Fase I : El Frío

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Al despertar del horrible panorama diabólico, no me sentía yo. Sentía que había un ser dentro de mí y otro fuera de mí. Me sentía más fuerte. Mis 5 sentidos eran más sencibles, de tal manera, que pude escuchar a una hormiga chocar sus mandíbulas. Tenía sed. Podía oler la sangre de una mujer. Me atraía su olor a sangre. La podía escuchar.
Era una atracción erótica, sentía ganas de tener sexo rudo a tal punto, que la matara de placer. Así que decidí rastrear el olor sensual de esa mujer. Estaba caminando a toda prisa, en busca de esa mujer. Estaba imaginando todas las cosas que podía hacerle hasta matarla. Sentí su olor más cerca de mí, así que empecé a correr hacia ella. De momento la vi.
Estaba a cien metros lejos de mí. No sé porqué salté hacia ella- sabiendo que técnicamente no llegaría a esa distancia y porque sería un movimiento estúpido- pero mi instinto de depredador actuó por si solo. En un solo salto llegué hasta ella. Estaba justo a sus espaldas y le dije:
- ¿Qué hace una espartana caminando en plena madrugada?
- Gracias a Atenas que te veo! Exclamó con desespero. Necesito que ayudes a mi padre! Está atrapado en la armería.
-Sh, sh, sh... No dañes el momento. Le dije con delicadeza. ¿Porqué mejor no me ayudas a mi?
- ¿Perdón?
- Si. Es que tengo sed y no puedo saciarla... con nada.
- Lo siento, no tengo agua en este momento tan devastador. ¿A caso no ves que a tu alrededor solo hay casas quemadas y ruinas? Ayúdame con mi padre ¿Si?
- Es que mi sed no es de agua... ( Me acerco a su oído) ... es de tu sangre.

Ella se queda atónita. Mueve su cabeza como si no lo creyera. Sus labios susurran incrédulamente: ¡Un vampiro! Ella da tres pasos hacia atrás y empieza a correr de mi. Yo me quedo en el mismo lugar hasta ver que se está alejando su olor. Cuando percibo que la mujer se alejó de mí vista, corro rápidamente hacia ella. Me dejo llevar por su olor, por sus pisadas y por sus huellas que aún estaban recién hechas.
Cuando estoy lo suficientemente cerca de ella, la levanto por el cuello.
- ¿De veras pensaste... que podías huir de mí?
Luego sentí su sangre caliente que salía de su cuello -a causa de mi fuerza bruta al agarrar su cuello- bajar por mis dedos. La bajé lentamente sin soltarla. Me acerqué a su cuello y la olfateé una vez mas. Me di cuenta que ese olor no provenía de ella; pero ese olor era de otra persona que la tocó. Aún sabiendo que no era ella, su olor a la otra persona me atraía.
- No eres la persona que busco. Le dije en una forma pasiva; pero luego le sonreí y le dije: Pero aún así... lamento que no me pueda contener.
Abrí mi boca y mi quijada se expandió como si fuera la piel de una serpiente comiéndose a un huevo de avestruz. Ella nunca gritó mientras acababa con su vida.
Luego que acabé con ella, mi mente cayó en cuenta. Miré mis manos llenas de sangre, miré a la mujer que maté y miré a mi Esparta en llamas. Me asusté de mí de tal manera que las ruinas de Esparta se veía poco comparado a mis actos violentos. Luego me acordé que la chica había dicho que su padre estaba atrapado en la armería, así que para no sentirme culpable, fui a ayudarlo como su último favor.
Estaba corriendo a la armería mientras pensaba en que maté a una chica inocente de todo, en que era un frío y pensaba en como carajos llegaron tantos seres extraños. Cuando llegué a la armería, me di cuenta que estaba intacta, que solo las puertas estaban bloqueadas con ruinas de una casa. Entonces grité:
¡He venido a rescatarte! ¡Te sacaré de la armería!
- ¡Jódete! Prefiero estar atrapado aquí que ser devorado por perros gigantes o por unos putos albinos. Contestó el padre de la chica.
- Tranquilo, solo vengo a ayudarle. Su hija me dijo que le ayudara.
-¡Anastasia! ¡Pensé que se había muerto! ¡Sacame! ¡Quiero ver a mi hija! Suplicaba el anciano.
-Ya estoy en ello. Respondí pensando en que decirle cuando lo rescatara. Cuando por fin muevo todas las ruinas, el anciano me abre la puerta de la armería con un arma de arco y flechas moderna en su mano.
- Si eres un albino, ¡te mataré cabrón!
- No soy un vampiro señor.
- ¿Un qué? Preguntó el anciano.
- Un vampiro. Así le llamó su hija a los albinos. Además, los vampiros no mueren.
- ¡Oh claro que sí! El anciano se acerca a mí señalando la flecha de su arma. ¿Ves esto? Es acero puro. Los mata si le das en la cabeza.
-¿En serio?
-Sí. Ya lo intenté con diez albinos, o vampiros y funcionó.
- ¿Y que sabes de ellos? Pregunté con interés.
- Bueno, los perros, los albinos y las hadas son enemigos, al igual que nosotros. Aun no sé cómo matar a un perro de ese tamaño; pero se pueden lastimar con el acero. Ah, eso sí... no son cualquier perro.
- ¿En serio? Pregunté en forma sarcástica.
- ¡Sí, pendejo! ¿A caso no miras a tu alrededor? ¿No viste el tamaño de esos perros? Además se comunican con aullidos cuando sale la Luna. Me he fijado que son débiles cuando las nubes tapan la Luna, ¡imagínate si la luna no estuviera!
- Si no fuera por todo lo que he visto y hecho hoy, diría que estás loco pal carajo. ¿como vamos a hacer para que la luna no salga? ¿Explotandola? (De nuevo fui sarcástico).
- ¡Sería una buena opción! Lo dice con certeza. Bueno, ¿y en donde está mi hija Anastasia?
Me quedé pensando en lo que le hice y dije:
- Un vampiro la mató. Lo siento señor.
-¡¡No!! No puede ser. El anciano comienza a llorar con furia.
De momento me mira la ropa que tenía puesta que, de hecho, estaba llena de sangre de su hija.
- O sea... ¿tu? ... eres... el puuuuto vampiro? Apuntando el arma hacia mí.
Yo no sabía que hacer. No quería matarlo, ya que había matado a su hija. Pensé que me lo merecía; pero tenía miedo de morir. De momento una bruja pasa entre medio de nosotros, volando en su escoba. El anciano se olvidó que estaba a punto de matarme y enseguida apuntó a la bruja, que estaba dando la vuelta para un posible ataque. Cuando el anciano dispara, la bruja baja casi hasta el suelo, haciéndolo fallar. La bruja levanta por el cuello y lo hace volar con ella. Cuando La bruja coje velocidad, al subir, lo tira de su mano, haciéndolo volar por los aires hasta caer en un poste el cual se desgranó al impacto.
Fui directamente al anciano para ayudarle. Cuando me acerqué a él, me agarró por la camisa y me dijo: Vam... piro... má... tala. El anciano murió, lo cual me hizo sentir un un poco culpable de ello. Luego pude persistir el mismo olor que su hija tenía. El cuello del anciano olía a ese olor tan excitante y encantador que había olfateado la última vez. También noté que ese olor aun estaba por los aires, yendo a la misma dirección que se fue la bruja.
-¡Es ella! Exclamé con mucha exitación e interés por tenerla cerca. Así que decidí rastrear el olor de nuevo, con la esperanza de encontrarla.

Y matarla.

Sparta's AnarchyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora