Después de mucho tiempo me despidieron de mi trabajo y fue la cúspide de mi razón.
No pienso poner mi nombre o apellido porque tengo la pequeña fe de que tienes idea de quien soy.
No te volví a escribir luego de mi primera carta, donde te explico el porqué de mi huida.
Estoy en un hospital mental, donde resido con gente que considero como mi actual familia, pero me encuentro solo y extraño a quienes fueron mis amigos y mi trabajo el cual mataba mi cabeza día tras día y noche por noche.