-¡¡¡¡¡¡_________ !!!!! despierta ya, son las 6:30, otra vez retrasada para ir a la escuela.- gritaba mi mamá mientras intentaba derrumbar la puerta de mi habitación a puños. - Ya voy mamá.-respondí molesta.
La noche anterior me había desvelado leyendo por milésima vez Querido John, era uno de mis libros favoritos, por eso jamás dejaba de leerlo; siempre soñaba con una historia de amor como esa, pero con un final feliz.
Me levanté refunfuñando y me adentré en el baño, debía ducharme en menos de dos minutos si quería alcanzar el autobús escolar y no tener que irme caminado de nuevo hacia la escuela. Cuando terminé me vestí rápidamente, atraje la mochila hasta mis brazos y bajé las escaleras saltando de dos en dos.
Ya en la cocina, saludé a mi mamá y le deseé un buen día mientras bebía un poco de café y le daba un mordisco a mi sandwich. Me despedí de mi mamá y salí corriendo hasta la esquina de la calle donde me esperaba el autobús escolar.
Subí, agitada al autobús y saludé amablemente al conductor. El autobús estaba atestado, busqué con la mirada a mi mejor Liam y me senté con él. Liam era mi mejor y único amigo en la escuela ya que ambos éramos muy parecidos. Nuestros padres recorrían el mundo haciendo negocios y nuestras madres trabajaban 23 de las 24 horas del día, éramos bastante solitarios.
Le sonreí tiernamente mientras acomodaba la mochila en la parte de abajo de la silla. -Hola _____, llevábamos mas de diez minutos esperándote.- me dijo con una sonrisa tierna. -Lo siento, me des...- me interrumpió- Si ya se, te desvelaste leyendo Querido John, de nuevo.- Hizo énfasis en "de nuevo".-Por favor, ¡supéralo!. No sabía que responderle, me conocía tan bien, quizás mejor que mi mamá. Esperaba poder devolverle esa ofensa pero no se me ocurría alguna obsesión que él tuviera, así que me limite a reírme de su "broma".
Llegamos a la escuela, era bastante grande y quedaba un poco alejada de ______ (tu ciudad), por lo que era campestre. Allí estudiaban personas de toda clase social, desde los hijos del alcalde de _______ (tu ciudad), hasta los hijos de los aseadores de la escuela; y se lograba percibir desde que ponías un pie en la entrada.
Entramos a clase, Liam y yo estábamos en noveno grado con tan solo 13 años, ya que nos habíamos saltado séptimo grado por nuestros excelentes promedios. Básicamente por eso él y yo nos volvimos mejores amigos, ya que los demás chicos aparte de tener dos o tres años más que nosotros, nos molestaban y nos llamaban "cerebritos".
Nos sentamos juntos como era costumbre y las primeras horas pasaron demasiado lento. -Historia y Literatura, no pueden colocarnos algo más aburrido- dijo Liam mientras salíamos a receso. A pesar de que teníamos excelentes calificaciones, no nos gustaban mucho las clases.
Fuimos a nuestro lugar de siempre, un gran árbol, bastante viejo, pero muy hermoso para nuestros ojos. Estábamos comiendo cuando vimos que se nos acercó una compañera de curso, Susan Howell, la chica más popular de la escuela. Sabía que si se nos acercaba no iba a ser para nada bueno.
-Hola cerebritos- recalcó la última palabra.- Liam y yo la ignoramos y seguimos hablando hasta que ella dejó caer un montón de hojas desordenadas sobre nosotros, era su ensayo de ciencias, si a eso se le puede llamar ensayo. -Quiero tenerlo listo para mañana a las ocho antes de la clase- dijo con esa voz chillona que la caracterizaba. No era la primera vez que hacía algo así, pero ya estaba cansada de que se aprovechara de nosotros. Así que cuando se fue alejando le grite: -¿¡Por quién nos tomas!?, ni sueñes que vamos a hacer este trabajo para ti, ni porque nos dieras toda tu fortuna multiplicada por mil. -Por favor ________, quien te crees para hablarme así- dijo con su tono de niña mimada. -Pues me creo _______ _______, la chica que no va a hacer tu ensayo de ciencias.- y en ese momento llego Liam con las hojas de su ensayo y se las tiró en la cara. Él no era muy bueno discutiendo, pero siempre me apoyaba si era una injusticia.
Susan se fue maldiciéndonos, pero yo le había dejado muy en claro que no podía pasar por encima de nosotros, ni humillarnos.
-¡Buena esa ______! - dijo Liam.- Así se enfrenta a una desgraciada. Le sonreí y seguimos comiendo.
Yo era una persona a la que decía la verdad por muy cruel que resultara, ya había encarado a media escuela porque todos se aprovechaban de su dinero o popularidad para hacernos sentir inferiores a Liam y a mí o a otro más vulnerables.
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Espero que les guste ;)
Besitos :*