☆Prólogo☆

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-¿Por qué lloras?- el pelinegro subió la cabeza para encontrarse con un niño que parecía más joven que él.

Él quería morirse, no era su culpa que no supiera que decir cuando los niños de su edad lo invitaban a jugar, no era su culpa el no saber como actuar cuando estaba frente a otro niño, no era su culpa el estar siempre solo.

No era su culpa... pero aún asi, se burlaban de él y se alejaban como si él fuera un gérmen contagioso y por eso, solo quería llorar hasta desvanecerse del planeta.

-No te importa- contestó bruscamente entre sollozos al niño raro y entrometido que se había acercado a él.

El curioso intruso no se sorprendió por la reacción del pequeño que tenía delante, de todas formas ese niño se veía muy triste.

Se agachó junto al pelinegro que estaba escondido en una esquina del patio de aquel jardín de niños y con delicadeza tomó el rostro ajeno para secar suavemente las lágrimas con sus dedos pulgares.

-Nunca dejes que te vean llorar- susurró dulcemente al pelinegro quien débilmente se dejó hacer... después de todo, estaba cansado de estar solo todo el tiempo.

-Yo no soy tan fuerte- dijó manteniendo sus ojos cerrados mientras las lágrimas aún bajaban por sus mejillas.

-Lo serás y yo voy a ayudarte, Jonghyun- el mencionado por fin abrió sus ojos rojos de tanto llanto y observó al contrario con sorpresa.

-¿C-como sabes... mi nombre?- preguntó sorprendido. Ese niño tenía algo especial.

-Es un secreto- contestó el otro niño y vio la duda reflejada en los ojitos lastimados del pelinegro por lo que decidió aclarar -Mi nombre es Kibum y desde ahora en adelante voy a ser tu amigo.-



~



¡Piii, piii, piii!

Se despertó por el estúpido despertador que hizo de las suyas como siempre, apagó la máquina infernal, sentándose en la cama para luego recordar otra vez aquel sueño que tuvo.

Ya se había vuelto algo cotidiano el recordar en sus sueños aquel día en que había conocido a su mejor amigo y amor platónico, Kim Jonghyun, aquel chico que había de defendido de los otros niños con cuerpo y alma, aquel chico que se había ido de su lado hace poco más de cinco años y que con su partida se habia llevado algo más que sus maletas... se había llevado su corazón.

Negó suavemente con la cabeza intentando no recordar esos momentos tristes.

Miró la alarma para poder saber la hora y casi pega un grito al cielo al ver que faltaba poco menos de media hora para que iniciaran las clases.

Volviéndose Flash tomó la ducha más rápida que había tomado en toda su vida y se vistió con el uniforme en menos de dos minutos.

Luego de diez minutos estuvo listo para emprender la carrera hacía su Instituto, si corría rápido con suerte llegaría antes de que cerraran las puertas.

Bajó las escaleras y tomó un pan tostado despidiéndose de su madre con un beso en la mejilla para finalmente salir de casa a enfrentarse a otro día de mierda en el Instituto.

Porque presentía que sería otro día de mierda.

~

Finalmente estaba en el pasillo del jodido Instituto con quince minutos de retraso en su primera clase después de haberse peleado por diez minutos con el portero para que lo dejara entrar.

•Ahora Es Mi Turno• [Jongkey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora