OCHO

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Bueno... ¡uno menos! -dijo Jerry.

-Y... ¿ahora que hacemos? -preguntó Emilio

-Seguir sin ella... -dijo Chase- vamos, sigamos avanzando.

Avanzamos un poco más, cuando delante de Jerry apareció un balón de soccer desinflado.

Jerry era el chico que no podía vivir sin jugar soccer.

-¡No me digas que vas a renunciar por un balón de soccer desinflado! -le dijo Louie.

-No, claro que no -contestó Jerry a la defensiva. Note que comenzaba a ponerse nervioso.

De pronto, se escuchó una voz...
Te noto nervioso, Jerry, pero ¿sabes algo? Si renuncias, podrás irte de este espantoso lugar y jugar con todos los balones de soccer que tu quieras.

-¡Bien! ¡Renuncio!

-¡No, Jerry, ¡no lo hagas! -le susurré cruzando los dedos.

Pero era tarde, cuando se lo dije, Jerry ya se estaba desvaneciendo.

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