XXXIV

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La chica estaba nerviosa, pues ella no estaba acostumbrada a esas fiestas, peor en bailar.

Tampoco estaba acostumbrada a usar vestidos.

Llegó el momento de bailar en la pista.

Ella veía como sus primos bailaban al compás de la música. Mientras que ella imitaba lo mismo pero no salía para nada bien, mientras se dejó llevar por una canción electrónica hasta que unas manos tomando las suyas hizo que ella reaccionara y toda la música los gritos de las personas desaparecieron para ella encontrándose con esa mirada juguetona que siempre la hacia ponerse nerviosa.

—Un tip, no saltes con las piernas abiertas, te ves graciosa— Lo dijo como un susurro en su oído riéndose y sin soltar sus manos.

Pero de igual manera  puso más nerviosa a nuestra chica.

Paró de saltar por la vergüenza.

—Pero nunca dije que pares de bailar.

La chica deseó que esa noche nunca terminara.

Príncipe AzúlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora