Una chica iba caminando por los vacíos pasillos del instituto. Miraba inquieta hacia un lado y a otro, pues tampoco había nadie en las aulas. Fue hacia la cafetería, y se encontró las sillas tiradas por el suelo, y algunas mesas patas arriba. Cerró rápidamente la puerta y echó a correr hacia la salida, poniéndose cada vez más nerviosa.
Intentaba alcanzar la luz de las puertas de la entrada, pero se horrorizó al comprobar que por mucho que corriera seguía en el mismo sitio. A su espalda todo se estaba oscureciendo gradualmente, y eso no hacía más que darle la sensación de que en vez de avanzar, retrocedía.
— Pero bueno... ¿te vas tan rápido?
La joven se paró en seco al reconocer la voz. Le pareció que era más profunda de lo que recordaba... y tenebrosa. Se volteó lentamente hacia su interlocutor, y un escalofrío recorrió su espalda al ver al que creía su amigo con una sonrisa de autosuficiencia, cruzado de brazos.
—¿Telmo...?–murmuró ella, sintiéndose cada vez más y más pequeña.
Los ojos del chico relampaguearon con odio, y la tomó fuertemente por la muñecas. La chica intentaba zafarse de su agarre, pero era imposible. Telmo siempre había tenido mucha fuerza en los brazos.
—No te pienso dejar ir, princesa... no mientras no me expliques por qué desapareciste durante nueve malditos años sin avisarme.
—N-no fue así...
El joven gruñó y apretó el agarre hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
—¡¡Me haces daño joder, para!!– suplicó ella desesperada.
Un timbre comenzó a sonar de fondo, que asoció con lo que debía ser la campana del instituto. Pero no se detenía, seguía con su molesto sonido. ¿Habría un incendio? No terminó de pensar esa pregunta cuando el timbre se detuvo y comenzó de nuevo un par de segundos más tarde.
Ese timbre... le sonaba... ¿no era...?
Ylenia despertó de golpe, algo acalorada. Se sentó sobre la cama, aturdida por la pesadilla que acababa de tener. Apagó el despertador con desdén y se levantó para subir la persiana. El sol inundó rápidamente su cuarto, iluminándolo hasta la puerta. Sobre la mesa había varios papeles, algunos escritos y otros arrugados en una bola. Se acercó y los tiró a la papelera que había debajo. Mientras lo hacía no dejaba de darle vueltas a un tema que llevaba ya bastante tiempo inquietándole por las noches, y que se había intensificado tras la reciente vuelta a su ciudad natal.
Cuando tenía 7 años su familia se había mudado a una ciudad lejana, en la otra punta del país. Había sido tan repentino que apenas había tenido tiempo de despedirse de sus amigos. Uno de ellos había caído enfermo y no estaba allí: Telmo. No tuvo oportunidad de decirle adiós, así que tan pronto llegó a su destino le escribió una carta, de la que pronto obtuvo respuesta.
Con el paso de los años comenzaron a comunicarse por Whatsapp y Skype, intercambiando fotos y experiencias. Aunque fuera a través de una pantalla, se habían visto crecer y cambiar. La voz de Telmo se estaba volviendo más grave, y de vez en cuando se le escapaba algún gallo que provocaba las risas de su amiga. Por su parte, Ylenia había dado un estirón que el chico no había notado, pero que sí lo haría cuando se reencontraran. Por fin dejaría de llamarla "pequeñaja"...
Por fin sus deseos se vieron cumplidos nueve años más tarde de la mudanza, cuando Ylenia le anunció que regresaba a casa, y esta vez para quedarse. Había llegado a su ciudad natal la noche anterior, y esa mañana ya tenía que ir al instituto.
Ylenia contempló el cielo tras la ventana. Había amanecido con buen tiempo para ser septiembre, y según decían iba a hacer calor. " Seguro, cómo una se puede fiar tanto de los meteorólogos...", pensó rodando los ojos. Caminó hasta su mesita de noche y abrió el primer cajón para sacar el móvil y encenderlo. Tenía por costumbre apagarlo cuando se iba a dormir, ya que no era la primera vez que alguien la llamaba sin querer a las tres de la mañana. Lo dejó encenderse y buscó en su armario la ropa que llevaría a lo largo del día.
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Princess Not Found
Teen FictionYlenia no ha vuelto a ver a sus amigos desde su infancia, y por casualidades de la vida, se reencuentra años más tarde con Telmo, su mejor amigo, y sus viejos compañeros. Allí conocerá a dos chicos: Jandro y Benji, uno de 17 y el otro de 15. ¿Qué pu...