CAPÍTULO 5
-No quiero parecer atrevido pero… ¿Qué haces en Londres? – dijo
-He venido a terminar mis estudios en _______- dije. [Pensad la universidad que queráis me da palo poner alguna]
-Yo también estudio con mis amigos allí- dijo. – Pero acabamos de terminar el curso…-
-Hemos venido antes para pasar un verano nosotras solas y poder disfrutarlo- dije explicándole.
-Está bien- dijo
[La conversación sucedía mientras caminábamos. ]
-¿Te apetece que nos sentemos aquí?- dijo.
-No- dije sonriente.
Nos sentamos al lado de un árbol donde hacía sombra. En el césped.
-Debe haber sido difícil separar te de tu pareja ¿No?- dijo.
-No tengo… pareja- dije.
-Vaya pensaba que una chica como tú tendría a alguien- dijo.
-Jeje, no es que hace tiempo ya…- dije. – Pero bueno… ¿Qué tal la universidad aquí, he oído hablar muy bien- dije
-¿Pensaba que habías venido para tus estudios? Deberías estar informada- dijo. Su mirada era hipnotizarte, la camiseta le apretaba se notaba que estaba definido su abdomen, sus brazos estaban perfectamente definidos y se ajustaban a la camiseta, no me había fijado en que esté chico era perfecto, físicamente, y era educado… de momento me gusta. Siempre tienen razón las chicas…
-Sí pero también he venido por otras cosas- dije dedicándole una sonrisa.
-Aparte de estudiar trabajas…-
-No, tengo unos ahorros con eso tengo para unos años aquí- dije-¿Tu?-
-Solo estudió- dijo sonriéndome, su sonrisa era perfecta, esos labios me tentaban a besarle. Como os dije antes, mi tentación son los labios.
-Tus amigas son…-
-Raras lo sé, las quiero porque son diferente, es a lo que les diferencia a los demás- dije. Se rió- Te hace gracia-
-Sí. Porque en ti veo que eres diferente, no he conocido a nadie igual que tu- dijo. Un color rojizo adoptaban mis mejillas, mi mirada tuvo que fijarse en una pequeña rama que estaba entre mis tobillos alargué la mano y la alcancé la fui rompiendo en mil pedazos. Mi teléfono sonó, vi que era un mensaje de Celia:
Cuando termines tu ‘cita’ pásate por la ferretería y haz unas copias para nosotras de las llaves de casa, que queremos salir y no podemos.
-Es Celia, espera un momento- dije. Comencé a teclear.
-Tranquila- dijo. Se tumbó al lado y posó su mano en su nuca, su bíceps se tenso y su camiseta quedo más apretada de lo que estaba, no pude contenerme y mirar de reojo, no sentí que me mordí el labios hasta que me hice un poco de daño.
Primero no es una cita y segundo ¿Pretendes que vaya andando hasta una ferretería?
A lo que ella respondió
No, le pides a tu chico que te lleve.
Como si fuese tan fácil Celia. Respondí.
Me tumbé a su lado. Nos quedamos en silencio. Cuando su teléfono interrumpió.
-Lo siento- miró la pantalla- Debo contestar- se levanto y se fue a pocos metros para poder hablar tranquilamente.