Bryan.
— Pero mami, yo quiero ir con ustedes...— dijo el niño de tan solo 7 años. Castaño y ojos color miel.
— No mi pequeño Bry, no puedes ir. Es asunto de adultos.— su madre lo arropó.
— Juro que me portaré bien...
— No, ya quedamos en un acuerdo. Pero recuerda que cualquier cosa le dices a tu tía Mel y nos regresamos ¿De acuerdo?— al pequeño Bryan ya no le quedó otra y se acomodó en su cama.
— Descansa, te amamos.— besó su frente, apagó su luz de la habitación y salió dejándolo solo.
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— Tía Mel...¿Y mi mamá?— mencionó el niño al levantarse. Su tía de 30 años sólo quedó en silencio. En sus ojos se podía ver que estaba llorando.
— Ella se fue temprano con tu papá, para su trabajo...— mintió.
— Pero...— lo interrumpió.
— Sin peros, ven a desayunar mejor.— le dijo y él obedeció.
En todo el día su tía lo mantenía entretenido y cambiaba de tema justo cuando volvía a preguntar por sus padres. Al siguiente día el pequeño Bryan seguía triste porque no veía a sus padres, le preocupaba mucho así que agarró la carta de hace un año que su mamá le escribió cuando había viajado con su padre, al menos eso lo hacía sentir protegido ya que era especial para él esa carta.
Volvió a ir con su tía para ver si sabía algo de ellos y la encontró muy rara, aún sus padres no estaban en casa, ella le hablaba raro o le respondía con cosas fuera del tema; estaba borracha.
De tanta pregunta ella se hartó diciéndole:— ¡Ya cállate por última vez niño! ¿No lo entiendes? ¡Tus padres están muertos! Tuvieron un accidente y ahora te quedaste sin papás.— gritó a más no poder haciendo que el pequeño Bryan retrocediera hasta golpearse en la pared.
— No es cierto.— sollozaba.
— Por supuesto que sí ¿No escuchaste? Me llamaron ese día en la noche y su velorio fue ayer.— mencionó dolida.
— ¡No! ¡No! ¡Mis papis no!— lloraba.
— ¡Ya cállate! Me tienes harta.— lo jaloneaba del brazo—. Me tengo que deshacer de ti, no te quiero conmigo ni cerca ¡Te pareces tanto a mi hermana! No puedo vivir con eso.
— Tía Mel...¿Qué vas a hacer?— dijo asustado.
— Ven conmigo.— lo tomó del brazo y lo llevó hasta su auto. Él quería resistir pero no era tan fuerte.
En el camino por más que le imploraba a su tía que volvieran a casa ella lo volvía a callar, incluso llegó a golpearlo.
Unos minutos después llegaron a una casa grande y por fuera se veía sola, no le daba buena espina al pequeño Bry.— Quédate aquí y no hagas nada.— le advirtió. Él del miedo sólo asintió mientras ella entraba a la casa. Ahí fue cuando el niño se soltó a llorar pidiendo tener a sus padres con él, sobre todo a su mamá, pero ya no estaba; se sobó la mejilla del golpe.
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Huérfanos ➽ CD9.
Fanfiction5 niños siendo abandonados o perdiendo a sus padres, haciendo su llegada al Orfanato de la Ciudad de México. Desde el primer día de llegada hasta sus 18 años de vida anhelando que alguien llegue y quiera adoptarlos ¿Será posible? ¿Quién se irá y qu...