Capítulo 2

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Trailer realizado por la gran -vulcanus  ❤️

Louise se encontraba frente a mí en el sofá de nuestro apartamento, observando y calculando su próximo movimiento en el juego del ajedrez. Soltó un resoplido largo y volvió a fruncir el ceño, tratando de concentrarse. Le dio una calada a su cigarro todavía sin despegar la mirada de la partida.

Perder no era lo suyo.

—Esto no es lo mío —resopló —. No sé cómo lo haces que siempre terminas ganándome en este estúpido juego.

—Hace dos horas decías que era tu juego de mesa favorito.

— ¡Claro! ¡Porque lo era! —exclamó con evidencia —. Ahora que me has ganado todas las partidas, pues ha dejado de serlo.

Reí ante su comentario ligeramente y negué con la cabeza.

Convivir con Louise resultaba ser toda una aventura. Jamás había disfrutado tanto conviviendo bajo el mismo techo con alguien como con ella. Tuve la suerte de no haber tenido que compartir piso con personas desconocidas. Suficiente era haberme tenido que familiarizar con los habituales gritos de Louise hacia los vecinos, sus cantos en la ducha, o cuando discutía con Harry por disparates. Una vez discutieron sobre por qué las mujeres sufrían tanto en la vida, como por las violaciones, violencia de género, comentarios machistas, y los hombres no del mismo modo. No recordaba bien cómo acabó aquella escena porque había salido junto a Harriet, pero de lo que sí me acordaba era de que Louise no le abrió la puerta de nuestro apartamento en largos días. Realmente tenía un gran carácter.

— ¿Te parece si terminamos este horrendo juego y pedimos comida hindú para cenar?

—Claro —contesté —. ¿Podrías llamar tú? Quiero hablar algo de tiempo con mis padres. Se estarán preguntando que porqué no los he llamado.

—De acuerdo —respondió —. Avisaré mientras a Harry. Te pido salteado de Okra, ¿no?

Asentí con la cabeza y de inmediato me dirigí hacia mi dormitorio, para así buscar mi nuevo móvil. Louise me había obligado a comprarme uno de alta tecnología, según ella para que estuviese al tanto de los rumores que solían circular por la universidad. También me favorecía para socializarme con más gente, y así poder ver todo lo que circulaba por la red. Nunca había sido una gran fan de esta tecnología, pues escogía el tener que conversar con las personas a la cara y disfrutar de ello, no tras una pantalla.

¡Incluso esa tecnología era letal!

Dos o tres semanas atrás, Louise, sus padres y yo estuvimos presentes en un casi accidente que tuvo lugar en mitad de la calle. Una chica había cruzado la calle sin tan siquiera detenerse a divisar si alguien pasaba. El coche se detuvo a tiempo, y juraría que el pánico que había en la mirada de la chica era inverosímil. Habría visto su vida pasar en una milésima de segundos. Seguro que tras aquello no volvería a cruzar la calle con la mirada pegada a la pantalla de su móvil.

Tras hallar mi móvil entre las sábanas, marqué el número de mi madre, esperando así a que lo cogiese. Segundos más tarde, creyendo que no se encontraban disponibles, logró cogerlo a tiempo.

— ¡Cariño! —clamó mi madre desde el otro lado de la línea —. Íbamos a llamarte ahora mismo.

—Hola, mamá —sonreí al otro lado de la línea —. Bueno, esta vez he sido yo la primera. Ahora podéis dar por hecho que vuestra hija se acuerda de vosotros.

—Vaya, hoy estás bastante graciosa —murmuró mi madre. Lo dijo como si el humor no formase parte de mi vida —. Y bien, cuéntame cómo te han ido las clases hoy.

El arte del más allá (NUEVA EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora