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Seguíamos en el parque.

Pasamos casi toda la mañana abrazados y platicando mientras tomamos ese café que me invitaste.

Hicimos ángeles de nieve.

No tan hermosos y perfectos como tú.

Mi ángel.

De ahí salió mi apodó para tí.

Tú eras mi ángel de nieve.

No me importaba ni me daba cuenta de nada.

No le importaba la nieve ni el frío que hacía.

No me daba cuenta del horrible sabor del café casi congelado que me estaba bebiendo.

Porque junto a ti me sabía a cielo.

Estabas apunto de decir algo cuando recibiste una llamada.

Te pusiste muy nerviosa.

¿Que pasa? Pregunte.

Nada respondiste mientras te alejabas y atendidas tu llamada.

 Desilusiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora