TRITONES TRISTONES

TRITONES TRISTONES (2)

Podría ser que la humedad del ambiente hubiese comenzado a hacer mella en la huesuda fisonomía de Victorina García. Lo cierto era que el acentuado retorcimiento de sus articulaciones no dejaba indiferente a nadie de la acuática ciudad. Y es que los nudos de los troncos de los olivos parecían livianos juncos comparados con las tangenciales curvas de las extremidades de Victorina.

Ella era una de las primeras personas que se transformaron tras la inundación. Su longevidad avalaba la adaptación al medio y más habiéndose criado junto al mar. De padre pescador y de madre conservera, Victorina nadó en la abundancia de una infancia plena de percebes, gambas, vieiras y bogavantes. Quizás por eso evolucionó tan rápidamente.

Su aspecto era similar al mero. Dentro del mundo de los pisci-humanos, los meros evolutivos eran individuos de carácter introvertido, serios y vigilantes. Sus bocas, permanentemente abiertas, indicaban sus deseos de hablar, pero la ingente cantidad de agua que reabsorbían les impedían expresarse de la manera como ellos deseaban. Incluso cuando en un acto de fe amorosa intentaban dos mero-humanos darse un beso, era habitual que uno de ellos se tragara al otro. Esta dificultad de expresarse y de aparearse había hecho saltar las alarmas, y desde el Parlamento Titánide se decretó el estado de emergencia para la especie dándole el apelativo de Especie en Peligro de Extinción.

No obstante, Victorina no sufría por ello porque a su edad era ya bastante improbable que las flechas de Glup-ido se cebaran en ella. No obstante a pesar de los años terrestres que arrastraba y acuáticos que nadaba, Victorina se convirtió en todo un ejemplo de como debían comportarse los pisci-humanos tras la tragedia de la inundación. Tal como dijo el Consejo Tritón, órgano asesor del Parlamento Titánide: Ver, oir y callar. ¡Ups!..¿Donde había escuchado yo eso antes?