"Lo peor de una traición es que nunca llega de parte de un enemigo"
Thomas tenía muy claros sus objetivos en la vida: un trabajo gratificante, unos amigos leales y una cordura mayormente estable.
Desde pequeño, su madre siempre le animó a estudiar lo que le hiciese feliz, le ayudó a distinguir la amistad del interés y le influyó los modales y valores necesarios para alcanzar un grado de madurez importante.
A sus 23 años, Thomas Durden era un joven posiblemente envidiado por mucha gente, había seguido todos los consejos de su madre y ahora era todo un triunfador; Hace dos años consiguió trabajo en una de las más importantes editoriales del país y no podía quejarse de amistades, pues siempre podía contar con Tyler, su mejor amigo de la infancia.
Si todo esto parecía mucho, la apariencia del joven tampoco se quedaba corta, ya desde el colegio, su pelo castaño y sus ojos verdes junto con una estatura algo superior a la media, no pasaban desapercibidos entre sus compañeras (y compañeros) de clase.
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El día que nos interesa en esta historia comenzó como otro cualquiera, Thomas entró en la oficina y, como de costumbre, el frío ambiente del edificio y la gente que andaba apresurada de un lado a otro acogió al muchacho, quien de forma automática se dirigió al ascensor y pulsó el número de la planta 13.
Tras unos segundos, la puerta se abrió revelando a su compañero y amigo Tyler Woodward sentado en su escritorio y mirando la pantalla de su ordenador con un montón de papeles esparcidos por la mesa. Thomas le conocía y sabía que había pasado toda la noche allí por lo que fue directo a la zona de descanso.
-¿Cómo va nuestra amiga Ruth?, ¿Ha encontrado ya a su tío?-Preguntó Thomas cuando entró al despacho que compartía con su amigo, con dos cafés en la mano.
-Aún no ha cruzado la montaña del todo, le ha pillado una ventisca y se ha tenido que refugiar con un total desconocido-Contestó Tyler mientras tomaba su café-Gracias, por cierto-.
-¿Con un extraño?, ¿Y de dónde ha salido?-Preguntó éste ignorando las últimas palabras del editor.
-De la nada, pero claro, es el típico chico guapo rubio con ojos azules que se las lleva de calle y quieras o no, Ruth es una adolescente hormonada, estoy esperando ya la escena del beso-Contestó agotado.
-No sabía que estuvieses editando una novela romántica-.
-Ni yo, pero por cómo es la chica que lo escribe y el público al que va dirigido, me lo espero; En fin, ¿Qué tienes tú?, ¿Téfra se ha declarado ya?-.
-Aún no, pero hoy me pasan el último capítulo del libro, asique o muere alguno o me espera una mañana empalagosa-Dijo Thomas yendo hacia su mesa.
-Te espera una mañana empalagosa se declaren o no, ya sabes cómo son estos escritores-Contestó Tyler riendo casi histéricamente, Thomas le miró preocupado-No me juzgues, demasiadas horas sin dormir no son buenas.
-Si, ya lo sé-Dijo Thomas mirando por la ventana.
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Pasaron varias horas hasta que acabó de editar el último capítulo y un vacío llenó su cuerpo como pasaba con cada libro, Thomas estiró los brazos mientras se crujía los dedos y miraba a su compañero, quien se había quedado dormido sobre el escritorio. Con cuidado de no despertarlo bruscamente, se acercó a él y le tocó varias veces la mejilla.
-¿Si?, ¿Qué pasa?-Preguntó saliendo de su sueño.
-Te has dormido-Respondió su acompañante.
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No es lo que parece[2]
Short StorySegunda parte de la trilogía. Una vida tranquila y estable, eso es todo lo que pedía y tenía Thomas Durden, alguien inteligente que aprenderá que hay veces que hay que dejarse ayudar.