Capitulo 19

2.7K 176 57
                                    


Mis manos temblaban a mis costados mientras iba camino a mi habitación con toda mi familia siguiéndome. No quería verles las caras, no quería descifrar de lo que pensarán sobre ______ y su comportamiento unos minutos atrás, no quiero tener que enfurecerme con mi propia familia si dicen algo malo sobre ella, no creo que lo soportaría.

Abrí la puerta rápidamente y pasé de largo a mi camilla. Los familiares de Mau me miraron extrañados y me tapé con las mantas.

—Buenas tardes— sentí la voz de mi mamá en la habitación y supuse que había saludado a las demás personas que se encontraban aquí.

—¿Mario?— me llamaron y volteé para encontrarme a mi compañero de cuarto mirarme con una expresión de miedo.— ¿Le pasó algo a ____?— susurró bajito como si tuviese miedo de la respuesta.

No quería contarle nada hasta que estuviésemos solos, realmente la presencia de gente adulta hacía las cosas más extrañas y Mau sabía por todo lo que había pasado _____, no tan profundo como yo, pero tenía varia información.

—Ella está bien, en su habitación— contestó papá por mí, ya que me había quedado pegado mirando la nada recordando la dolorosa imagen de _____en el suelo, sufriendo. No quería recordar ningún momento más de esos veinte minutos.

La cafetería general estaba repleta de pacientes y sus familiares sumamente alegres por esta noche donde los niños reciben regalos y a la mañana siguiente los abren y juegan todo el día con lo que sea que les hayan regalado, todo este ambiente feliz y lleno de alegría me estaba enfermando. Mis ojos ardían debido a todo lo que había llorado por la noticia que me dieron en una de las noches que se supone que debería ser la más feliz del año. Fue una decisión estúpida de mis padres contarme sobre el paradero de Nicole el día de navidad.

También estaba pensando en Mario y que por esta desgracia hubiera salido algo bueno. Lo besé. Y fue el mejor beso que alguna vez pude haber dado. Y lo más raro, era que deseaba verlo con todo mi ser, quería ver su sonrisa y sus preciosos ojos achinarse ante la acción y que me besara de nuevo para poder olvidar todo el ambiente hipócrita que se estaba formando a mi alrededor. Mis padres no han hablado ni una palabra del tema, solo se limitan a pasarme el brazo por los hombros y a tirar de mi silla de ruedas.

Mi mamá tenía los ojos rojos, pero no hinchados, significado que estuvo llorando, pero no tan fuerte como lo hice yo. Después de que se llevaran a Mario, esparcieron una crema por todo mi costado derecho e izquierdo para que no se me hinchara debido al golpe que me di.

Nos asignaron una mesa, y luego de que Clarisse le preguntara a mis padres que si estaban cómodos, se retiró después de mostrar una sonrisa. Las mesas estaban unidas unas con otras, por lo que mis padres comenzaron a hablar con otros que estaban a los lados sobre sus situaciones aquí en el hospital y que era un lindo detalle hacer esta cena. Un grupo de niños estaba en una esquina de la sala cantando villancicos como música de fondo. Que era lo único que escuchaba en ese momento. Mi vista estaba pendiente en la mesa, y la imagen de mi hermana postrada en la cama se reproducía una y otra vez en mi cabeza, y no dudo que ese momento me perturbará por varios años, quizás toda la vida.

Me fijé en la entrada del comedor, donde llegaban y llegaban familias con niños, adolescentes y gente mayor de la mano, en sillas de ruedas o caminando con una expresión de felicidad ante el espectáculo. Una niña, delgada, algo alta y con una sonrisa triste en su rostro entró tomada de la mano de otra señora, parecida a ella. Buscaron por encima de la gente algo, un sitio desocupado. La niña señaló en mi dirección, pero no directamente a mi, si no al lado izquierdo, había un espacio desocupado. Los ojos de su madre se encontraron con los míos y juntó sus labios en una línea fina. Puso ambas manos en los hombros de la niña y le susurró algo al oído y señaló hacia el lado opuesto, donde había otra mesa desocupada, la pequeña asintió y caminó hacia allá. La señora se quedó en su puesto, volvió a observarme y luego se giró para tomar del brazo a un chico con sudadera negra. Mario. Cuando lo vi, se me aceleró el corazón, pero también sentía otra cosa, algo llamado rabia e impotencia.

En otras palabras, su madre me reconoció y no quiso que su familia se sentara junto a mi.

Bajé la cabeza con una sensación desagradable en el pecho, cerré los ojos con fuerza y pequeñas lágrimas comenzaron a salir. Esto de sentirse rechazada es de lo peor. Que alguien no quiera sentarse junto a ti por alguna razón, es de lo peor. La gente es de lo peor.

—Ay, cariño...— sentí el susurro de mi madre a mi lado, ya que yo me había sentado al frente de ellos, y me abrazó. Me dijo unas cuantas palabras de que lo íbamos a superar como familia y que siempre estaríamos al lado de Nicole, pero mi mamá no sabía la verdadera razón por la cual lloraba.

Durante la cena no miré hacia Mario en ningún momento, no porque no quisiese hacerlo. No podría mirar a su mamá a la cara sin tener vergüenza de mi persona. ¿Que pensará de mi? ¿Sabe de lo nuestro con Mario? Si se entera, ¿Sería capaz de ordenarle que se aleje de mi?

La comida estaba deliciosa, para ser comida de hospital. Por lo menos, la cena se llevó a cabo sin ninguna interrupción.

—¿____? Mira, alguien quiere darte un regalo de navidad...— sentí la voz de Clarisse a mis espaldas, y confundida, dejé el tenedor sobre el plato y giré mi silla de ruedas.

Era Eva, la chiquitita de la sala de niños. Su cabello estaba suelto, con una diadema sobre su cabeza. Sus ojos estaban más vivos que la vez que la conocí, su piel tenía un hermoso color moreno vivo y llevaba un abrigo color blanco. Venía de la mano de una señora y en la otra tenía un oso de peluche con un lazo en el cuello.

Abrí mi boca y ojos impresionada. Ella sonrió con más alegría de la que llevaba y soltó el agarre de la mujer, dio un paso y sin previo aviso pasó sus bracitos por mi cuello y se subió a mi regazo, aguanté una mueca de dolor, pero no lo demostré ya que no quería que la niña se bajara. La rodeé con mis brazos y comencé a reír.

—¿Qué estás haciendo aquí, pequeña traviesa?— le susurré y su pecho vibró por su pequeña carcajada.

—Vine a traerte un regalo de navidad, ____— me sonrió y no pude sentirme más feliz.

—Oh..., pequeña...— la abracé. —Si hubiese sabido que vendrías, también te tendría un regalo— le acaricié el cabello y ella negó con la cabeza.

—Tu no me debes nada, me diste alegría cuando más la necesitaba— con su pequeña manito, acarició mi mejilla. —Eso no lo olvidaré nunca, mamá— lo último lo susurró y luego tapó su boca como si me hubiese revelado un secreto vergonzoso. Una carcajada sonó de mis labios y la abracé nuevamente. Se giró sobre mi regazo y la señora que la había traído de la mano, me sonrió y le pasó el peluche a Eva. —Toma, espero que te guste, si duermes con él, nunca tendrás pesadillas, sé que no es mucho, pero...— la corté.

—Eva, está precioso, me encanta, dormiré con él todas las noches— le sonreí y ella me imitó.

—Lo único que Eva quería era que llegara navidad para venir a visitarlos— comentó la señora y la miré. Le hice un gesto con la cabeza de agradecimiento y me volvió a sonreír.

—¿Dónde está Mario? También tengo un oso para él— comenzó a buscarlo, y con cuidado, se bajó de mi regazo.

—Aquí estoy, princesa— Mario apareció por detrás y se agachó para abrazarla. Eva fue corriendo a abrazarlo y él la tomó en brazos. Por detrás de Mario, apareció su madre, hermana y papá, sonriendo con alegría y contemplando a la niña que mi chico tenía en brazos.

Luego comprendí que hay dos tipos de personas.

No te conoce, pero una te va a sonreír a pesar de todo y la otra te verá como un bicho raro, solo por no ser como ella.

----------------------------------------------------------------------------------------------

Ya regrese!!!

Siento mucho no actualizar, mi Lap ya la di por perdida :(

Así que aquí esta el otro capitulo

Hay un grupo de WhatsApp si alguien gusta entrar con gusto serán recibidas, envíen su numero por mensaje o déjenlo en los comentarios.

Bonita Semana, Lectoras.

-Si hay errores, perdón. Pronto la corregiré.

PD: Ya conocí a Mario C: 

Hospital 'Mario Bautista'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora