DIEZ

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-Ay no... ahora sólo quedamos 4 -dijo Paulo.

-De eso no se preocupen... -dijo Louie. -¡yo no le tengo miedo a nada!

Delante de nosotros, apareció una silla.

-A ver, a ver... ¿quien es el que le teme a las sillas? -bromeó Chase.

-No se ustedes pero yo estoy cansado- djo Paulo sentándose en la silla.

En ese momento, la silla se empezó a elevar, y elevar...
Paulo estaba muy alto.

-Ay, Dios Mío, ¿como llegue aquí?

Paulo ¿te gustaría bajar de ahí?

Decidíekor no intentar convencer a Paulo de que no renunciara, ya que eso no había funcionado con los últimos que se habían ido.

-Ne... necesito bajar.

Ya sabes que decir.

-Yo... ¡Renuncio!

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