capítulo 9

15 1 0
                                    

–Feliz Cumpleaños, preciosa. –
Me despierto, medio esperando que sea Peter, pero, ¿cómo podría saber él que es mi cumpleaños. Abro mis ojos y me siento eufórica.
Salto a sus brazos y entierro mi rostro en su cuello, llorando de alegría. Paul. Mi hermano.
–Paul.– susurro conmocionada.
–Maddie. Hermanita.–
– creí que no te iba a volver a ver jamás.–
–No, pequeña, no. Jamás te dejaría...
– Es tu cumpleaños, no llores.– dice limpiando las lágrimas de mi rostro.– ¿qué tal te han tratado?
Y estoy casi segura que me pongo de todos los colores posibles.
–Me han tratado bien.– murmuro.– muy bien. Peter me llevó a conocer Tokio.
– ¿así?.– Me mira sorprendido pero con una sonrisa. Asiento enérgicamente.
Observo a mi hermano. Es muy atractivo. Pero no tanto como Peter. Mierda. No, no, no pienses en él.
Como sea, su complexión es grande y musculosa, un poco menos que... No, concentra te, Maddie. Su cabello ligeramente largo le cae con flequillo sobre la cabeza. Su sonrisa imborrable y sus ojos canela de dan un aspecto joven, aunque solo tiene dos años mas que yo.
Cuando subo mi mirada, me topo con un Peter sonriente, que se acerca a mi para abrazarme, y no puedo evitarlo, me lanzo a sus brazos también. Cuando lo abrazo, un estremecimiento recorre mi cuerpo, y eso solo le prolonga cuando murmura suavemente en mi oído.
–Feliz cumpleaños, pequeña.– provoca un cosquilleo en toda esa zona.
–Gracias, Peter.– podría acostumbrarme a que me llame pequeña.
Un carraspeo interrumpe nuestro abrazo y de nuevo siento el calor subir por mi rostro. Rápidamente me separo de Peter, que suelta una carcajada al ver mi expresión.
– hoy es tu día, hermanita ¿Qué deseas hacer?
– primero, alimentar a los patios.– sonrío.
Y salgo disparada hacia el jardín.
–¿patitos?– oigo a mi hermano.
– ya verás. – responde Peter.

El resto del día fue precioso. Vamos a un restaurante, que literalmente es un acuario,enorme y que, por  fortuna, sirve comida americana.
Peter me ayuda a armar mi Jardín Zen. Y lo mejor, para mí, fue cuando nos dejó solos a mi y mi hermano en un enorme y bello jardín para caminar. Paul me explicó todo, confirmando lo que Peter me había dicho y honestamente, dándome tranquilidad. Ya no lo veo como un secuestro, de hecho hay legalidades que lo avalan. Ya no me siento estúpida por no oponer resistencia.

Al final del día, Paul debe irse, pero promete volver mañana para estar conmigo.
************************************

–Gracias por este día. – susurro cuando Peter se acerca a mi cama.
– no me lo agradezcas, pequeña. ¿estás feliz de haber visto a Paul?

–muchísimo.– sonrío. Pero una lágrima cae por mi mejilla. Él la enjuaga rápidamente.
–hey, ¿qué pasa, pequeña?
–¿sabes?– empiezo.– cuando mis padres murieron, creí que jamas iba a volver a... Ya sabes, ser feliz. Sentirme protegida. Al principio me sentía tonta por no intentar escapar, de hecho, te tenía miedo. Y si, es muy rápido, no te conozco, pero, gracias a ti, tuve la oportunidad de volver a sentirme... Feliz. Por todo, Peter, mi hermano, haberme sacado de la casa de mi tía, defenderme, respetar me, llevar me a esos increíbles lugares, el pequeño jardín que armamos... Todo. Me devolviste la esperanza. Y solo quiero decir... Gracias.– ya está. Lo dije.
El me mira a los ojos y veo la emoción en ellos. Sube a la cama y se recuesta en el respaldo. Me pide permiso y yo asiento tímidamente. Luego me atrae hacia su cuerpo y quedo entre sus piernas y mi cabeza apoyada sobre su pecho, que subía y bajaba de forma irregular.
– tu también lo hiciste conmigo. Ya sabes, no podía imaginar mi vida protegiendo a alguien más, pero luego... Te conocí. Tu y tu timidez, tus ojitos asustados. Tu pequeño cuerpo acurrucado, tu voz tan dulce, tu inocencia, tu bella sonrisa y la forma en que te brillan los ojos ante las cosas que otros no ven, tu inteligencia... Eres preciosa, Madison. Perfecta. Y no entiendo como pudo alguien hacerte daño.–siento su cuerpo tensar se.– pero ahora estás aquí, conmigo, confiando en mi, y te prometo, pequeña, que todo lo los que quiero es protegerte, quiero asegurarme que estés bien y ¡demonios, sí! Tenerte en mis brazos para cuidarte. Quiero que a partir de ahora tengas una vida hermosa, tanto como tu. Y te lo juro, cumpliré. Solo confía en mi... Confía tanto como ahora que te abandonaste en mis brazos inocentemente. –

Cuando acaba, suelto el aire que estaba reteniendo. Las lágrimas bajan por mi rostro. Pero no lloro por tristeza. Lloro por felicidad. La felicidad que me producen esas palabras. Me aprieta más contra su pecho. Y deposita un pequeño beso en mi frente.
– a dormir, pequeña, mañana tienes que hacer muchos exámenes.– y al escuchar eso, es mi cuerpo el que se tensa.– tranquila, Paul y yo estaremos para ti en todo momento.

Espero a que se levante, pero eso jamás pasa, ¿estaría tan mal si se quedara aquí? No, no lo estaría, el más respeta y yo a él. Solo somos... ¿amigos? No lo sé, pero no hay quiero que se vaya. Sigue acariciando mi brazo y besando mi cabeza por momentos. Pronto me abandono en el sueño, disfrutando de su protección y cariño. Nunca he tenido amigos, no de verdad y menos dormir con uno de ellos. Y debo decir, que no me siento forzada a ello. Dormir. Estoy agotada. Solo eso deseo. Y lo hago.

Gracias, Dios. Gracias por tal obsequio. Peter.

Chicos, me encantaría saber si les ha gustado hasta ahora.
Cometen plis!!

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora