Capitulo 2.

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¿Quien lo diría? Ese fue el segundo en el que me percaté que yo, Cupido, debía unirlos. Ambos eran... Caramba, perfectos.
Ella pensaba en él como el chico guapo, interesante e inalcanzable. Él, que esa chica sería su amiga. Que equivocados estaban ambos.
Ese día tomé mi arco, mi mejor flecha, fije el blanco y bum. Como si fuese magia.
Pasó esa semana sin que se hablaran, debido a que estaban en distintos grupos provisionales. Pero como se veían; cada que podían. Se buscaban.
El último día que estuvo en su grupo provisional no dejaba de pensar que, a la próxima vez que fuera a clase, estaría con él todo el día, por lo menos hasta fin de año.
Ese último día la campana sonó y los alumnos salieron al receso. Mayte platicaba muy entretenida con sus amigas, pero de cuando en cuando volteaba a ver a ese misterioso chico desde lejos. No sabía su nombre, pero le causaba una satisfacción verlo.
-¿Quien de esos chicos te gusta?- dijo su amiga Michel señalando el grupo de chicos con los que se encontraba el chico.
-Ese- indicó Mayte.
-Mejor vete olvidando querida- dijo Michel-. Ese chico, Santiago, no habla mucho con ninguna chica, es jodidamente irresistible y media escuela quiere andar con él.
-Lo sé -suspiró Mayte-, pero me gusta. Aunque no pienso ni hablarle. 
Mayte no guardaba esperanzas para andar con él, es más, ni para cruzar saludos. Yo no sé por qué las mujeres humanas hacen muchas suposiciones. Caray, arriésgense. Si no funciona, ni modo. Al final todos encontramos el amor, y si tenemos un historial lleno de corazones rotos contar la historia será más divertido.
Bien, continuemos.
Santiago se percataba de aquella chica de cabello corto y negro; y ojos grandes y casi negros. No era necesariamente bonita, era... impactante.
Lo miraba curiosa, como si esperara más de él. Cosa extraña, puesto que no se conocían.
La había visto en su salón. No el provisional, el fijo. Lo cual era una suerte, así tendría excusa de hablarle.
Algo le decía que tenía que hablarle, tocarla, conocerla. Ese "algo" era yo. Soy bueno para susurrar consejos de amor.

Y al fin en el mismo salón. Que dicha sentí, hasta que se sentaron tan separados el uno del otro que rompieron mis esperanzas.
La cosa se había puesto peor. Mayte hizo amigos, Santiago también. Y parecían haberse olvidado. Las cosas no me cuadraron así que intervine.
Hice que la maestra los juntara en un equipo de trabajo. Debían de crear una historia en equipos de cinco.
Mayte y sus nuevas amigas, Danna y Laura, hicieron equipo. Mientras buscaban con quién más trabajar, dos chicos se acercaron. Santiago y su amigo.
-Voy a hacer equipo contigo - dijo Santiago mirando directamente a Mayte-. Mi amigo está conmigo, así que ya estamos completos. A trabajar señoritas.
Santiago y Brandon, su amigo, juntaron unas sillas en círculo. Mayte no discutió nada y Danna y Laura parecían no tener queja alguna, así que pusieron manos a la obra.
Se sentaron y justamente nuestros enamorados quedaron frente a frente.
-Elijan un tema- dijo Mayte sacando un cuaderno dispuesta a anotar todas las ideas.
-Guerra- propuso Laura.
-Política - sugirió Brandon.
-Debate religioso- señaló Danna.
Mayte esperó a que Santiago dijera algo, pero éste calló.
-¿Te comió la lengua el gato- dijo sarcástica Mayte.
-Para nada, es sólo que quiero que sugieras un tema tú primero- respondió Santiago.
-Bien, que les parece... La búsqueda de identidad-. Todos la miraron raro, todos menos Santiago-. Ya saben, ¿quién soy?, ¿qué quiero? Etcétera.
Todos asintieron, pues ya habían comprendido a lo que se refería Mayte.
-Y para hacer las cosas más divertidas, tratemos el miedo a la muerte y el deseo frenético de encontrar el amor-. Esto último lo dijo Santiago viendo a Mayte.
Con los temas seleccionados empezaron a trabajar.
Hicieron algunos borradores pero nada les gustaba.
-Ok, esto no funciona- exclamó Santiago. Volteo a ver a Laura, que estaba sentada junto a Mayte-. Te cambio el lugar. Necesito hacer algo.
Mayte se extrañó del comportamiento del chico. Laura lo miró extrañada pero no se opuso. Mientras tuvieran el trabajo que hiciera lo que quisiera.
Santiago se sentó y se recargó en la paleta de la banca de Mayte.
-¿Les molesta si la historia la escribimos Mayte y yo en lo que ustedes platican? - preguntó Santiago.
-Para nada- dijeron los tres al unísono. Para ellos mejor. Trabajo sin esfuerzo.
Comenzaron a platicar de todo y de nada, mientras que Mayte estaba un poco confundida.
-Empieza a escribir algo- indicó Santiago.
-¿Disculpa?- dijo Mayte enarcando una ceja-. Dijiste que me ayudarías.
-Eso haré, pero nunca sé empezar una historia. Así que has eso. Escribe algo, lo que sea. A partir de ahí ya empezamos a hilar ideas y hacer el trabajo.
Y empezaron a escribir. Parecía que les dictaban la historia. No paraban de crear frases. A veces dictaba Santiago y otras escribía.
Al final acabaron la historia. El borrador más bonito del mundo, con dos caligrafías distintas e ideas iguales.
Danna, Brandon y Laura se miraron extrañados. Esos dos eran muy peculiares. Y vaya que sí.
-Buen trabajo colega- dijo Santiago.
Mayte solo pudo sonreír satisfecha.
No sólo los unió mi flecha, sino también la tinta, las hojas y una historia.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2017 ⏰

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