Capitulo 4

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Pero Elrond veía muchas cosas y leía en muchos corazones. Un día pues, antes de fin de año, llamó a Aragorn a su cámara y le dijo: "¡Aragorn, hijo de Arathorn, Señor de los Dúnedain, escúchame! Un

gran destino te espera, sea el de elevarte más alto que todos tus antepasados desde los días de Elendil, o caer en la oscuridad con todos los sobrevivientes de tu estirpe. Pasarás por largos años de prueba. No tomarás esposa, ni te ligarás a mujer alguna con promesa de matrimonio, hasta que llegue tu hora, y hayas demostrado ser digno."

Entonces Aragorn se turbó y dijo: "¿Acaso mi madre os ha hablado?"

"No por cierto" dijo Elrond. "Tus propios ojos te han traicionado. Pero no hablo solamente de mi hija. Por ahora no te comprometerás con la hija de ningún otro. Pero en cuanto a Arwen la Bella, Señora de Imladris y de Lorien, Estrella de la Tarde de su pueblo, es de un linaje más alto que el tuyo, y ya ha vivido en el mundo tanto tiempo que para ella no eres más que un retoño del año, frente a un joven abedul de numerosos estíos. Está muy por encima de ti. Y así, creo, ha de parecerle a ella. Pero aun cuando no fuera así y el corazón de ella se inclinara hacia ti, de todas maneras me entristecería a causa del destino que pesa sobre nosotros."

"¿Qué destino es ése?"

"Mientras yo habite aquí, ella vivirá con la juventud de los Eldar" respondió Elrond, "pero cuando me llegue la hora de partir, ella me acompañará, si tal es su elección."

"Veo" dijo Aragorn, "que he puesto los ojos en un tesoro no menos precioso que el de Thingol, que en un tiempo deseó Beren. Este es mi destino". Pero de pronto despertó en él el don de adivinación de los de su estirpe, y dijo: "¡Pero ved, Señor Elrond! Los años de vuestra morada en el mundo están concluyendo y a vuestros hijos pronto les tocará elegir entre separarse de vos y abandonar la Tierra Media."

"Es verdad", dijo Elrond. "Pronto, según nuestras cuentas, aunque aún habrán de transcurrir muchos años de los hombres. Mas no habrá para Anven, mi bienamada, otra elección posible, a menos que tú, Aragorn hijo de Arathorn, te interpongas entre nosotros y obligues a uno de los dos, a ti o a mí, a una separación amarga más allá del fin del mundo. Tú no sabes aún lo que deseas de mí." Suspiró, y luego de un silencio, miró al joven con ojos graves y añadió: "Los años traerán lo que habrán de traer. No volveremos a hablar de esto hasta que hayan transcurrido muchos. Los días se ensombrecen y muchos males se avecinan.

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