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-¡Caroline, estoy segura de que seras un buen ejemplo para todo tus compañeros!-dijo mi profesora sacándome un susto.

-¿Cómo?-dije confundida.

-No soy la indicada para decírselo, el director la esta esperando en su oficina.

-Ah, bien. Iré cuando las clases terminen.

-No, vaya enseguida.

-De acuerdo-contesté asustada.

-Asegúrese de llevar consigo sus libros y sus pertenencias-dijo mi profesora para finalizar.

Realmente estaba totalmente impresionada con el nuevo comportamiento de aquella maestra a la que nunca se veía sonreír.

Ni siquiera cuando la fecha de las vacaciones estaba cerca.

Podrían decirse que era la profesora menos querida de aquella preparatoria en donde estaba.

Me levanté de mi lugar y sentí las miradas curiosas de los demás cuando salía del aula. No los culpaba, era de extrañarse que aquella mujer de aspecto elegante y semblante naturalmente serio le fuera a sonreír a una alumna que no hablaba tanto en clase, era casi invisible y que únicamente participaba para responder las preguntas que los profesoras hacían sobre el tema que veían todos los días.

Nerviosa, llegué a mi casillero e intente guardar mis libros, pero lo hice tan torpemente que se cayeron de mis manos y se regaron por el suelo.

-¡Diablos!-exclamé.

-Dios mio, Caroline, nunca me cansaré de ver cuán torpe eres-dijo una voz conocida.

Levanté la mirada y ahí estaba Kimy, mi mejor amiga. Ella estaba en otro grupo, pero aun así, éramos inseparables.

-Idiota-dije entre dientes.

Kimy me miró y sonrió burlonamente:-Ahorrate los insultos, las dos sabemos que te ganaría en una discusión con ellos. Por cierto...¿Que haces aquí? ¿no deberías estar en clases?

-Se supone...-dije con un encogimiento de hombros-Pero la profesora me dijo que el director quería hablar conmigo ¿Y tu?

-¡No entré a clases!-exclamó-Estoy cansada de los parloteos de la Señorita Smith. Todo el maldito tiempo esta echandome en cara que soy una persona desobligada ...¿Sabes que me dice? ¡Que voy a reprobar de nuevo su estúpido examen!

-Vas a volver a reprobar.

-Oh, calla...se supone que deberías de apoyarme-dijo al tiempo que se escondía detrás de la puerta de mi casillero.

Kimy era irremediablemente irresponsable. Mi madre se la pasaba diciendo que era una mala influencia. Aun así, ella acepto a regañadientes a Kimy como mi mejor amiga cuando vio que absolutamente nada ni nadie podría separarnos.

-Tal vez has hecho algo muy malo que ni yo misma me atrevería a hacer...digo, nadie puede confiarse de esa carita de ángel que tienes-explicó Kimy-Al parecer la chica mala resultaste ser tu.

Resoplé y cerré mi casillero encontrandome con su rostro inquisitivo.

-No que yo sepa.

Kimy acaricio su barbilla, un gesto que caracterizaba su manera de pensar.

-Bueno...eres de las mejores en toda la generación...¡Probablemente te envíen a un intercambio! ¡Eso seria asombroso para ti y evidentemente doloroso para mi ya que nadie en este maldito lugar me agrada!

-Bueno...no lo creo tan posible. Pero es mas probable esto, que yo haciéndole de chica mala.

-Si, sinceramente estoy de acuerdo contigo.

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