Silent Storm | Rubelangel

Capítulo 2

Ultimando los ajustes para empezar el vídeo, me dispongo a pasarlo mal con el detector de mentiras. Coloco el trípode con la cámara en frente, luego coloco a Cheeto que va a ser nuestro cámara para diferentes tomas. Soy muy meticuloso con ellas porque cuando empecé siempre acababan fuera de plano o torcidas y me molestaba mucho. Entonces o está perfecto o no estoy agusto.

Ahora nos sentamos Alex, Mangel y yo en el sofá (yo en el medio) y cuando Cheeto me da la señal empiezo a hablar.

-¡Muy buenas, criaturitas del señor! -comienzo a explicar de qué va el vídeo. Surgen bromas intermedias que hacen que siempre me lo pase estupendamente con ellos. Me olvido de todo lo malo cuando grabo en un ambiente tan bueno. Y más sabiendo que luego gente que me quiere lo va a disfrutar viéndolo.

Hacemos una pregunta a Mangel. "¿Te sigues tocando pensando en algún youtuber?".
Él responde que no y le suelta el chispazo. Me río mucho pero a la vez pienso en que, si de verdad se la casca con alguien, quién será.

Hacemos otra pregunta a Alex.
"¿Has visto hentai de Hatsune Miku?"
Responde que sí y es cierto. Se salva pero su imagen queda de degenerado. Todos lo tenemos ya pero él más. Río.

Ahora me toca a mí.
"¿Te gustan los penes?"
Respondo que no y ruego por todos los santos que me diga que es verdad. Pero pensando en la pregunta me imagino la de Mangel, giro mi vista y miro su entrepierna, es demasiado para mí. De repente, me da un calambrazo y tiro el aparato al suelo. Esto no puede ser posible. No me gustan los penes, no me jodáis. Lo de Mangel ha sido simple casualidad.

-PERO, ¿QUÉ LE PASA A ESTA MIERDA? QUE NO ME GUSTAN LAS POLLAS. -mi cara debe de ser un poema. Lo bueno de grabar es que lo voy a ver después. Por lo menos me echo una risas viendo cómo me cabreo con esto.

-Tranquilo Rubius, que si te gustan no hay problema. -gira su vista y se ríe. ¿Lo dirá de verdad? No tendría que quedarme con cara de flipado mientras pienso si es verdad o no. Me delataría mucho, pero es como me quedo. Observándolo, llegando a la conclusión de que igual hay esperanza... No, fuera esas ideas. Somos mejores amigos, me lo habría dicho ya si le atrajeran los hombres. Aunque, yo aún no se lo dije. ¿Qué se supone que le tendría que decir? Coño, que no me gustan los tíos, no te flipes. Un día de estos me explota la cabeza de pensar tanto. Al final, opto por reírme con él, es mucho más sano para mis neuronas.

Transcurre la grabación normal, divertida, sin más preguntas revelatorias por su parte. Espero que por la mía tampoco.
Empiezo a recoger las cámaras, las llevo para la habitación y paso los vídeos al ordenador. No sé si quedarme editando ahora o preguntarles qué van a hacer después de que se vayan de aquí. Quizás salir con ellos me despeje un poco.

-Oye, chicos, ¿qué vais a hacer? -les pregunto algo serio, no suelo ser así pero tampoco voy a mentirles con una sonrisa falsa.

-Yo hoy no puedo, lo siento. La prometí a Eva cenar con ella. -se disculpa Alex.

-Nada, no te preocupes -le echo una mirada picarona y sonríe. Admiro mucho su relación. -¿Y tú, Mangel?

-Bueno... He quedado con Bea también. -le cuesta contármelo. ¿Acaso cree que me molesta?

-Entonces, iros ya que vuestras titis os esperan. -si no hago una broma ahora, la cosa se pone fea. Solo por ver la cara a Mangel, lo dice todo. En cierto modo, creo que se dio cuenta de que quizás un poco de celos sí que la tenga. Aun así es normal. Mangel no es de tener una novia larga y acostumbrado a que sea "mío", dificulta las cosas.

Ellos dos se vuelven a disculpar y le quito importancia. Nos despedimos y cierro la puerta tras sus espalda. En el momento en el que solo oigo silencio, me aferro al manillar. Al final, va a ser verdad. Al final, me va a gustar Mangel. Nunca querrá nada conmigo, y quizás si le confieso, me deje de hablar...
Tal dolor me produce eso que, sin darme cuenta, empiezo a llorar. No quiero perderle. No después de tantos años y por algo así. Siempre ha estado para mí. Siempre hemos ido juntos. Siempre hemos hecho todo juntos. Y que ahora no sea ni la mitad, duele. Parece que le estoy perdiendo, aunque me cueste admitirlo pero si le pierdo no quedaría casi nada de mí.