no notaban la diferencia entre estar abiertos y cerrados.

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⏰ Última actualización: Sep 20, 2016 ⏰

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