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23 de Junio | 8:13p.m

—¡Gracias por venir! — exclamó Seoyoung con una sonrisa ante las personas que abandonaban el templo — ¡Espero que tengan muy bonitas noches!

La anciana le sonrió y se despidió y junto a ella sus sobrinos. Seoyoung seguía sonriéndoles hasta que ya no los tenía en vista.

— Seoyoung... A veces creo que te pasas de amigable, no conoces a esas personas—SuAh se acercó burlona, sosteniendo el recipiente de agua bendita— Los invitaste a quedarse en el mismo lugar de nosotras y ni sabes sus nombres.

—Estoy jugando mi papel de santa, ¡Oh! ¡Cuidado! ¡Podrías confundirme con la Madre Teresa de Calcuta!— Junghee fingió imitar la voz de Seoyoung mientras sonreía sarcásticamente, ganándose unas pequeñas risas por parte de las otras.

—Buena, buena— aplaudió Aejin— Ahora tengo que irme a dormir.

-—A nadie le importa, perr-

La oración de Seoyoung fue acortada cuando decidió callarse al ver a Kris: un chico que tenía un la iglesia y al que todas habían tratado de ganar su confianza. Gracias a él tenían donde quedarse y qué comer.

Kris les había comentado que estaba estudiando para el sacerdocio, lo cual era una pena para las señoritas de la iglesia pues que una gran parte asistía con entusiasmo sólo para que el chico las saludara y las tratara con amabilidad.

—Estoy impresionado— comentó una vez estuvo cerca de las chicas— Hablé con el Sacerdote sobre ustedes, y resulta que también lo está. Usualmente los jóvenes que asisten a la iglesia vienen desmotivados, pero ustedes tienen una algarabía y emoción cuando vienen que es indescriptible —Kris palmeó la espalda de Seoyoung y miró al resto con una sonrisa— Podría decirse que se han convertido en una diversión de los días de iglesia en poco tiempo.

—Gracias,— Aejin tomó sus elogios con una sonrisa— Creo.

Kris era realmente agradable y además de eso, no podían negar lo bien que se veía. Pero por ahora, lo que tenían en mente era salir de ahí, vender las joyas y seguir viviendo la dolce vita y no enamorarse de cualquier chico con cara bonita. Aunque parece que SuAh era la única que pensaba así, porque no tenían ni siquiera dos semanas y Junghee ya tenía a alguien en la mira.

Justo por ahí pasaba Luhan, el chico que la gente de la iglesia, y hasta el mismo sacerdote, tenían en un "pedestal". Un muchacho joven de buenos modales, vívido y con valores. Hasta el momento, todo lo que le habían dicho sobre ese chico era cierto.

Tan pronto Seoyoung notó como los ojos de Junghee brillaban, no evitó emitir un comentario sobre ello:— Tranquila, ese santo jamás pondría sus ojos en una pecadora como tú.

—¿Cómo estás tan segura? Eva hizo pecar a Adán— Junghee dejó de mirarlo y se enfocó en su amiga parlanchina.

-—Seguro que sabe localizar a una chica que no vale la pena cuando la ve— sonrió ladeadamente.

—Eso explica porqué ni siquiera se aprendió tu nombre— Junghee chasqueó su lengua.

— ¡Ahí vienen Luhan y Tao! - Hyunji exclamó con emoción al verlos acercarse; los saludó con un ademán y ellos hicieron lo mismo, al unirse a la conversación.

Tao, por otra parte, era la persona a la cual ellas le debían prácticamente su vida. Él había golpeado la ventana del auto con una sonrisa incómoda y con su biblia en una de sus manos mientras daba un paseo por el vecindario a la 1a.m. El chico no era muy estable emocionalmente, así que no se sabía que tipo de cosas haría o diría después. Pero fuera de eso, él las había invitado a quedarse en su hogar antes de estar en el pequeño refugio donde están ahora y las había invitado a la iglesia. De no ser por ese chico de aspecto un tanto aterrador, quién sabe dónde estarían ahora.

Tao y Luhan eran acólitos. Nunca en su vida habían escuchado esa palabra, y no tenían ni idea de qué significaba, pero resultó ser que los muchachos eran ayudantes del sacerdote, básicamente clérigos que están para acatar las órdenes y ayudar durante la misa. A veces estaban a cargo de roles más grandes y por eso tenían un papel fundamental en la iglesia.

-—Oigan...— se quejó Hyunji de repente, hablando lo más bajo que podía para evitar que ambos muchachos la oyeran— quiero ir al baño.

—¿Al baño? ¿Ahora?— SuAh le preguntó extrañada y ella asintió— Pues ve.

—¡Anda! ¡Acompáñame!— Hyunji la haló por la muñeca y prácticamente la arrastró al piso de abajo donde estaban los baños.

SuAh no dijo nada, ni se quejó. Ya estaba acostumbrada a que Hyunji la llevara de aquí para allá y que el proceso, se golpeara con algo - la gran sorpresa fue que ahora no lo hizo sino que casi cae por las escaleras pero gracias a que la mayor la sostuvo, no pasó.

—Te espero aquí.

Hyunji asintió, caminando hacia el pequeño cuarto iluminado por una pequeña luz blanca. Se detuvo a mitad del camino, divisando por la ventana un pequeño animal que movía sus patas desastrosamente:— ¡Un patito!

SuAh permaneció en su lugar, pero echó un vistazo y no vio absolutamente nada:— No hay nada, Hyunji.

La chica miró a SuAh por unos momentos y corrió en dirección a la salida:— ¡Hyunji!— gritó la mayor.

¿A caso debía seguirle?

Por su parte, Hyunji corría en busca del animal mientras el frío le golpeaba el rostro. Estaba oscuro, muy oscuro, y estaba segura de que el Coco saldría para comérsela y no volver a ver a sus amigas nunca más:—Cuack— imitó el sonido del pato, que caminaba a unos metros de ella— Ven acá, no te haré daño, ¡lo prometo!

Iban despacio, y sin saberlo, ya estaban a unas cuadras lejos de la iglesia. La neblina espesa tapaba el paisaje pero ella no iba a volver hasta obtener el patito. Se agachó un poco más, apunto de tomarlo, pero de pronto sus rodillas chocaron contra las piedras frías. Se quejó por lo bajo:— ¡Patito!—  exclamó ignorando el dolor mientras tomaba a su emplumado amigo entre las manos— ¡Te tengo!

Y ahí fue cuando sintió unas miradas encima de ella junto a unas pisadas en el césped a su lado:—La navidad ha llegado un poco temprano, eh. Santa nos dejó una chica en la puerta, creo que nos hemos portado bien este año.

Hyunji se estremeció levantando su mirada. Había varios chicos enfrente de ella.

El dolor desapareció.

Mierda.

No sabe cuál de ellos habló, y tampoco le interesaba. Se veían jodidamente aterradores, como si fuesen capaces de tomarla, encerrarla en su ático y atormentarla como en una de esas películas para adultos que veía Seoyoung.

Sentía que exageraba un poco pero, su mamá siempre le había dicho que los chicos que visten ropa oscura no son de fiar. Y definitivamente ellos no lo eran.

Así que sólo se quedó ahí, gritando lo más alto que podía sin soltar a su patito mientras cerraba los ojos con fuerza, esperando por que alguien la salvara.

Se supone que estaba en un grupo de criminales que la policía estaba buscando. Sentía que con sus amigas podría bombardear al presidente o matar al Papa y no tendría de qué preocuparse, pero en la situación de ahora... estaba sola, a oscuras y con un pato entre las manos.

— ¡¿Por qué estás gritando?!— otra voz masculina resonó en sus oídos y esta vez sí que se escuchaba molesta.

— ¡¡Violadores de tres metros!! ¡Estaban ahí!

Ahora sí, había llegado su fin.

Pero que por favor la atormentaran a ella y no le hicieran nada al patito.

Holy Robbers | EXO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora