Capítulo 2: Corazón roto (1° parte)

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Bueno, finalmente actualizaré, y todavía no sé por qué... Como este capítulo es sumamente largo, decidí devidirlo en dos, tal vez de esta forma algunos lectores se sientan con más ganas de leer. Este capítulo no se lo dedico a nadie... Si encuentro un fan que lo merezca, tal vez... Postearé la segunda parte el fin de semana, o la otra, dependiendo de mi humor.

Este es uno de mis capítulos favoritos, pasan muchas cosas, y lo sabrán cuando lean la segunda parte. Ojalá tener el apoyo de cualquiera quién lea. GRACIAS.

PD: Este capítulo no está editado como los otros; pero también agradecería si me corrigieran los errores que vieran, así me ayudan a leer todo de nuevo y arreglarlo.

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JULIETT

—No, gracias, mamá, no tengo hambre —repetí mientras apartaba el plato de comida de la manera más cordial que pude—. Prometo comer algo en el instituto.

—¿Te sientes bien hoy? Si quieres puedo llamar a la escuela y decirles que no irás —sugirió Evelyn.

—Estoy bien, no te preocupes. Ricardo ¿estás listo? —le pregunté a mi hermano que estaba sentado junto a mí en una mesa junto a la cocina.

Él consumió un último bocado de su desayuno y asintió. Nos levantamos y en menos de un minuto ya estábamos en el auto, en marcha hacia la escuela.

—¿Tu síndrome de enamoramiento está tan avanzado que ya no te deja comer? Te recomiendo ver a un doctor, hermanita —bromeó Ricardo mientras que me miraba con una risotada ahogada.

—¿Qué? No estoy enamorada, y sinceramente me estoy cansando de esos comentarios —refunfuñé con un terrible malhumor.

Y como el resto de todos viajes rutinarios, mantuvimos un silencio acogedor hasta llegar a la secundaria de Druid Hills. Me bajé del auto y me llevé la mochila a mi espalda. Mi hermano y yo nos despedimos sin palabras.

Al entrar a los pasillos caminé con una conciencia aletargada. Ignoré prácticamente a todos aquellos que me saludaban en mi camino hacia mi casillero. Guardé mi mochila y saqué un cuaderno y un libro. Sólo cuando Melanie me encontró, reaccioné.

—Hola, Julie —dijo ella al tiempo que yo cerraba mi casillero.

—Hola, Mel. Ya voy tarde a clase, ¿podemos hablar en el almuerzo? —le pregunté, y mi voz sonaba algo consumida.

—Si es que Mike te da permiso —respondió en un tono sutil, pero no lo suficiente.

Torcí mis ojos, exasperada, lo que hizo que Melanie riera con un despreciable entusiasmo.

—Estoy bromeando, ¿sí? Sólo quería confirmar que mañana saldremos de compras a la ciudad —Su rostro pareció haberse iluminado aún más al decir esa última frase. No pude descifrar por qué, pero su perenne sonrisa me estaba sacando de quicio aquel día, y mi paciencia estaba casi al suelo, así que cualquier cosa podía ponerme en peor humor.

—Claro que saldremos mañana. ¿Quién más me haría compañía? Sabes perfectamente lo mucho que me aburro en la ciudad sin ti.

Ella amplió su sonrisa, y yo me alejé antes de ceder ante la tentativa de cachetearla por estar tan radiante de felicidad. Llegué a mi primera clase antes de que la puerta fuera cerrada; tomé asiento y en el tiempo próximo tomé apuntes, pero no me molesté en buscarle significado a lo que escribía.

Aquel fin de semana me iría visitar a mi padre, Ian, quién después del divorcio con Evelyn se mudó a la gran ciudad de Atlanta, Georgia. En sus «acuerdos», Ricardo y yo lo debíamos visitar cada dos semanas y, por mucho que amara a Ian, me parecía molesto soportar el trayecto de una hora desde Druid Hills hasta la ciudad.

Saga Los Elementos: El regreso de los Fraseres (Detenida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora