Capítulo 1

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Marzo

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Marzo


Se hace un breve silencio mientras la radio busca la frecuencia de la emisora.
Segundos después, comienza a sonar una de mis canciones preferidas, "No puedo vivir sin ti" de Los Ronaldos.
Apoyo la cabeza en el cristal helado del Seat León rojo del año 2005, y cierro los ojos. Me dejo llevar por la melodía, la letra y la voz de Coque Malla, uno de mis cantantes preferidos. Me evado del ruido del tráfico de afuera, de la estúpida discusión de dos de mis amigos y de esa propuesta que lleva grabada en mi cabeza desde que he abandonado el portal. ¿Realmente hablaba en serio?
El corazón me empieza a palpitar con fuerza, y suspiro. He de tener cuidado. Aún no sé cuáles son las verdaderas intenciones de...
-¿Qué mierda de música es esta? ¿Por qué no pones algo de electro latino?- pregunta entonces Marc, revolviéndose en el asiento junto a mí e incorporándose.
-En mi coche no se va a escuchar esa mierda.
Sonrío interiormente y, por una vez, estoy de acuerdo con Aitzol.
-¿Y reggaetón?- vuelve a preguntar Marc
-Tampoco vamos a escuchar eso- zanja el vasco.
-¿Jazz?- pregunta Félix, pero nadie le hace ni caso.
"¿Por qué no pueden dejar la maldita emisora de pop español de los 80 que estamos escuchando?"
-El coche es mío y soy yo el que decide qué escuchar- pulsa un botón de la radio y, tras algunos minutos, lo deja puesto en algo que suena a Coldplay.
Hay varias quejas, pero nadie vuelve a proponer cambiar de emisora.
Abro los ojos con pereza y me centro en el cielo oscuro y falto de estrellas.
El coche prosigue su camino por la A-5 y, a medida que nos acercamos, la ilusión se hace patente en cuatro de las cinco almas que vamos en el interior del Seat León.
Hace tres días, Félix creó emocionado un grupo de WhatsApp para comentarnos a Aitzol, a Marc y a mí que le habían tocado cinco entradas en un concurso de Facebook en el que había participado hacía algunas semanas. Yo me emocioné en ese momento y Aitzol hizo gala de esa emoción y alegría propia de la gente del norte. Después de hablar mucho sobre quién sería el titular de la quinta entrada (somos los cuatro únicos del grupo que aceptarían participar en aquello hacia lo que nos dirigimos en éste preciso momento), Aitzol decidió que, ya que el pondría el medio de transporte, sería su novia, Camila, quién nos acompañaría. Nadie puso ninguna objeción, pero sé que tampoco a ninguno nos hizo gracia alguna que Camila viniese. Bueno, creo que a Félix le hizo más gracia que a mí, pero eso es porque tiene cierto interés puesto en ella.
Pero bueno, es mejor que explique un poco (y de forma resumida) quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos, antes de continuar.
Empezaré por Camila, ya que es la que menos relación tiene con todos nosotros.
Asiste al turno de mañana en el grado de Periodismo que todos estudiamos en la UCM.
Aitzol y ella se liaron hace unos meses, concretamente en septiembre, en la fiesta de comienzo de nuestro tercer año, aunque llevaban hablando algunos meses antes. En diciembre hicieron oficial su relación. Es algo pija, terriblemente infantil y caprichosa a veces y con una reputación algo puesta en duda por algunas de las féminas del turno de tarde. Según la mayoría de ellas, Camila y Cayetana (su más fiel amiga y por la que Félix bebe los vientos desde que la conociese la pasada Nochevieja), quienes pasaron el verano pasado en Ibiza, en la casa que los padres de Cayetana poseen, organizaron una especie de orgía o algo parecido en la casa de ésta y que, Camila, había sufrido un aborto a principios de curso. Sinceramente y, aunque Camila es muy dada a entablar relación con cualquier persona del sexo opuesto (he sido testigo de ellos varias veces en las que hemos salido de fiesta), no creo que sufriese ningún tipo de aborto, ni que organizase ninguna orgía junto a Cayetana.
Aitzol es vasco, y tiene un año más que todos nosotros. Se trasladó desde Bilbao a Madrid hace tres años para empezar Periodismo después de haber dedicado un año entero de su vida a tatuarse casi todo el cuerpo y trabajar en una carnicería.
Es chulo, descarado, pero muy maduro y con un gran sentido de la amistad y la confraternización. Es el típico tío grande, ligón y fiestero que siempre estará ahí cuando necesites que alguien te eche un cable.
Félix, en cambio, es todo lo contrario a lo que Aitzol es. Él es tímido, con una suerte nefasta para las tías y un friki enfermizo de todo lo que tenga que ver con zombis y el Apocalipsis. Sin rozar lo tenebroso, claro. Fue la primera persona a la que conocí en la carrera, motivo por el cual nuestra relación es diferente y especial. Es muy parecido a mí en muchos aspectos, y a ninguno de los dos nos gusta llamar la atención. Sin embargo, desde que conoció a Cayetana la pasada Nochevieja, su forma de ser está evolucionando ligeramente hacia una copia barata de Aitzol. Y es que desde que se apuntase al mismo gimnasio al que éste va, y el vasco accediese a ser su entrenador personal, Félix lo ha tomado como referente. Cree que siendo un poco más Aitzol y menos él mismo, conseguirá ligarse a Cayetana. Y puede que tenga razón y lo consiga pero, ¿de qué sirve estar con alguien a base de ser alguien totalmente diferente a quien en verdad eres?
Luego está Marc Pi, al que yo llamo de forma amistosa, 3,14. Creo que no he de explicar el porqué de semejante apodo, ¿verdad?
Pese a que toda la familia de Marc es catalana, él nació en la capital. Es la oveja negra de su familia, puesto que se negó a seguir con la tradición familiar de estudiar Aquitectura. Fuma, se emborracha cada fin de semana (Aitzol y él son los encargados de cerrar las discotecas cada vez que salimos juntos) y es del Real Madrid. Aparte de eso, juega al fútbol en sus ratos libres, practica aikido y, también, compone canciones a las que pone melodía con su guitarra. Sus hábitos y costumbres son tan diferentes que es como un cóctel molotov. Un auténtico gilipollas a veces, y todo un romántico otras. No tiene novia (al menos que nosotros sepamos) y, aunque podría ir del mismo palo de rompecorazones del que Aitzol iba antes de empezar a salir con Camila, él decide no irse con la primera que cruza miradas con él en la discoteca. Y eso me gusta.
Lo miro de soslayo y suspiro. Su pelo largo tapa sus orejas y sus ojos. Continuamente está apartándose el pelo de la cara y mi versión preferida de él mismo es cuando se recoge la melena castaña en una coleta o un moñito.
Y por último yo, Eric Quirós Sáez, mitad asturiano mitad riojano, amante de la música americana, los días de lluvia y las películas de Disney. Sí, ya sé que con veinte años debería olvidarme del mundo Disney y crecer, pero me niego a hacerlo. Es mi mayor secreto (bueno, uno de tantos) y nadie nada más que yo sabe que, lo que guarda esa carpeta de mi portátil bautizada como "Listado de Reyes Godos y Visigodos" en realidad, son las bandas sonoras y canciones de mis películas de Disney favoritas. ¿Quién quiere que su niño interior muera?
No me gusta especialmente el deporte, al igual que practicar ninguno. Soy delgado por constitución, mido cerca del metro ochenta y tengo el pelo castaño claro y corto (de pequeño era rubio, pero el color de mi pelo se ha ido oscureciendo a medida que pasaron los años). Ningún corte ni peinado en especial. No me gusta demasiado seguir modas, ni salir de fiesta en exceso. No tengo piercings ni tatuajes. No renuncio algún día a hacerme alguno pero, por el momento, estoy bien así.
Por lo demás soy como cualquier chico universitario de mi edad. Sueño con llegar a trabajar algún día en la redacción de algún periódico y tener mi propia columna, en la que pueda dar mi opinión acerca de algún tema. Soy un auténtico amante de las nuevas tecnologías y de las redes sociales y en mi Twitter (@EricQuiSa) tengo casi cinco mil followers. No utilizo la plataforma para comentar tonterías ni hacer retuit de lo que famosos digan. Utilizo mi cuenta como una especie de diario y plataforma sobre la que volcar todos mis pensamientos y todo aquello que a veces me apetece gritar, pero que no puedo hacer.
Así que eso es todo sobre mí... Bueno, creo que no he comentado que soy gay, que llevo fijándome en Marc de forma diferente a como solía hacerlo a raíz de una tarde del pasado julio y que, el nuevo vecino que se ha instalado en el piso de enfrente, treintañero y con novia, lleva lanzándome indirectas desde San Valentín. Pero esas son otras historias. Y ya habrá momento de profundizar en ellas.
Respecto al destino al que nos dirigimos, es algo difícil de entender para muchos.
Aitzol, Marc, Félix y yo, compartimos una gran pasión: somos fans acérrimos de la serie de televisión The walking dead. Cada semana, quedamos después de clase en el sótano que tenemos habilitado como zona de reunión, y vemos el capítulo pertinente a esa semana. A todos nos gusta ese rollo de los zombis, la supervivencia y el fin del mundo. Tan sólo Félix y yo creemos que realmente dentro de unos años el mundo sucumbirá ante una enfermedad que nos haga comernos los unos a los otros. Aitzol y Marc tan sólo la ven por pura diversión, pero no ven más allá.
Hace un mes, se organizó en el Parque de Atracciones de Madrid, un juego de supervivencia en vivo llamado "Zombie Fest Experience" en el que, durante seis horas, el parque estará cerrado al público y tan sólo los participantes del juego tendremos acceso a él. El juego empieza a las once de la noche y termina a las cinco de la mañana.
Félix se apuntó en un concurso de Facebook y ha resultado ganador, por lo que no hemos tenidos que gastarnos un solo euro por entrar.
El ganador, además de llevarse una GoPro, será premiado con un viaje para dos a Los Ángeles y conseguirá el pase a la próxima edición de la Comic-Con que se celebrará en San Diego en julio en donde, entre otras muchas cosas, se proyectará el primer capítulo de la sexta temporada y algunos actores de la serie darán una charla. Y no sé cómo lo haré, pero necesito ganar ese juego.
Todos estamos ilusionados y todos vamos a vivir intensamente ésta noche. Todos menos Camila, claro.
-Y, ¿entonces hay que matarlos o algo así?- pregunta con desgana mientras enciende por enésima vez su teléfono móvil.
-No. Tienes que procurar que no te maten a ti- le explica Félix- Os juro que voy a vivir ésta noche como si fuese el puto Abraham.
-El jodido Daryl es la clave- interviene Marc, sonriendo, y decido integrarme en la conversación. Daryl, qué curioso. Se da un cierto aire a él.
-¡No tenéis ni idea! Carol es el personaje clave- y sé que me ganaré un aluvión de críticas, risas y bromas con mi comentario, pero es mi opinión.
-¿Carol? Vamos, joder, no seas tan marica- bromea Aitzol. Todos ellos están informados de mis preferencias sexuales. Ninguno me juzgó y todos me apoyaron- Si Rick es el protagonista, es por algo. Nadie le toca los cojones a ese cabrón y continúa con vida.
-La trayectoria del personaje de Rick ha ido degenerando con el paso de las temporadas. Me sorprendería si Carl no le pega un tiro finalmente- explico yo y es en momentos como éste en los que doy gracias por haber encontrado un grupo en el que poder sentirme cómodo hablando de todo esto.
-¿Podéis parar de cacarear un momento? ¡Joder, sois peores que Caye y yo comentando Anatomía de Grey!- pongo los ojos en blanco y me dejo caer sobre el asiento- Entonces, ¿cómo los mato? ¿Tengo que chillar y ya está?
Marc, Félix y yo nos miramos y nos descojonamos en cuanto para de hablar.
-Joder, en serio tía, ¿tú sabes a qué cojones has venido? Aitzol, explícale a tu piba en qué consiste todo esto antes de que la arranquen la cabeza nada más llegar- pide Marc muerto de la risa.
-¿Arrancarme la cabeza?- pregunta ella impresionada y asustada- Espero que ésa mierda sea como en la jodida Casa del Terror y nadie pueda tocarte. Porque os juro que les denunciaré.
-Nadie va a tocarte, cariño- la tranquiliza Aitzol, y toma la salida que conduce al parque- Cuando lleguemos nos explicarán las normas. Relájate.
Las risillas continúan unos minutos más hasta que llegamos al parque y Aitzol aparca.
El aire fuera es helado, propio de un 19 de marzo y Marc maldice al salir al exterior.
-¡Me cago en su puta madre! Los putos zombis se van a quedar helados.
Me abrocho la chaqueta y ajusto mi cuello de lana negra. Me pongo los guantes y el gorro. Parece excesivo, pero si el frío es tan intenso ahora que son casi las once de la noche, no quiero pensar a las cuatro de la mañana. Aunque, bueno, para entonces seguramente esté en la carpa de los eliminados, tomando un chocolate caliente.
Mientras nos dirigimos hacia la entrada, vamos haciendo apuestas de quién será el primero en ser eliminado y quién el héroe que ganará el viaje a la Comic-Con por todos. Y llegamos a una unanimidad: Camila será la primera eliminada y Aitzol ganará.
Pienso, algo decaído, en que me gustaría ser, por una vez, aquel en quien todos confiasen y el que viesen lo suficientemente capacitado físicamente como para conseguir ganar.
Las puertas se encuentran cerradas y un grupo de gente de no más de treinta personas aguarda a la apertura. Algunos van disfrazados con ropa militar y tienen pintada la cara. Otros llevan una sudadera igual que los identifica como miembros del mismo grupo y que tiene dibujada a un zombi con un móvil entre las manos.
Miro a Camila, quien escribe sin parar y a toda velocidad algo en su dispositivo y pienso en lo acertados que han estado con la comparación.
Marc, Félix y Aitzol conversan animados y, aunque yo también debería de estar excitado por ésta noche, siento que hay algo dentro de mí que me impide ser yo al cien por cien.
No permito que el estúpido de mi vecino me arruine la noche. Es un calienta pollas que tan sólo quiere probar conmigo su reprimida homosexualidad. Y, joder, yo estoy tan caliente y él está tan bueno que temo acabar haciéndolo. Bueno, tan sólo serían unos besos. Soy virgen y no voy a perderla con alguien a quien en el mundillo LGTB se le conoce como "hetero curioso". Pongo los ojos en blanco. Curioso... ¡Y una mierda! Ese tío es gay, o bisexual. ¿Por qué no reconoce que le atraen los tíos y lo hace todo más fácil? Insinuarse de la manera en que lleva haciéndolo todas estas semanas es vergonzosa... y altamente excitante.
Intento no dejarme llevar por el recuerdo, pero no lo consigo y mi mente trae de vuelta el encuentro de hace una hora en el ascensor. Me sonrió y, como de costumbre, me recordó que estoy invitado mañana a su casa a jugar a la Xbox. Tiene el Halo 4 y, en una de nuestras primeras conversaciones mientras le ayudaba a pintar las paredes de su salón, le hice saber cuánto me gusta ese juego. A él se le debió de quedar grabado en la mente y, ahora, lo utiliza como baza para hacerme volver a entrar en la cueva. Y yo sé que en ella me espera el lobo, y que morderá. Y aun así, no estoy totalmente convencido de no hacerlo.
Pienso y recuerdo algo que me ha dicho: ¿a qué demonios se refería con eso de "un remedio buenísimo para la resaca"? Bah, menudo cretino.
Bufo y pateo el suelo con la puntera de goma de mis Converse negras. Cualquier veinteañero gay en mi situación se sentiría privilegiado y no dejaría pasar la ocasión.
Pero claro, yo no soy el típico veinteañero gay. A veces siento que todo, en mi vida, adquiere una dimensión desconocida para el resto.
Marc me mira y yo trato de no sonreírle como me gustaría hacerlo. Sin embargo, percibo algo diferente en su mirada. Algo más dulce y cariñoso. Y seguramente sean imaginaciones mías.
"Marc no es gay. Ni siquiera se acerca ni un poquito a ser bisexual. Asúmelo ya. Lo que pasó la pasada noche en ese garito no significó nada"- me digo y trato de convencerme y prometo recordármelo cada vez que crea que me mira con "ojitos golosones".
-Tenemos que formar equipo- me susurra Félix acercándose entonces a mí y yo lo miro extrañado.
-¿De qué hablas?
-De que Aitzol protegerá a Camila y a nosotros nos darán por el culo.
-¿Y qué pasa con Marc?
-Les he escuchado antes cuchicheando algo de unas señales. Creo que no dudarán en protegerse el uno al otro una vez Camila haya sido eliminada- me asegura pero no le creo.
-Somos un grupo. Hemos hablado de ir todos juntos.
-¿Y crees que lo haremos en cuanto aparezcan los putos zombis? Ya les has escuchado antes cuando estábamos con las apuestas; nadie da un duro por nosotros dos. Camila será la primera en caer y después iremos tú y yo. Ambos se salvarán el culo mutuamente hasta que Aitzol decida que él debe ganar y deje solo a Marc.
Barajo la teoría de Félix. Es muy probable que todo se desarrolle según él acaba de narrarme, aunque creo que se está flipando un poco con todo esto. No quiero hacer equipo con Félix y dejar a los otros de lado, pero me andaré con ojo y velaré por mi propia seguridad. Al fin y al cabo y como se suele decir: "en el amor y en la guerra todo vale". Y esta no es la puta familia feliz de Rick.
Miro a Félix de soslayo y asiento levemente con la cabeza en señal de pacto. Decidimos acercarnos a Aitzol y los demás e integrarnos en la conversación:
-¿Cuánto decís que dura esto?- pregunta Camila sin molestarse en disimular la poca ilusión que la hace estar allí.
Todos miramos a Aitzol que baja la vista y se muerde el labio. Sé que él también sabe que traer a su novia ha sido el peor de los errores.
-Seis horas. Pero si dejas que te coman rápido podrás irte a un salón de té a hacerte la manicura- se burla Marc y ésta pone los ojos en blanco.
-Que te jodan- le dedica un buen corte de mangas y se agarra al brazo de su novio- Aitzol me protegerá y ambos ganaremos.
-Seguro- contraataca 3,14.
Yo me río y la gente rompe en aplausos cuando se abren las puertas. Todos sacamos nuestra entrada y aguardamos en la fila hasta que un miembro del personal del parque nos saluda, la comprueba, y nos desea un feliz apocalipsis zombi.
Mi lado friki coge la ballesta, se calza las botas y se prepara para acabar con todos los caminantes que se crucen en su camino.


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