El ratón se escabullía por un diminuto agujero que conducía al interior de la guarida de los dos patas. Un gato plateado farfullaba de su error, de cerca, se podía observar que su pelaje tenia algunas líneas algo más oscuras. Su pata delantera derecha era blanca como la nieve extendiéndose por su pecho y la zona inferior del cuerpo hasta perderse débilmente por donde comenzaba su estómago. Sus ojos amarillentos se perdían en la oscuridad del agujero como si intentase hacer salir al roedor que no hace mucho se escapó de entre sus garras.
—Rayos... Baya me va a regañar otra vez...—se lamentaba el felino, su cola caía al suelo al igual que sus orejas, dio media vuelta.
Alejándose de la guarida de los dos patas, el pequeño felino las miraba con cierta tristeza en sus ojos. Lamentándose por esa vida cómoda y llena de lujos que en muchos momentos le habría gustado tener, sus patas se arrastraban entre la hierba de sus patios. Algunas olían a otros gatos pero su aroma se entremezclaba con otros olores raros, tenían cierta peste que a los dos patas lo encontraban agradable.
El detestable aroma se intensificaba a cada paso que daba, sus sentidos le indicaban que se acercaba a la causa de su irritada nariz. Alzó la mirada y observo la silueta de un gato pardo con detenimiento, acurrucada en sus patas sobre esos trozos de madera blanca y relamiéndose el bigote.
—Si es el gran cazador, ¿alguna presa con la que deleitarnos el día de hoy?—se mofó el felino entre una risa burlona mientras observaba al pequeño atigrado plateado.
—No, Rey, ¿ya apestabas tanto que tus dos patas te dieron un baño?
—Muy gracioso, mis personas fueron muy amables al quitarme las garrapatas y dejarme muy limpio, a diferencia de ti. —el pequeño plateado estornudo al escuchar la palabra limpio, para descontento del pardo quien lo señalaba por su desaliñada apariencia.
La peste que emitía la mascota ya desconcertaba al pequeño, con un movimiento de cola se despidió de este y emprendió marcha a través de las vallas blancas. Estas se repetían mucho, y extrañamente era la forma que tenían esos gigantes para dividir su propio territorio. Pero sus costumbres eran raras, siempre podían atravesarlas cualquier gato o perro, incluso otro dos patas pero jamás entraban en conflicto, lo que hacía confuso las enseñanzas de Baya para el felino.
Mientras las atravesaba, un golpe seco puso en alerta al joven gato, irguiendo sus orejas en dirección al ruido y volteándose bruscamente hacía el bulto que se le acercaba por detrás. Lo que se encontró no fue más que una gata melada, de pelaje liso con las orejas y cola de color marrón alejándose de la entrada de una de las guaridas, parecía deprimida a simple vista, arrastraba la cola con pesar.
—Lobo...—reaccionó ante los ojos amarillentos que tenía delante, alzó la vista, en ese momento, su semblante cambio —Vaya, el gran vagabundo se asusta fácilmente de una frágil gata—se mofaba la melada mientras sus bigotes temblaban de lo bien que se lo pasaba.
—Aun así, te acercas a este peligroso vagabundo. Miel.—Los ojos del gato se entornaron hacia la felina, por su mente se preguntaba qué había ocurrido antes de su llegada.
—Lobo, tú no eres peligroso, ni para los pobres ratones que huyen de ti—maulló ella mientras señalaba la boca vacía del felino.
—En fin—gruñó del disgusto levemente. Se sentó sobre sus cuatro patas y empezó a limpiarse la frente— ¿Qué haces fuera de tu guarida?
La gata dio una mirada a sus espaldas, viendo el hogar de sus dueños y el de ella también. Sus orejas decayeron junto con su cola al suelo, miró al gato en búsqueda de alguna clase de apoyo y sonrió, más para ella misma que para cualquier otro.
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Noche de Lágrimas
FanfictionHistoria basada en la popular saga de Erin Hunter: Warriors Cats. Una noche, un sabio curandero predice una profecía que acabaría con su clan, un gato que nacería cuando la luna llena se encontrase en el punto más alto, marcaria la llegada de traged...