Capítulo 10 - Padres

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Poco después de que Eva entrase al portal que la llevaría al otro mundo, sus padres se empezaron a preocupar. La llamaron al móvil, pero no contestaba. Se hizo de noche y aun no venía, y tampoco respondía a las tantas llamadas que le hacían sus padres.

Algo estaba pasando. Ella no podía tardar tanto en venir a casa.

Su madre empezó a llorar desconsoladamente al ver que su hija no llegaba. El estrés podía con ella. ¿Que le había pasado a su pequeña...? ¿Quizás...?

-No deberíamos haber confiado en esas chicas con forma de animal, Óscar. Seguro que ellas se han llevado a nuestra querida hija...- sollozó la madre.

Óscar no le dijo nada a su mujer. Simplemente se quedó callado, mientras miraba hacía la ventana, dándole la espalda. Aquello le molesto mucho a Carmen.

-¡Óscar! ¿¡Acaso no te importa que tu hija este pérdida?!- exclamó la mujer, dejándose llevar por los sentimientos de enfado, tristeza y culpa.

Él se giró y, esta vez, en vez de mirar para la ventana, miró a su esposa a los ojos con decisión.

-Cariño, iré a buscarla, ¿vale? La encontraré, te lo prometo.-

Ella al principio no logró asimilar sus palabras. Unos segundos después, si pudo. Y ella estuvo negando con la cabeza sin parar cuando su cerebro reaccionó.

-No, no te vayas por favor...- le pidió su esposa con voz temblorosa.

¿Y si lo perdía a el también? Al preguntárselo racionalmente, no le veía sentido. Pero en esa situación en la que su hija no estaba, seguramente por culpa de unas chicas de forma animal, la razón no cabía mucho.

-Escucha, escúchame por favor.- le rogó Óscar a su esposa.

Ella empezó a respirar con más calma y se quitó las lágrimas rebeldes que corrían por sus mejillas. Así se empezó a relajar más, aunque aún seguía bastante estresada.
Óscar en aquel momento la abrazó, tranquilizándola aún más. Eso era una de las cosas que le gustaba de él. Siempre le daba aquella firme seguridad.

-Volveré con nuestra hija. Confía en mi.-

Ella correspondió con ternura y agradecimiento el abrazo de su marido.

-Ya sabes que yo siempre confío en ti.- murmuró Carmen con una sonrisa.

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Salió del edificio mientras el frío viento sopraba con fuerza. Se abrochó bien su abrigo y caminó deprisa por las solitarias calles de la noche.

Si tenía que empezar a buscar, empezaría primero por donde sabía que había estado: la convención de anime. Lo más posible era que no estuviera abierto y que no encontrará nada para saber el paradero de su hija, pero no perdía nada por buscar allí. En el fondo, estaba convencido que allí podría hayar algo para encontrarla.

Gracias a la velocidad que empleó, llegó en muy poco tiempo a donde se hayaba la convención. Ya no había nadie allí, y el recinto ya estaba cerrado, seguramente desde hace tiempo.

Eso es lo que parecía. Porque en realidad sabía que había una presencia allí dentro.

Corrió hacía la puerta. Desde la distancia ya la vio cerrada, como se suponía que iba a estar. Decidió entonces coger otro camino alternativo.

El edificio estaba poblado con abundantes ventanas, las que estaban algo altas, pero no demasiado. Óscar sabía que su única manera de entrar allí era por ahí. Así que lo que hizo fue ir hacia un árbol cerca de una de las ventanas y lo escaló con rapidez y agilidad. Ya desde pequeño tenía esa peculiar costumbre, así que no le costó hacerlo. Luego, subido a una rama que estaba a una distancia un poco más alta de la ventana, saltó hacía su única vía de entrada con éxito. El espacio por el que podía entrar a través de la ventana era considerablemente grande, haciendo que Óscar pudiera caber con perfección. Y para finalizar su operación, consiguió abrir la ventana y, además, saltó hacía dentro del recinto. Misión cumplida.

Aunque aún quedaba otra misión más que cumplir.

Ojeó a su alrededor. Todos los objetos y demás de la convención parecían haber sido guardados hace algo de tiempo, por que allí no quedaba mucha cosa pudiera decir que aquella tarde hubo una convención de anime, excepto alguna que otra cosa tirada. Por lo demás, estaba todo vacío.

Estaba vacío de objetos, pero no de personas, él bien lo sabía. No se notaba pero, entre las sombras, una persona observaba todos los movimientos de aquel hombre con detenimiento.

-Se que estas ahí. No hace falta que me acoses más.-

La persona en cuestión, al oír a Óscar decir esa frase, dio una risa seca.

-Nunca cambias, ¿eh?-

Óscar no dijo nada sobre su comentario. En ese momento mantenía una seriedad que casi nunca tenía. Aunque eso la persona que perseguía a Óscar ya se lo esperaba, igual que la pregunta que le iba a formular:

-¿Donde esta mi hija?-

La persona que aún no había salido de su escondite a pesar de haber sido descubierto se río de nuevo, cosa que le molestó a Óscar.

-Dímelo. Se que lo sabes.-

El tono autoritario que empleó Óscar con él, a pesar de que no lo utilizaba mucho, sirvió para hacer callar la risa del acosador.

-Y tú ya sabes la respuesta. Esta donde tiene que estar...-

Se notaba que iba a decir algo más, pero Óscar le calló con una simple frase:

-Primero, esa no es la respuesta que me tenías que dar. Segundo...- corrió hacía donde la persona estaba, y su mirada seria y penetrante la dejó helada.- No vuelvas a llamarme por ese nombre. Se que lo ibas a decir.-

El sujeto se movió rápidamente hacía otra dirección, quedando más lejos del alcance de Óscar.

-Esta bien, esta bien. Te llamaré entonces... ¿Óscar, no?- dijo, haciendo énfasis en su nombre.- Escucha Óscar. Ella ya estaba destinada a esto. No puedes evitar los sucesos del destino.-

Óscar se quedó callado, apretando sus puños con fuerza y ira, haciendo sangrar la palma de sus manos con sus uñas. Sentía un ligero dolor, pero eso no era lo que le importaba en ese momento.

-Ooh, mira el buen padre. Siempre protegiendo a su pequeña niñita del peligro.- le dijo con voz burlona a Óscar.- Pero ahora su niña es mayor. Ahora tiene que enfrentarse sola a lo que le toca.-

Óscar miró con el enfado latente a la persona, que se hayaba menos escondida que antes y que tenía intenciones de salir a por él.

-Pero ella no tiene por que enfrentarse a esto...- murmuró el padre de Eva.

Después de eso, el padre de la hija pérdida también se dirigió hacia la persona, a punto de darle un puñetazo a esta. Si no fuera por que fue detenido por más de una persona que se lanzaron a él, hubiera tirado al suelo a aquella persona. Pero ahora el que estaba tirado en el suelo era Óscar.

-Tus sentidos se están deteriorando, Óscar. Se nota que te vas haciendo viejo...- le dijo con una risa. Luego se dirigió serio hacía las personas que lo habían tumbado.- Vosotros, haced que se duerma un rato este tipo.- les ordenó a los que seguramente eran sus subordinados.

Antes de que Óscar pudiera hacer algo, le dieron un golpe en la nuca, que hizo que perdiera el conocimiento casi al instante. Lo que escuchó antes de caer a la frontera del sueño fueron sus sonoras y malvadas carcajadas cargadas de odio hacía él. Y lo último en lo que pensó fue en su querida hija, Eva.

Es verdad... Ella ya se ha hecho mayor...

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¡Espero que os haya gustado este nuevo capítulo tan intrigante!

La imagen de Eva esta arriba. ¡Si, por fín pongo una imagen sobre ella! Y además, con un disfraz de panda, así que mucho mejor...

¡El panda la va liar parda!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora