Capítulo 3: "Comenzando una nueva etapa".

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En el salón de un gran palacio, donde abundaban los colores dorados, amarillos, blancos y rojos, en todas sus tonalidades, presentes en cortinas, grandes alfombras que adornaban todas las habitaciones del gran salón, paredes, etc., se podían ver también lámparas del más fino cristal que se conoce y la más grande de ellas se encontraba en la habitación principal, donde en ese momento se desarrollaba una gran fiesta de la realeza vampírica.

Alrededor de la gran habitación se veían a distintas personas, mujeres, hombres y niños, todos se estaban divirtiendo, riendo y se encontraban conversando entre ellos, también algunos bailaban en el centro de la habitación, las mujeres con sus largos, coloridos y costosos vestidos y los hombres con sus finos y costosos trajes. En una esquina se podía observar a un grupo de hombres conversando mientras disfrutaban del ambiente de la fiesta, y observaban a los demás divertirse, sentados en los grandes sillones del salón. El principal motivo de la conversación era elogiar a uno de los jóvenes presentes en el círculo, un joven que había logrado un gran manejo del don que se le había concedido el día de su nacimiento. Los Purasangres, son una raza vampírica que se enorgullece de que los jóvenes aprendan a controlar su don especial. Los dones son poderes que se le otorga a cada purasangre que nace y que es único para cada uno, es decir, ningún purasangre tiene el mismo poder que otro, por esta razón es que cuando uno de ellos lograba controlarlo los mayores se jactaban de ello como si fuera un logro propio.

De repente un mayordomo se acercó al grupo de varones reunidos, interrumpiendo la conversación.

-Disculpen Señores por la interrupción, pero unas señoritas buscan al joven Ichyru diciendo que es urgente hablarle.

Todos se mostraron sorprendidos hasta que el nombrado se levantó del asiento que había estado ocupando, cediendo su lugar, y todos los jóvenes presentes empezaron a molestarlo silbando y diciendo cosas como: ¡Hey, Ichyru! Preséntanos a las damas, ¿sí? Ignorando todas las voces el joven siguió al mayordomo hasta la entrada del palacio. Allí, el mayordomo le apuntó a 3 mujeres, Ichyru cuando las vio casi se gira volviendo a la fiesta y le dice al mayordomo que se habían equivocado de persona y que no las dejara entrar. Estuvo muy tentado de hacerlo, pero luego recordó que si no las atendía, toda su vida podría verse destruida en un minuto si ellas no quedaban contentas con él y soltaban su secreto ahí en medio de la fiesta, y luego se corrigió el mismo rememorando que incluso aunque no soltaran la verdad ahí mismo podían ir a arruinar su vida contando la verdad a otro lugar que le asustaba aún más que el lugar donde estaban sus pares. Resignado le indicó al amable señor que podía retirarse y se giró hacia las damas. Antes de seguir torturándose pensando que venían a hundirlo decidió empezar con una liviana conversación para aligerar el ambiente y conseguir calmar sus nervios y relajarse. Así que se dirigió hacia ellas con una gran sonrisa, a pesar de que lo único que quería hacer en ese momento era huir y desaparecer de su vista.

-Savannah, Lenore, que agradable sorpresa ¿Qué las trae por aquí?

Ambas le dirigieron una sonrisa, viéndose complacidas por su recibimiento. Savannah fue la primera en hablar.

-Necesitamos tu ayuda con un asunto.

Lenore, la cual parecía apurada a los ojos de Ichyru, tomó la palabra antes de que su compañera pudiera seguir hablando.

-Basta de rodeos, necesitamos que conviertas a alguien.

El mencionado miró a la chica que en ese momento estaba sentaba en la banca del patio delantero del palacio, la cual se veía bastante mal, casi moribunda, si se juzgaba por el color pálido de su piel y su aspecto demacrado. Apuntándola se dirigió hacia Lenore.

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