prólogo

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Tic, toc, tic, toc, tic, toc. El reloj sonaba mas lento de lo normal, la lluvia creaba un ambiente un tanto tranquilo y mi perro se encontraba recostado en mi cama. El teléfono de la casa sonó para disipar mis pensamientos -ahorita vengo guapa. Le dije a mi perro que me miraba con un aire de regaño.
-¿bueno?
-Ploxon, hijo que bueno que contestas. Tu abuela esta muy delicada y necesito que vengas al hospital, el doctor dice que le queda poco tiempo y ella insiste en verte antes de que...
El tono de mi padre me indico que estaba a punto de romper en llanto.
-no te preocupes, si quieres hoy me puedo quedar a hacer guardia para que tu descanses.
-esta bien, gracias hijo pero mañana tienes que ir al bachillerato ¿crees que sea prudente tener hoy la guardia?
-claro, me baño ahí en el hospital por la mañana, nadie se dará cuenta.
-esta bien, te veo en un rato.
-te quiero pa.
-y yo a ti, no tardes.
Colgué el teléfono y esperaba romper en llanto o sentarme en el sillón y recordar a mi abuela pero inconscientemente mi cuerpo me llevo a mi cuarto.tome mi mochila y acomode el uniforme de deportes que era el que me tocaba los jueves. Tome una chamarra y un paraguas y me dirigí a la cocina a llenar los recipientes de mi perro
-bonita, te veo mañana.
Acaricie un poco a mi mascota y salí rumbo al hospital. El clima me hacía sentir todo mas lento de lo normal además de agregar un tono gris y deprimente a todo. me parecía notar lo viejo en los edificios que pasaban a lado del camión y los árboles se notaban un tanto escalofriantes, como si los árboles de siempre los hubieran retirado y los cambiarán por unos hechos por el mismo Tim Burton.
Después de lo que a mi me pareció una eternidad llegue al hospital, un lugar frío y lúgubre, las enfermeras esta vez no parecían amables más bien se notaban cansadas y un tanto fastidiados, una enfermera acompañada de su paciente en una silla de ruedas se acercaron a mi y la paciente balbuceo algo
-"la dinastía en ti se acabará, y a ella no vencerás"
Sentí como los escalofríos recorrían mi nuca y la piel se erizaba, gire los ojos para buscar una respuesta cuerda a este momento en la enfermera que acompañaba a la señora
-Sra. Timothy, otra vez recitando ese viejo poema
A lo que la señora ignoro y continuó
-"...en tu elección un judas tendrás y a todos el traicionar a, poco a poco el mundo caerá y las llamas todo consumirán..."
Apresure el paso para dejar de escuchar esa tétrica presentación y me dirigí a la recepción donde una señora de unos 50 años aproximadamente estaba sentada hablando por teléfono
-claro, lo sé. Pero Sonia esta muy mal criada hum espérame un poco hermana.
Se alejo el teléfono de la mejilla y se dirigió a mi con su voz chillona y áspera a la vez
-¿que se te ofrece?
- vengo a cuidar a mi abuela, esta en el 5to piso, se llama Roxanne Baudelaire.
-aja...
La recepcionista saco un libro rojo del tamaño de un Atlas que tenía escrito "visitas" con marcador negro y lo abrió a la parte donde estaban los últimos registros
-nombre, fecha, ficha habitación del paciente y firma por favor.
Dijo señalando cada espacio. Mientras yo llenaba el registro la señora continuo en su platica
-en que me quede, ah claro y aurora es una mala influencia para toda la cuadra.
Le entregue el libro y ella me dio una ficha rosada un tanto arrugada que tenía el numero de visitante y me hizo señas para que me fuera.
O la gente estaba muy rara o era yo el raro del lugar. Subí las escaleras para evitar encontrarme a más pacientes o a algunos colegas platicando sobre sus exitosas cirugías a corazón abierto. Solo de pensarlo se me revolvía el estómago.
Camine por el pasillo y toque en la puerta del cuarto de mi abuela
-pa, ya llegue.
-mmhmmm.
Contesto mi padre que se encontraba recostado en el pequeño sillón frente a la cama de mi abuela
-hola abuela.
Le di un beso en la frente y le acaricie su cabello cano
-hijo que gusto verte, necesito hablar contigo.
Mi papa emitía unos pequeños ronquidos que me hacían sonreír, mantuve la calma y lo moví un poco.
-ya despierta, ve a la casa y recuéstate un rato, yo me quedo con la abuela
-gracias hijo.
Tomo su saco y se despidió de la abuela para luego dejarnos solos. El olor de el hospital a desinfectante inundaba la habitación y los aparatos a los que estaba conectada mi abuela estaban comenzando a tomar un ritmo constante, yo me senté un rato en el pequeño sillón
Pip, pip, pip, plop, pip, pip, pip, plop
-es un tanto aburrido estar aquí, quisiera salir a dar una pequeña vuelta hijo.
recordé lo sucedido hace un momento cuando llegue y pensé antes de asentir.
-Iré por la enfermera.
Me levante del sillón
-no hijo solo pide una silla quiero platicar contigo afuera.
Asentí una vez mas y Salí al la recepción del piso
-hola, ¿disculpe?
Esta vez la recepcionista era un poco mas joven y tenia una paleta en la boca que hacia ver un tanto graciosa su cara. La recepcionista se giro a mi, saco la paleta de la boca y dijo con un tono de voz dulzon
-que se te ofrece querido.
-mi abuela, este...
La recepcionista se puso un tanto palida y dejo caer la paleta
-oh por dios...
-no, no me malinterprete.
Me apresure a decir con un tono un tanto nervioso
-ella quiere salir a tomar un poco de aire, quería ver si tendrás una silla de ruedas que nos prestes.
-ahhh.
Un tanto mas aliviada saco otra paleta de su bolsa, esta vez la metió a la boca y se levanto para poder señalarme donde estaban las sillas de ruedas.
-toma una y déjame una credencial.
asentí y deje la credencial en el mostrador.
-y para la próxima, habla claro. No me gusta desperdiciar mis dulces así
Sonreí un poco y me lleve la silla al cuarto de mi abuela
-pareciera que la hubieras ido a hacer.
Para la descripción del doctor y la de mi padre yo veía muy bien a mi abuela. La ayude a pararse de la cama y a sentarse en la silla. Le acomode la manta en las piernas y coloque el suero en un tubo con un gancho que hacia parecer que la silla de ruedas se podía controlar a control remoto.
-lista abuela, daremos un paseo.
Ella acomodo un libro viejo lleno de listones en sus piernas y lo que parecía un pequeño frasco con liquido dorado tornasol, cuando llegamos a la planta baja la recepcionista de ese lugar levanto las cejas y continuo en su charla interminable del teléfono. Ya afuera mi abuela pidió que la abrigara bien, le acomode la manta de una manera que la tapara hasta el cuello y continuamos callados por un corto tiempo.
-eres un wicca.
Detuve la silla y abrí los ojos como platos
-no juegues...
-cállate y escucha, tu madre lo es, tu padre también, tus primas lo son y alguno que otro hombre en la familia lo es pero tu eres el primero y ultimo de dos familia importantes de wiccas.
En mi cabeza solo podía imaginar cosas extrañas de ese culto pagano
-no, no me puedes venir y soltármelo así
-si, ¡si puedo! Escúchame bien Ploxon, ya somos pocos wiccas y tu ya estas creciendo, pronto las cosas se te revelaran y no quiero que esto te agarre desprevenido, muchos prefieren decírselo a sus hijos antes de que llegue el don.
Mi abuela me hablaba de una secta antigua, tan antigua como la iglesia y perseguida por miles de años a la que pertenecía sin ser consciente, y además de todo esto... un "don"
-yo se que suena raro y que por mi edad no me puedes creer, pero por eso traigo esto
Señalo el frasco del liquido tornasol
-este será regalo para protegerte, la vida como wicca es muy dura y no solo la vida misma, la escuela donde nos preparan para...
-no quiero saber nada de esto, por favor abuela. No me compliques la vida mas de lo que ya es.
Continúe empujando la silla de ruedas y ella se mantuvo callada. El olor a tierra húmeda y los demás pacientes que se encontraban en los jardines del hospital me hacían recapacitar sobre lo que mi abuela pensaba de mi y mi familia, quizá solo era una historia inventada de esas que suelen hacer los ancianos antes de morir así que cedí y la deje hablar. Quien era yo para negarle una historia así a mi abuela
-esta bien abuela, cuéntame mas de esto.
La abuela saco el libro viejo y lo acomodo en sus piernas mientras yo continuaba moviendo la silla...

Ploxon y el hilo del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora