Cada vez que abro mi diario y leo todas las cosas que escribía cuando era una adolescente me hace sentir joven y fresca. Me entran ganas de volver a salir de fiesta, de hacer deporte, de colarme en sitios prohibidos, de romper las normas, de enamorarme locamente... pero sobre todo, a volver a saber sobre mi mejor amiga, Lucía.
Me encantaba que ella me contara sobre sus relaciones con chicos extraños, curiosos... pero hay uno en especial al que nunca podré olvidar. Ese era Miguel, también llamado el Chico Tóxico.