8/07/09
P. O. V. Katherine
Tomé un taxi hasta la central de autobuses, compré mi boleto y abordé el último autobús que me dejaría cerca de la casa de Tim.
Después de tres horas al fin llegué. Tomé mis cosas y me dirigí a su hogar.
Al llegar, noté que la puerta estaba abierta y su auto estaba ahí.
*Que raro, él nunca dejaría su puerta así, pero esta su auto, siempre lo lleva cuando sale* pensé.
Entré y recorrí todo el lugar, pero lo único que encontré fueron sus pastillas tiradas en la cocina. Comencé a ponerme nerviosa.
-Tranquilízate Katherine, todo estará bien- dije para mi misma.
Bien, tal vez si le marco a Brian podrá decirme en dónde se encuentra Tim.
Tomé el teléfono que se encontraba en la cocina y marqué su número. No me contestaba.
Solté un suspiro.-¿Ahora qué hago?
Pensé en varias posibilidades, pero sólo una me pareció la indicada.
Ir al parque Rosewood. Sabía que era el lugar favorito de Tim, le gustaba alejarse de todo y entrar en calma con la naturaleza.
Decidida, tomé las llaves del auto de Tim que se encontraban en la cocina y me dirigí al parque. Comenzó a oscurecer, el paisaje se tornaba tétrico con neblina que me impedía ver a la perfección.
Cuando por fin llegué, me dispuse a salir del auto, pero algo brillando en la parte trasera del auto llamó mi atención.
Me acerqué y pude notar lo que era... una cinta de video y una cámara. Coloque la cinta en la cámara y comencé a verla.
A mitad del video, tapé mi boca para evitar que un sollozo saliera de ella. No lo podía creer.
Tim estaba en malas condiciones, sabía de sobra que no había tomado sus pastillas. Lo que más me impresionó fue aquel ser alto, delgado, con traje negro, pero lo que me hizo helar la sangre, fue aquel "rostro", en él, no había ojos, no había boca, nada... totalmente vacío.
Inmediatamente tiré la cinta y la cámara, salí del auto y me adentré al bosque. Sé que no fue bueno entrar, pero necesitaba encontrar Tim y a Brian.
Había caminado al rededor de cinco minutos cuando comencé a sentirme muy mal, sentía unas horribles nauseas, de vez en cuando tenía mareos y una espantosa tos.
Necesitaba y quería salir de ahí, pero sabía que de cierta manera iba a encontrar respuestas a lo que están buscando.
-Te dije que no vinieras- una voz conocida habló detrás de mí. Me di la vuelta para encontrarme a un chico con máscara blanca y detalles negros.
Sabía quién era, pero a pesar de todo, pregunté temerosa por escuchar su respuesta.
-¿T-Tim..?
No obtuve repuesta.
-¿Qué te ha pasado?- intenté acercarme pero se alejó-¿por qué..?
Pensó un poco antes de dar una respuesta.
-No quería que te hicieran daño.- contestó finalmente.
-¿A quién te refieres? ¿Y Brian?- se quedó callado. -¡Contesta!
-No puedo contarte.- comenzó a acercarse.
-Mierda, esto no puede estar pasando.- dije en susurro para mi misma.- Tim, quiero que confíes en mí y me cuentes qué es lo que está pasando... quiero ayudarte.- conforme se iba acercando, logré ver en su mano un especie de fierro.
-¡No, no, no puedes! ¡Nadie puede ayudarme!- levantó el fierro.
-Tranquilo, sólo suelta ese fierro.- comencé a retroceder.
Me miró fijamente.
-¿No confías en mí, Katy? ¿Crees que te haría daño?
-N-no... sólo... Creo que necesitas ayuda.- a este punto ya no sabía qué hacer ni qué decir. Fue un error, eso lo alteró más.
-¿A caso eres estúpida? ¿¡No has entendido!? ¡Nadie me puede ayudar!
Me quedé congelada en mi lugar, sentí las lágrimas recorrer mis mejillas.
-Po favor Tim...
-Te lo advertí- iba a golpearme con aquel objeto, pero alguien lo detuvo.
Era un hombre con un pasamontañas y en ella había una cara triste dibujada en rojo.
-¡Corre!- gritó el del pasamontañas. Pero, esa voz... inmediatamente mi mente hizo click.
-Brian...- solté sin más.
Comenzaron a forcejear mientras yo empecé a correr, no quería dejarlos pero no tenía opción.
Llegué al auto y me fui a mi casa.
Nunca olvidaría eso, mis dos mejore amigos... convertidos en eso... estoy más que segura de que fue ese maldito proyecto. Estúpido Marble Hornets.