I. Una maleta rosa de ruedas

24 5 0
                                    

[Narra Peter]

Los días han pasado rápido y hoy ya es el gran día. Me he levantado mucho más temprano de lo acostumbrado, y eso que soy de los que madrugan.
A gritos, he despertado a mi hermana que, como siempre, dormía profundamente.
Y así, entre chillidos, risas nerviosas y prisas hemos preparado las bolsas y nos hemos arreglado.
Y es que nuestro futuro dependerá de la impresión que demos en las pruebas de admisión hoy.

Después de rato de viaje en coche hasta la sede de la Academia, hemos aparcado y, con los nervios a flor de piel, hemos entrado en la ancha recepción. Ambos, mi hermana y mi padre, se habían quedado parados. ¿A qué estaban estaban esperando?

- ¡Venga que llegaremos tarde! - dije yo.
- ¡PETER JONES! Llegamos bien - mi hermana ya debía haberse cansado de mí - . ¿Te vas a callar?
- Vaaaale - sabía que no era cierto, íbamos justos de tiempo y si ella se entretenía, ¿cómo pretendía llegar a la hora?

Sabiendo que si no acelerábamos un poco, ya ni nos harían la audición de admisión, tratamos de llegar al estudio que nos habían indicado lo más rápido posible. Però, ¿qué  nos podía salir bien a los Jones hoy? Nada, absolutamente NADA.
A medio camino mi hermana se desvió y se fue al baño a terminar de arreglarse el perfectísimo moño que se encontraba atestado de agujas de pelo.
Decidí esperarla cinco minutos, consciente de que ese era el margen de tiempo que nos quedava, hasta que mi paciencia terminó por agotarse.

Seguí a la chica rubia que se había cruzado por delante de mí. A juzgar por su aspecto, parecía tener mi misma edad, y por tanto, se examinaría en el mismo estudio.
Con su mano derecha, arrastraba una maleta tono rosa palo, parecía estar convencida de que iban a admitirla. Con unos zapatos de alto tacón, caminaba decidida hacia el final del pasillo, no me era difícil imaginarla en puntas.

La chica, me condujo por un largo pasillo, con grandes puertas metálicas a ambos lados, una de ellas tenía que ser nuestro destino. Y al fin llegamos. La puerta estaba abierta; se podía ver a muchos bailarines y bailarinas, ensayando, practicando, experimentando, todos por un mismo objetivo: entrar en esa academia.

Sólo de pensarlo, se me había revuelto el estómago.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 23, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Una Aventura...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora