Capítulo 1

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Observaba aquellos ratones correr y saltar detrás de aquel cristal que me impedían que pudieran escaparse de su cárcel mientras Miguel hablaba con el dependiente de la tienda sobre una extraña especie, cuyo nombre no recuerdo que quería comprar. Estaban muy caros y el quería que le rebajase el precio. Me hacia mucha gracia como intentaba convencer al vendedor poniendo aquella voz angelical que él siempre pone para que todo el mundo se enamore de el y esa mirada de pequeño cachorro de labrador que podía volver a un asesino la mejor perdona del mundo.
Pasaron unos cinco minutos y yo mientras seguía mirando todos las especies de aquella amplia tienda de animales situada en la otra punta del mundo. Había serpientes, ranas, arañas, ratas... Y muchísimos animales extraños que a mí sinceramente me daban muchísimo miedo, pero por amor, lo que sea.
Oí como alguien se acercaba a mí mientras estaba sentada observando las zona de arañas. Cuando me di la vuelta vi a Miguel sosteniendo un táper que contenía dos ratones. Le miré a sus preciosos ojos marrones que casi son invisibles, puesto que el flequillo de su corte de pelo le tapaba bastante y seguí mi inspección visual por sus hombros y brazos. Luego todo su tronco y piernas, que se notaban muy trabajadas porque practicaba boxeo. Era fascinante, todo él era fascinante.

-Vale. No tienes pinta de que te haya mordido algo venenoso, creo que ponemos irnos. -le dije mientras me levantaba.

-Lucía, ¿te olvidas de con quién estás hablando? Me llaman ToxicBoy porque todo lo que hago es venenoso.

-Pero que sobrado, ¿no? En fin. Déjame ver esos ratones.

Salimos de la tiends de animales en dirección al metro y le cogí el táper y al quitarle la tapa, uno de los ratones saltó y por un momento pensé que se había caído y muerto, pero abrí los ojos y vi que Miguel lo había cogido en el aire.

-¿Qué haces? ¡Qué los matas! Anda dame eso.

-Lo siento.

-No te disculpes, pero ten cuidado, sobre todo con el ratón negro. No quería cogerle pero me miró a los ojos y sentí que me necesitaba. Cuidale bien. Es buena persona.

-Eh, es un ratón, Toxic, es un ratón.

-Lo que tú digas listilla.

Cuando llegamos al metro bajamos corriendo porque el tren llegaba en un minuto y mientras él corría le decía a las ratas que no pasaba nada, que el terremoto terminaría enseguida y no habría heridos. No entendía por qué les había cogido tanto cariño si en unos cuantos meses, después de que se reproducieran, acabarían en el estómago de su serpiente. Sí. En el estómago de su serpiente. Habíamos comprado los ratones para que tuvieran hijos e hijos y el no tendría que gastar mas dinero en comida para su mascota. Lo peor de todo es que yo acepté ser la niñera de su fábrica de comida puesto que a él no le dejan tener más mascotas en su casa.
Si es que no existía chico más curioso que él, por eso me gustaba tanto, aunque no sabía mucho sobre su vida privada, solamente que es el mejor amigo del exnovio de mi mejor amiga, Mika, y que gracias a ello nos conocemos.

Cogimos el tren rumbo en dirección a nuestras casas. Estaba sentado a mi lado, apoyado en mi hombro y dormido. Eran las 10:39 de la mañana y él me dijo que no había podido dormir por 'motivos personales' que no me quería contar. Cuanto más le miraba más fuerte sentía que latía mi corazón. Yo quería saber todo lo que le ocurría, todas sus preocupaciones, todos sus problemas, todos sus miedos, estar con él en sus alegrías... Quería entrar en su vida. Normalmente estaba feliz y parecía que no tenía preocupaciones pero había cosas que no me cuadraban. Tenia muchas heridas de cortes en las piernas y siempre estaba despierto hasta las tantas de la madrugada. A veces le veía con moratones en la cara y en el cuerpo y nunca me daba ninguna explicación, tan solo 'problemas personales'
Nunca pensé que podría llegar a gustarme tanto este chico, primeramente porque era uno de los examores de mi mejor amiga, pero ella me ha dicho que realmente le da igual, que ya no sentía nada y segundo porque no era de mi tipo. Aunque pensaba que yo tampoco era del suyo. No creía que un chico como Miguel podría fijarse en una chica como yo, a sus 16 años de edad, él ya era un chico muy maduro.
Yo era bastante simple, muy alta, y eso me generaba muchos problemas con los chicos porque solían ser más bajitos que yo, pero por suerte, el no, el era un pelín más alto. Tenía un peinado pelirrojo con el flequillo recto y muy soso con el que el solía meterse bastante, pero de manera cariñosa y eso me encantaba, y de mis 'virtudes', no podí quejarme, con 15 años estaba bastante bien, pero al parecer ese no era el mayor interés de Miguel, y eso me gustaba. No quería que se enamorara y que me tratara como un simple trozo de carne.

Seguía mirándole cuando comenzó a despertarse y me pilló clavándole mi mirada en sus bonitos ojos.

-¿Qué pasa? ¿Tengo algún bicho en la cara?- me dijo medio dormido.

Yo simplemente le sonreí y aparté la vista.

-Yo me bajo en la siguiente- le dije

-Me parece bien. Cuida bien de los ratones, eh.

-Sí, ¿cuando me dejas ir a tu casa para ver a tu serpiente y a tus animales?

-Pues nunca, porque no hay casa.

El tren llegó a mí parada y se abrieron las puertas.

-¿Toxic? ¿Como que no hay casa?

-Anda, bájate que te cierran las puertas.

Me bajé del tren y me paré a pensar en las palabras que me acababa de decir Miguel. Por una parte estaba feliz, acababa de descubrir algo más sobre el chico que me gustaba pero por otra parte un poco confusa: ¿No tenía casa?

Tóxico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora