Uno

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Lunes.

Cedric salía de viaje dentro de poco, exactamente el día miércoles, por cuestiones de su trabajo. Durante los últimos 6 meses él había estado viajando demasiado a lugares fuera de San Diego, como Nueva York, Ohio y Boston. A pesar de que estaban dentro del país, obviamente Camila se quedaba solamente con Brooke. Y aunque esto le suponía un alivio, las cosas se sentían distintas esta vez. Además ésta ocasión sería distinto, puesto que no viajaba dentro del país. Ésta vez debía ir a la sede de su empresa en Londres. Se supone que tenía que tratar asuntos que desde el exterior no podría manejar.

Al principio no era fácil para ella. cuando aún tenía el control de las cosas; es decir, cuando Lauren no la atormentaba a un 100%. Solía aterrarla el hecho de tener a su esposo tan lejos, y más aún, que casi no podían comunicarse durante el día. Camila era demasiado apegada a él. Si bien no lo veía como el amor de su vida, lo veía como la figura masculina de protección que jamás pudo ver y tener en su padre, y tenerlo a miles de kilómetros de distancia la hacía sentir sumamente vulnerable.

Despúes de saber que Lauren estaba en alguna parte de Los Ángeles, le había hecho ilusión ver a su chica de ojos verdes, con su chaqueta de cuero negra y su largo y hermoso cabello ondeando libremente, cruzando la puerta de su casa (la cual odiaba. Cedric no era una persona de buen gusto en el ámbito de las decoraciones).

Inclusive se imaginaba que Lauren entraría a su vida de nuevo, con el único propósito de robársela para llevarla lejos de Los Ángeles, o incluso de Estados Unidos, junto con su hija. Intentando cumplir sus sueños frustrados. Esperando que le pidiera disculpas por haber sido tan cobarde antes, y consumir su relación por el miedo que le crecía día a día en el pecho.

Camila habló pacientemente con su hija sobre el viaje extenso y lejano que su padre iba a emprender en un par de días, intentando hacerlo claro y preciso. A la pequeña aún le costaba acostumbrarse a las ausencias de Cedric, y después de todo, era su padre. Era más apegada a su él que a Camila. A ella le parecía ilógico, puesto que de 24 horas, Camila y Brooke pasaban 16 horas juntas; y si, contando la horas de dormir. Prácticamente solo lo veía a la hora de la cena, y unos cuantos fines de semana que había podido pasar con ellas. Pero no iba a ponerse a discutir con Cedric sobre los sentimientos de la nena, y mucho menos con su hija.

—¡Brooke!

Camila estaba arreglándose para salir a cenar con su esposo a manera de despedida. Por más que faltaran dos días, quería darse tiempo. Principalmente quería terminar de actuar para Cedric. La estaba consumiendo. Dejaría a su pequeña hija a cargo de Dinah, su mejor amiga, quien se ofreció a cuidarla. La morena aceptó, en parte gracias a los ruegos de Brooke, los de Dinah, y los de su hijo, Matt. Además también por Cedric, hacía mucho ya que no salían solos.

El pobre se iba de viaje sin haber tenido nada que ver con Camila (sexualmente hablando). Ella quería compensarlo con eso, aunque Cedric hubiese preferido una noche de series y palomitas. Era un caballero con ella, jamás le pediría hacerlo solo porque se iba. Nunca lo hacía, en ninguna ocasión. Y en estos momentos no haría la más mínima excepción.

Camila caminó sin tacones y colocándose el arete faltante hacia el dormitorio de Brooke. Se paró en el umbral de la puerta para darse tiempo de mirar a su hija concentrada en sus dibujos, con todos sus colores, crayones y plumones regados alrededor de ella. Tenía un lado artístico creciendo sin medida, más sin embargo no lo sacó de su padre o madre.

Claro, de Lauren. 

—Que lindos dibujos—le dijo la morena para distraerse de lo que recién acababa de pensar —, ¿lo hiciste tu sola, nena?

Ella le sonrió orgullosa, pidiéndole los brazos. Camila la cargó sin esfuerzo alguno y besó su mejilla.

—Si, yo sola. No le pedí ayuda a papi esta vez.

Again [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora